Día 40: Leyes para la justicia

INTRODUCCIÓN

Estamos llegando al día 40. ¡El tiempo está volando! ¡Es increíble! Hoy leeremos un capítulo muy interesante que forma parte de lo que leíamos ayer y de los dos próximos capítulos o días que vamos a estar leyendo. ¿De qué se tratan? De las leyes, leyes sobre los robos, sobre los daños, sobre los perjuicios. ¿Qué pasa con las ofensas, con los préstamos, con la fornicación con la brujería, con la bestialidad, con la idolatría? Leyes también sobre los extranjeros y las viudas. Todos estos capítulos, desde el 21 –hoy estamos con el 22, 23 y 24– son temas de legislación social y se formularon leyes muy básicas para lo que podríamos llamar una sociedad civilizada.

Todos necesitamos de leyes para saber cómo compartir, cómo crear esa armonía. Así que todas estas leyes van a mostrar que hay en algunos casos un castigo y a veces un castigo severo, porque se consideran como desviaciones morales o también aberraciones. Así que éstas prácticas han caracterizado los periodos de decadencia y de caída de imperios y de la disolución de algunos pueblos. Por eso se convierten en leyes para evitar que todo caiga, hay que mantenerlo.

Así que la Palabra de Dios inspira, ha inspirado y seguirá inspirando, impulsando grandes movimientos de ayuda, sobre todo a los más débiles. Es lo que encontramos con estas leyes, que se está ayudando a los débiles de nuestra humanidad, a los huérfanos y como por ejemplo a los que necesitan que les demos una mano, al que no tiene voz. Para que nadie se aproveche del pobre, para que nadie pida un préstamo y se comporte de mala manera con el prestamista o que el prestamista tampoco abuse a la persona que se le está ayudando. Así que vamos a aprender un poco más de estas leyes. Hoy estaremos leyendo Éxodo capítulo 22, Levítico capítulo 15 y el Salmo 76. Este es el día 4.

ORACIÓN INICIAL

Padre de Amor y Misericordia, Tú qué haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre Hijo y Espíritu Santo. A ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestras mentes y nuestros corazones para que podamos gozar de la Palabra de Dios hoy en nuestras vidas.

PUNTOS CLAVES

  • Continuamos con estas bellas lecturas. No sé si ustedes, pero entre más leo, más me emociono, más me encantan. Me parece increíble todo este plan que Dios tiene para con nosotros. Este capítulo 22 nos muestra todas estas prácticas que tienen los hebreos. Como hay leyes que van en defensa propia y que van abarcando tanto la propiedad como el hogar, pero también va mostrando que se justifica proteger nuestra propiedad y proteger a nuestros seres queridos. Si un ladrón entra de noche a robar y si el dueño de la casa lo mata, no va ser culpable de asesinato. Pero si lo mata en el día, el dueño de la casa va a ser culpable de homicidio. Así que hay que tener cuidado porque si se puede ver al ladrón hay que pedir ayuda con facilidad. Es lo que dice el código de Moisés, el cual busca siempre proteger la vida humana, que es lo principal. Incluso quieren proteger la vida de los criminales, pues quien es sorprendido como ladrón tiene que compensar lo que se robó con sus propios bienes materiales o en caso contrario tiene que servir como esclavo.


  • Pero una vez más ¿Qué es lo más importante? La vida humana, la vida humana. Así que vamos a ponerle mucha atención a eso porque hoy en día quisiéramos juzgar y quitarle hasta la vida a las personas. Por eso nosotros tenemos que defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Yo entiendo que a veces nos dejamos llevar por la ira y quisiéramos acabar con otro ser humano, pero hoy hemos aprendido diferente, qué debemos ayudar a esta persona, que tal vez esta persona pueda cambiar o por lo menos que pague lo que ha hecho.


  • En otras ocasiones hemos subrayado que la ley fue dada para los hombres, para que puedan demandar también justicia y para que puedan demandar lo que Dios nos pide, como santidad. Hoy parece que esta ley nos ayuda más a mantenernos cerca de la gracia de Dios. Como tengo que compensar el daño hecho para volver a recuperar esa gracia y cómo Dios aborrece el pecado y la mala conducta en todas sus formas. Hoy a través de esta ley pone la evidencia de que cada ser humano, aunque esté sujeto al pecado y a la rebelión contra Dios, tiene que ser confrontado por la ley. Aunque tenemos la gracia y la misericordia de Dios cada uno tiene que responder por los daños causados a la propiedad ajena. Muy interesante, porque a veces pensamos que ya quedamos perdonados y no hay que hacer nada. No, hay que compensar el daño que se le hace a los demás.


  • Algo que me pareció muy interesante es como hablan de la hechicería aquí. Porque, muchas veces la hechicería, los que predicen el futuro, puede controlar la mente de los demás, a veces con engaños, a veces con poder demoníaco. Hoy lo vemos, hay muchas sectas satánicas, cada día, en muchos países, honrando a Satanás y hay gran interés en lo que es sobