Día 1: En el Principio

El Mundo de los Orígenes (con P. Dempsey Rosales)

Evento clave 1: Creación (Génesis 1: 2: 24)

Al hablar, Dios crea “los cielos y la tierra”, frase que se refiere a todo lo que existe, tanto espiritual como material (CIC 290). Todas las criaturas, nacidas de la nada, dependen de Dios para su existencia en todo momento.

INTRODUCCIÓN

Hoy estaremos leyendo los dos primeros capítulos del Génesis. Leeremos los dos relatos de la creación. En el primero, Dios crea todo y culmina con la creación del hombre a su imagen y semejanza. En el segundo relato, comienza por la creación del hombre y culmina con la creación del mundo. No hay contradicción entre ambos relatos, sino que, en lenguaje religioso, el Génesis nos muestra verdades de fe: Dios es el creador de todo lo visible e invisible, Dios crea todo de la nada, creó al hombre y a la mujer en su imagen y semejanza e iguales en dignidad.


ORACIÓN INICIAL

“Padre de amor y misericordia, tú que haces elocuentes la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, que es la del Padre, la del Hijo y del Espíritu Santo. Y a ti que estás escuchando este podcast, te invito para que pidas que el Espíritu Santo abra hoy tu mente y tu corazón para que puedas gozar de la Palabra de Dios en tu vida hoy.”


PUNTOS CLAVE

  • En los dos primeros capítulos del Génesis y en el Salmo 19 encontramos el relato de la historia de la creación. Sin embargo, vemos la misma narración, pero contada desde perspectivas diferentes. En Gn 1 se acentúa la majestad de Dios creador de todo, todo lo que hace lo hace bien.

  • El Salmo 19 (conocido como el gran salmo de la acción creadora de Dios) tiene como tema principal a Dios creador de todo y muestra cómo Dios se revela a través de la creación. Es decir, podemos encontrar a Dios a través de la creación. Él da testimonio de Su presencia en todo lo que está a nuestro alrededor. En el Salmo 19 también leemos lo que se conoce como las leyes que puso Dios sobre todo lo creado.

  • Las dos narraciones de la historia de la creación en Gn 1 y Gn 2 observamos como Dios ha hablado y ha traído todas las cosas a la existencia. De hecho, en Gn 1, 3 es la primera vez que se nos dice que Dios habló (“Dijo Dios: ‹‹Haya luz›› y hubo luz”).

  • Dios crea un mundo con un orden, la creación es buena. Al final de la creación, hace a los seres humanos a su imagen y semejanza. Fray Sergio nos recuerda que no podemos menospreciarnos a nosotros mismos ni tenernos en menos, porque fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y estamos llamados a ser esa imagen de Dios en el mundo a través de nuestras obras “humanitarias”. Él creó la Tierra para que fuese adecuada para que habitaran los seres humanos. Así, por ejemplo, los humanos que visitan la Luna no pueden hacerlo sin la ayuda de trajes especiales, porque ésta no fue creada para que el ser humano habite en ella.

  • La narración en Gn 1 habla de días con sus atardeceres y amaneceres. Podríamos pensar que se trata de 6 días de 24 horas. En el sexto día, Dios corona su obra con la creación del hombre a su imagen y semejanza.

  • Fray Sergio nos recuerda que el Catecismo de la Iglesia Católica, en el numeral 2258, nos dice que gracias a Gn 1, 26, tenemos una base que nos permite decretar que la vida es sagrada y la vida humana es inviolable.

  • Dado que todos hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios (hemos sido hechos buenos) y, aunque fallemos, aunque esta imagen esté desdibujada por el pecado en algunos, debemos ayudarles a estos a recobrar esa semejanza con Dios.

  • La creación es entonces, un templo cósmico en el que Dios trabaja y luego descansa. Fray Sergio nos recordó también lo que aprendimos con P. Dempsey sobre las palabras siete, sábado y descanso en el hebreo, las cuales tiene la misma raíz, mostrándonos en Gn 2 un juego de palabras.

  • En este segundo capítulo del Génesis, la narración se concentra más en la relación de Dios con la humanidad. Nos muestra un Dios artesano, jardinero, que es constructor.

  • Dios modela (“yatsar”) a Adán del polvo de la tierra como un alfarero a la arcilla y construye (“banah”) a la mujer de una costilla (hueso) de Adán. Así, el hombre y la mujer, hechos de material “distinto” se complementan.


RECAPITULANDO

  • Fray Sergio nos recuerda para cerrar el episodio de hoy que hemos visto cómo la Palabra de Dios entra en acción y cómo por sí misma es acción. La Palabra que hemos escuchado hoy es eterna. Actúa hoy como lo ha hecho siempre. Es la Palabra de Dios que tiene autoridad y eficacia, pero sólo puede llegar a nuestras vidas si estamos abiertas a ella y permitimos que more en nosotros.


ORACIÓN FINAL

Fray Sergio nos pide que oremos a Dios para que esta palabra llegue hoy a cada uno de los oyentes (bien sea en nuestra familia, en el trabajo, alguien que esté junto a nosotros) y que a través de ella encontremos todos el sentido de nuestra vida, tanto en lo espiritual como en lo material, que entramos en una relación con Dios. Que nuestras vidas sean más significativas, que podamos tener una mejor calidad de vida, que podamos trascender y apuntar siempre hacia la vida eterna para disfrutar de una existencia sin fin en la presencia de Dios.


“Antes de despedirme quisiera pedirles a ustedes que por favor oren por mí, para que pueda ser fiel al misterio que Dios me ha confiado, para que yo pueda vivir con fe lo que leo, para que pueda enseñar lo que creo y para que pueda cumplir lo que he enseñado. Que la bendición de Dios todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.” (Fray Sergio Serrano, OP)


PÁRRAFOS RELEVANTES DEL CATECISMO

Gn 1, 1

290 En el principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): tres cosas se afirman en estas primeras palabras de la Escritura: el Dios eterno ha dado principio a todo lo que existe fuera de Él. Solo Él es creador (el verbo "crear" —en hebreo bara— tiene siempre por sujeto a Dios). La totalidad de lo que existe (expresada por la fórmula "el cielo y la tierra") depende de Aquel que le da el ser.


293 Es una verdad fundamental que la Escritura y la Tradición no cesan de enseñar y de celebrar: "El mundo ha sido creado para la gloria de Dios" (Concilio Vaticano I: DS 3025). Dios ha creado todas las cosas, explica san Buenaventura, non [...] propter gloriam augendam, sed propter gloriam manifestandam et propter gloriam suam communicandam ("no para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla") (In secundum librum sententiarum, dist. 1, p. 2, a.2, q. 1, concl.). Porque Dios no tiene otra razón para crear que su amor y su bondad: Aperta manu clave amoris creaturae prodierunt ("Abierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas") (Santo Tomás de Aquino, Commentum in secundum librum Sententiarum, 2, prol.) Y el Concilio Vaticano I explica:

El solo verdadero Dios, en su bondad y por su fuerza todopoderosa, no para aumentar su bienaventuranza, ni para adquirirla, sino para manifestar su perfección por los bienes que otorga a sus criaturas, con libérrimo designio, justamente desde el comienzo del tiempo, creó de la nada una y otra criatura. (DS 3002).


295 Creemos que Dios creó el mundo según su sabiduría (cf. Sb 9,9). Este no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad: "Porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad lo que no existía fue creado" (Ap 4,11). "¡Cuán numerosas son tus obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría" (Sal 104,24). "Bueno es el Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras" (Sal 145,9).


Gn 1, 2-4

296 Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear (cf. Concilio Vaticano I: DS 3022). La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina (cf. ibíd., 3023-3024). Dios crea libremente "de la nada" (Concilio de Letrán IV: DS 800; Concilio Vaticano I: ibíd., 3025):

«¿Qué tendría de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un artífice humano, cuando se le da un material, hace de él todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere» (San Teófilo de Antioquía, Ad Autolycum, 2,4: PG 6, 1052).


337 Dios mismo es quien ha creado el mundo visible en toda su riqueza, su diversidad y su orden. La Escritura presenta la obra del Creador simbólicamente como una secuencia de seis días "de trabajo" divino que terminan en el "reposo" del día séptimo (Gn 1, 1-2,4). El texto sagrado enseña, a propósito de la creación, verdades reveladas por Dios para nuestra salvación (cf DV 11) que permiten "conocer la naturaleza íntima de todas las criaturas, su valor y su ordenación a la alabanza divina" (LG 36).

338 Nada existe que no deba su existencia a Dios creador. El mundo comenzó cuando fue sacado de la nada por la Palabra de Dios; todos los seres existentes, toda la naturaleza, toda la historia humana están enraizados en este acontecimiento primordial: es el origen gracias al cual el mundo es constituido, y el tiempo ha comenzado (cf San Agustín, De Genesi contra Manichaeos, 1, 2, 4: PL 35, 175).


Gn 1, 5-26

339 Toda criatura posee su bondad y su perfección propias. Para cada una de las obras de los "seis días" se dice: "Y vio Dios que era bueno". "Por la condición misma de la creación, todas las cosas están dotadas de firmeza, verdad y bondad propias y de un orden y leyes propias" (GS 36, 2). Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas, que desprecie al Creador y acarree consecuencias nefastas para los hombres y para su ambiente.


340 La interdependencia de las criaturas es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro y la florecilla, el águila y el gorrión: las innumerables diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a sí misma, que no existen sino en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente.


341 La belleza del universo: el orden y la armonía del mundo creado derivan de la diversidad de los seres y de las relaciones que entre ellos existen. El hombre las descubre progresivamente como leyes de la naturaleza y causan la admiración de los sabios. La belleza de la creación refleja la infinita belleza del Creador. Debe inspirar el respeto y la sumisión de la inteligencia del hombre y de su voluntad.


342 La jerarquía de las criaturas está expresada por el orden de los "seis días", que va de lo menos perfecto a lo más perfecto. Dios ama todas sus criaturas (cf Sal 145, 9), cuida de cada una, incluso de los pajarillos. Sin embargo, Jesús dice: "Vosotros valéis más que muchos pajarillos" (Lc 12, 6-7), o también: "¡Cuánto más vale un hombre que una oveja!" (Mt 12, 12).


Gn 1, 26-30

343 El hombre es la cumbre de la obra de la creación. El relato inspirado lo expresa distinguiendo netamente la creación del hombre y la de las otras criaturas (cf Gn 1, 26).


307 Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en su providencia confiándoles la responsabilidad de "someter'' la tierra y dominarla (cf Gn 1, 26-28). Dios da así a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra de la Creación, para perfeccionar su armonía para su bien y el de sus prójimos. Los hombres, cooperadores a menudo inconscientes de la voluntad divina, pueden entrar libremente en el plan divino no sólo por sus acciones y sus oraciones, sino también por sus sufrimientos (cf Col 1, 24). Entonces llegan a ser plenamente "colaboradores [...] de Dios" (1 Co 3, 9; 1 Ts 3, 2) y de su Reino (cf Col 4, 11).


2258 “La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, intr. 5).


Gn 2, 1

345 El Sabbat, culminación de la obra de los "seis días". El texto sagrado dice que "Dios concluyó en el séptimo día la obra que había hecho" y que así "el cielo y la tierra fueron acabados"; Dios, en el séptimo día, "descansó", santificó y bendijo este día (Gn 2, 1-3). Estas palabras inspiradas son ricas en enseñanzas salvíficas:


346 En la creación Dios puso un fundamento y unas leyes que permanecen estables (cf Hb 4, 3-4), en los cuales el creyente podrá apoyarse con confianza, y que son para él el signo y garantía de la fidelidad inquebrantable de la Alianza de Dios (cf Jr 31, 35-37, 33, 19-26). Por su parte, el hombre deberá permanecer fiel a este fundamento y respetar las leyes que el Creador ha inscrito en la creación.


347 La creación está hecha con miras al Sabbat y, por tanto, al culto y a la adoración de Dios. El culto está inscrito en el orden de la creación (cf Gn 1, 14). Operi Dei nihil praeponatur ("Nada se anteponga a la dedicación a Dios"), dice la regla de san Benito, indicando así el recto orden de las preocupaciones humanas.


348 El Sabbat pertenece al corazón de la ley de Israel. Guardar los mandamientos es corresponder a la sabiduría y a la voluntad de Dios, expresadas en su obra de creación.


349 El octavo día. Pero para nosotros ha surgido un nuevo día: el día de la Resurrección de Cristo. El séptimo día acaba la primera creación. Y el octavo día comienza la nueva creación. Así, la obra de la creación culmina en una obra todavía más grande: la Redención. La primera creación encuentra su sentido y su cumbre en la nueva creación en Cristo, cuyo esplendor sobrepasa el de la primera (cf Misal Romano, Vigilia Pascual, oración después de la primera lectura).

Salmo 19


299 Porque Dios crea con sabiduría, la creación está ordenada: "Tú todo lo dispusiste con medida, número y peso" (Sb 11,20). Creada en y por el Verbo eterno, "imagen del Dios invisible" (Col 1,15), la creación está destinada, dirigida al hombre, imagen de Dios (cf. Gn 1,26), llamado a una relación personal con Dios. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento divino, puede entender lo que Dios nos dice por su creación (cf. Sal 19,2-5), ciertamente no sin gran esfuerzo y en un espíritu de humildad y de respeto ante el Creador y su obra (cf. Jb 42,3). Salida de la bondad divina, la creación participa en esa bondad ("Y vio Dios que era bueno [...] muy bueno": Gn 1,4.10.12.18.21.31). Porque la creación es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada. La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creación, comprendida la del mundo material (cf. San León Magno, c. Quam laudabiliter, DS, 286; Concilio de Braga I: ibíd., 455-463; Concilio de Letrán IV: ibíd., 800; Concilio de Florencia: ibíd.,1333; Concilio Vaticano I: ibíd., 3002).


326 En la sagrada Escritura, la expresión "cielo y tierra" significa: todo lo que existe, la creación entera. Indica también el vínculo que, en el interior de la creación, a la vez une y distingue cielo y tierra: "La tierra", es el mundo de los hombres (cf Sal 115, 16). "El cielo" o "los cielos" puede designar el firmamento (cf Sal 19, 2), pero también el "lugar" propio de Dios: "nuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 16; cf Sal 115, 16), y por consiguiente también el "cielo", que es la gloria escatológica. Finalmente, la palabra "cielo" indica el "lugar" de las criaturas espirituales —los ángeles— que rodean a Dios.