Día 87: Yahvé cumple sus promesas

Día 87: Yahvé cumple sus promesas

Josué 19-21; Salmo 131

INTRODUCCIÓN

Seguimos con el libro de Josué que trae grandes sorpresas para nosotros pues desde el capítulo 10 nos damos cuenta que Israel ha conquistado la tierra que la rodeaba. Empezaron por Jericó de Jerusalén y van conquistando todas estas ciudades cananeas al norte como Jazor y Josué menciona que mucha de la tierra aún está por ser conquistada. Vimos cómo se dió la distribución de los territorios tribales a las 12 tribus de Israel y como ya Rubén y la mitad de la tribu de Manasés se establecen al otro lado del Jordán, con Manasés al norte y todo cerca al Mar de Galilea. Rubén está un poco más lejos, al sur, cerca del Mar muerto y de Gad en medio. Judá ya empieza a ocupar la zona sur alrededor de Jerusalén. Sin embargo, la ciudad de Jerusalén aún no ha sido tomada y con David terminará lo que Josué comenzó cuando se empezó la conquista de Jerusalén y eso lo veremos más adelante en el segundo libro de Samuel.

Efraín y la otra mitad de la tribu Manasés se establecen al norte de Jerusalén. La tribu de Benjamín se establece al lado norte de Judá, la tribu de Simeón se establece en medio del territorio de Judá, en Jerusalén. Ya vamos a ver a Isacar, Zabulón, Neftalí y Aser pues que están al norte, con Aser a lo largo de la costa mediterránea. Dan también está a lo largo de la costa mediterránea, justo al oeste de Benjamín y sabemos que las tribus sacerdotales, que son la tribu de Leví, no tienen heredad de ninguna tierra, pues el Dios de Israel es su herencia.

Vimos ayer que muchas personas quieren ampliar su herencia. Caleb ya había recibido lo prometido y encontró una mujer con la cual se va a casar. Es muy hermosa esta historia que leíamos ayer. Le habían ofrecido esta mujer para que él fuera capaz de tomar las ciudades de herencia en batalla contra los gigantes que habitaban allí y, pues, el suegro tiene que cumplir y así este hombre recibe una parte de su heredad y la hija de Caleb, que aún no parece estar satisfecha con esto, usa su sutileza femenina para que su padre le de un poquito más de herencia y él accede. Algo muy interesante.

También veíamos cómo en el reparto de la tierra se acercaron a Josué otros para reclamar lo que les había prometido Moisés. Y es así como un hombre —que había muerto en el desierto sin dejar hijos varones— ahora son sus hijas las que se acercan y mandan a pedir que se les dé lo que les corresponde. Así que, Josué les da lo prometido y otras que van a seguir viendo más herencia.

Algo que también leíamos ayer era que la tribu de José también se acerca a Josué durante el reparto de la tierra para pedir una herencia mayor porque les parecía que, siendo una tribu tan grande, tenían que recibir una herencia mayor y les parecía que lo que habían recibido no era suficiente. Todos pidiendo siempre un poquito más. Es como hemos visto que se da a la división de esta heredad que se tiene que recibir. Y ahora estamos viendo las últimas siete tribus restantes, pero ahora hay palabras muy serias. Josué les preguntó que hasta cuándo iban a seguir siendo negligentes para poseer la tierra que Yahvé había prometido a sus padres.

Así que continuamos con esto, con la repartición, pues parece que Josué ya está llegando al final de su misión e invita al pueblo a que se ponga en marcha hacia su herencia, que den la lucha para que podamos llegar al fin del reparto. Finalmente, las siete tribus ya están exhortadas y es así cómo va a terminar hoy el reparto del pueblo de Israel.

Fijémonos en estas lecturas de los capítulos 19 al 21 de Josué, del Salmo 131. Este es el día 87. Empecemos.


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de Tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Y a ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gozar de la palabra de Dios en nuestras vidas el día de hoy.

PUNTOS CLAVES

  • Ha llegado el final del reparto. Todas las tribus han escuchado la exhortación de Josué y con esto se termina el reparto de la herencia a todo el pueblo de Israel. Parece que hay triunfo, llegó la alegría y, para terminar este reparto, nos muestran cómo cada tribu a recibe lo que se le había prometido. Tanto las tribus de Josué y Judá se presentan con Caleb reclamando la herencia que se les había prometido y, ahora cuando llegamos al final de este reparto, se nos dice también que Josué recibió su herencia.

  • Hay grandes equipos que se han formado. Estos dos hombres eran parte del equipo de espías de Moisés, quien los había invitado a reconocer la tierra cuarenta años atrás. Y estas dos tribus, a diferencia del resto, regresaron con un informe favorable, por lo cual Moisés les había hecho esa promesa de la herencia que habían de recibir cuando sus pies pisaran esa tierra. Pero tuvieron que esperar 40 años antes de que llegara ese momento. Y todo ¿por qué? Por la rebeldía de los demás, por la rebeldía del pueblo.

  • Ahora parece que se nos quiere mostrar que valió la pena esperar, pues hay una voz, una alegría por el triunfo y todo esto porque Dios es fiel, porque Dios hace que estos dos hombres reciban y se les dé lo que había sido prometido. Un Dios amoroso y fiel que incluso crea ciudades de refugio para que aquellos que cometieran errores y derramaran sangre inocente, no contaminaran, sino que se pudieran refugiar hasta que se alegaran sus casos, hasta que se hiciera justicia. El periodo de estos hombres de estar en estas ciudades era hasta que muriera el sumo sacerdote y de ahí sería la liberación de este hombre para que regresará a su ciudad.

  • También vimos las ciudades de los levitas, quienes reciben algunas ciudades entre las distintas tribus y no se les dio un territorio como herencia. Pero recordemos que Yahvé había dicho que Él mismo iba a ser la herencia para los levitas. Eso significa que, para un sumo sacerdote, para un miembro de los levitas, iban a recibir de los mismos sacrificios que ellos iban a ofrecer y que se presentaban al Señor porque lo que era el Señor le correspondía a una parte al pueblo levita. Cada tribu debía cederles —alrededor de sus ciudades— unos terrenos para cultivo. Unos cultivos también que les ayudaran a mantener sus ganados, sus rebaños y, de esta manera, se garantizaba el servicio a lo que es el Tabernáculo.

  • Dios no deja a nadie sin herencia. Así que, estamos llegando al final de este libro y, como lo dije antes, hay sabor de triunfo. Cada uno tiene su herencia y hasta los levitas están contentos el día de hoy. Todo Israel recibe la herencia. Dios mismo ha repartido el territorio a través de Josué. Sin duda algo extraordinario.

  • Tú y yo podríamos llegar a pensar que todo tiene valor para Dios, que Él tiene una herencia para cada uno de nosotros que es tan rica, tan hermosa, pero tenemos que abrir nuestros ojos para poder verla. Tenemos que extender bien nuestras manos para poder recibirla. Y digámosle a Dios que estamos listos para recibir la herencia que Él nos ha prometido y notemos que en nuestra nueva herencia tal vez ya no es una tierra sino es el Espíritu Santo que va a obrar en cada uno de nosotros.

  • Pidamos que ese Espíritu entre en nuestra vida, que ese Espíritu nos llene del amor de Dios para que digamos, tal vez como los levitas, "la mejor porción, la mejor parte que hemos recibido es el Señor. La mejor parte es Yahvé porque es un Dios fiel, porque es un Dios misericordioso."


ORACIÓN FINAL

Antes de despedirme, les pido que ustedes por favor oren por mí, para que sea fiel al ministerio que se me ha confiado a través de esta Biblia en un Año, para que pueda vivir con fe lo que leo, lo que comparto. Para que pueda enseñar lo que leo, que sea la verdad, y para que pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios Todopoderoso, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre que Dios los bendiga.

PARA MEDITAR

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Sal 131, 2

239 Al designar a Dios con el nombre de "Padre", el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad humanas (cf. Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cf. Ef 3,14; Is 49,15): Nadie es padre como lo es Dios.


Sal 131, 2-3

370 Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero las "perfecciones" del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita perfección de Dios: las de una madre (cf. Is 49,14-15; 66,13; Sal 131,2-3) y las de un padre y esposo (cf. Os 11,1-4; Jr 3,4-19).

(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)


COMENTARIOS ADICIONALES

Papa Francisco. Misas matutinas en la capilla de la Domus Sanctae Marthae. Sábado 6 de julio de 2013.

Renovación sin temores

"Una invitación a dejarse renovar por el Espíritu Santo, a no tener miedo de lo nuevo, a no temer la renovación en la vida de la Iglesia, fue lo que expresó el Papa Francisco en la misa del sábado 6 de julio, por la mañana, en la Domus Sanctae Marthae, la última, antes de la pausa estival.

Comentando el evangelio del día (Mt 9, 14-17) el Pontífice destacó el espíritu innovador que animaba a Jesús. «Por ejemplo —destacó—, Jesús decía: “la ley permite odiar al enemigo; pero yo te digo que recéis por el enemigo, no odiéis”». El hecho es que «la doctrina de la ley se enriquece y se renueva con Jesús». Por lo demás es «Jesús mismo quien dice: “yo hago nuevas todas las cosas”. Como si su vocación fuese la de renovar todo. Y esto es el Reino de Dios que Jesús predica. Es una renovación, una renovación auténtica. Y esta renovación está ante todo en nuestro corazón».

A quien piensa que la vida cristiana consista sólo en una serie de cumplimientos, el Papa Francisco recordó que «ser cristiano significa dejarse renovar por Jesús en una nueva vida». Ser cristiano significa dejarse renovar por el Espíritu Santo, convertirse en vino nuevo.

En la vida cristiana, y también en la vida de la Iglesia, existen estructuras caducas. Es necesario renovarlas. Es un trabajo «que la Iglesia siempre ha hecho, desde el primer momento». La Iglesia —agregó— siempre ha ido adelante de este modo, dejando que el Espíritu Santo sea quien renueve las estructuras.

Quien lleva adelante estas novedades —prosiguió el Papa— es desde siempre el Espíritu Santo. Por ello, el Pontífice recordó el día de Pentecostés, subrayando la presencia de María junto a los apóstoles. Concluyendo la homilía el Obispo de Roma hizo una invitación: pedir «la gracia de no tener miedo de la novedad del Evangelio, de no tener miedo de la renovación que realiza el Espíritu Santo, de no tener miedo a dejar caer las estructuras caducas que nos aprisionan. Y si tenemos miedo sabemos que con nosotros está la madre». Ella, como dice la más antigua antífona, “protege con su manto, con su protección de Madre”».

(Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 28, viernes 12 de julio de 2013. Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 25 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2013/documents/papa-francesco_20130706_renovacion.html)