Día 12: Isaac y Rebeca

INTRODUCCIÓN

En la lectura de Gn 24 nos encontramos con una hermosa historia de amor y de la bendición de Dios: la historia de Isaac y Rebeca. Vemos cómo el siervo de Abrahán (a quien algunos biblistas identifican con Eliezer en Gn 15, 2, de acuerdo a algunos manuscritos) es un hombre que presenta su necesidad a Dios en oración y, luego de recibir el favor de Dios, le agradece también en oración, adorando a Yahvé "rostro en tierra" (Gn 24, 52). Este relato nos muestra que Dios es un Dios cercano que se interesa por nosotros y nos quiere bendecir. Pero Él quiere que acudamos a Él en todo momento. En el relato de Job, nuestro protagonista sigue su lamento y, tan seguro está de su inocencia, que no teme pedirle a Dios que escuche su defensa. Finalmente, los versículos 16 al 19 de Proverbios 2 alertan contra dejarse seducir por la mujer ajena. A medida que avancemos en nuestro recorrido por la historia de salvación, veremos (especialmente en nuestra lectura de los profetas) cómo la infidelidad del pueblo israelita para con Dios se equipara al adulterio que comete una persona al tener relaciones con otra que no es su cónyuge. -Vee Salazar


ORACIÓN

"Padre de amor y misericordia, Tú que haces elocuentes la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, que es la del Padre, la del Hijo y del Espíritu Santo. Y a ti que estás escuchando este podcast, te invito para que pidas que el Espíritu Santo abra hoy tu mente y tu corazón, para que abra también mi mente y mi corazón y así tú y yo podamos usar esta palabra de Dios hoy para nuestras vidas." (Fray Sergio)


PUNTOS CLAVES

  • Seguimos con el Génesis y hemos llegado al capítulo 24. Llegamos a esta visión de la vida de Isaac quien es el hijo amado; y la vida de este hombre trae tres grandes momentos de los cuales ya hemos visto particularmente dos: el primero su nacimiento y el segundo el momento más crítico de todos cuando es ofrecido por su padre Abraham. Ahora llegamos al tercer momento de su vida, el cual vamos a empezar hoy.

  • Isaac se encuentra con su mujer, con su esposa, Rebeca. Nos damos cuenta que la historia comienza con Abrahán que pone su confianza en uno de sus siervos y lo invita para que escoja a la esposa de su hijo y vemos cómo esta misión tiene éxito y él se encuentra con Rebeca. A partir de este episodio entramos en una historia de amor. Se nos revela a un Dios que está interesado por las personas con las cuales vamos a compartir nuestra vida; es un Dios que ayuda a que Isaac encuentre a la mujer que él le ha preparado para sí mismo.


  • A veces mucha gente me pregunta a mí: “Padre, no he encontrado a mi San José o no he encontrado a mi esposa ¿qué hago?” Pues pídela a Dios. Mira que hoy este siervo dice: “Mire me han mandado en esta misión ¿Qué puedo hacer?" ¿Y qué hace él? Se pone de rodillas y entra y le pide a Yahvé: “Yahvé ayúdame a encontrar la mujer que es para mi Señor”. ¿Cuántas veces tú te has puesto de rodillas para pedir por tu esposa o por tu esposo? ¿O para pedir que el señor te llene de hijos? ¿Cómo lo haces?


  • Hoy vemos esto como un matrimonio; se da porque Dios también pone sus manos ahí en este momento. Y Dios quiere fortalecer esta relación, quiere proporcionar estabilidad a este grupo de personas que ahora va a proteger la vida humana y que va a crecer y que se va a desarrollar. Así que Dios está interesado en tu historia, está interesado en la historia de Isaac, está interesado en nuestra historia de amor. Y resulta maravilloso cuando Dios está en medio de nuestras vidas, eso es el matrimonio de la Iglesia Católica, invitar a Dios para que los bendiga y para que esté con ellos en su vida matrimonial. La intención es fortalecer esa relación y hacerla cada día más grande con la participación de Dios.


  • En este capítulo 24 encontramos esa riqueza espiritual que nos relata un amor que va más allá de todo este drama que hemos visto, que va más allá de cualquier realidad y hay algunos detalles que debíamos observar. El primero es que Dios, está guiándolos a ellos en todos los aspectos de su vida y de su historia. Así que en esa época –que fue tan lejana como hoy– Dios sigue guiando nuestros pasos, por eso esta es la historia de la salvación y tenemos que encontrar nosotros dentro de esta misma historia. Y el segundo detalle es esa claridad y esa sencillez que va a tener a la mujer cuando dice: “Sí, yo quiero ser la esposa de él y si esto viene de Dios, pues yo me abalanzo en esta historia y me dejo llevar por la misericordia del Señor”. Así que hoy estamos dejando, en cierta manera a Abrahán que será siempre nuestro compañero en todo este viaje; hemos centrado en Isaac con su esposa; vamos a empezar a ver un poquito más de los pueblos cananeos que, después nos iremos desviando de ese Dios que nos guía y que van a empezar a caer en idolatría y en paganismo pero que, es un pueblo que quiere observar de todas maneras la voluntad de Dios.


  • En los otros dos textos que veíamos hoy, tanto en los Proverbios como en Job, empezamos a descubrir una confianza que se tiene que poner en Dios, porque Dios está en el camino de los buenos, porque Dios siempre mantiene las sendas de los justos, porque todos los que habiten de manera recta permanecerán en este mundo, estarán en la presencia de Dios. Así que dile al Señor: “Señor hoy quiero actuar de manera recta quiero, dejar que tú guíes mis pasos”. Y arrodíllate, arrodíllate ante el Señor y dile: “Señor, esto es lo que pido para mi vida”. Hoy vimos a este hombre que se arrodilló tanto para pedir, pero cuando recibió también se arrodilló para dar gracias. Así que, no dejemos que esta historia sea lejana a nosotros y hagámosla parte de nuestra realidad.



RECAPITULANDO

  • Hemos visto la importancia de la oración y de confiarle a Dios todas nuestras empresas.

  • A ejemplo del siervo de Abrahán, nosotros también debemos presentar nuestras necesidades a Dios en oración. Dile al Señor: “Señor hoy quiero actuar de manera recta quiero, dejar que tú guíes mis pasos”. Y arrodíllate ante el Señor y dile: “Señor, esto es lo que pido para mi vida”.

  • Dios quiere bendecir a los matrimonios y fortalecer las relaciones de los esposos ¿Cuántas veces tú te has puesto de rodillas para pedir por tu esposa o por tu esposo? Y si no tienes esposo o esposa y estás buscando ¿te has puesto de rodillas para pedirle a Dios que te busque a la persona que Él quiere para ti?


ORACIÓN FINAL

“Antes de despedirme quiero que ustedes por favor oren por mí. Para que yo siga siendo fiel a este ministerio que se me ha confiado. Para que yo pueda vivir con fe cada una de estas cosas que leo y que comparto con ustedes, para que pueda enseñar siempre la verdad y para que pueda yo también cumplir lo que he enseñado. Y no nos olvidemos que todos los días podemos alabar, bendecir y predicar con la palabra de Dios. Y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.” (Fray Sergio)


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Gn 24

1601 "La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados" (CIC can. 1055, §1).


1603 "La íntima comunidad de vida y amor conyugal, está fundada por el Creador y provista de leyes propias. [...] El mismo Dios [...] es el autor del matrimonio" (GS 48,1). La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanentes. A pesar de que la dignidad de esta institución no se trasluzca siempre con la misma claridad (cf GS 47,2), existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial. "La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar" (GS 47,1).


1604 Dios que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que es Amor (cf 1 Jn 4,8.16). Habiéndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (cf Gn 1,31). Y este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse en la obra común del cuidado de la creación. «Y los bendijo Dios y les dijo: "Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla"» (Gn 1,28).


Pr 2, 16-19

2380 El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso el deseo del adulterio (cf Mt 5, 27-28). El sexto mandamiento y el Nuevo Testamento prohíben absolutamente el adulterio (cf Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10, 11; 1 Co 6, 9-10). Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio la imagen del pecado de idolatría (cf Os 2, 7; Jr 5, 7; 13, 27).


2381 El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres.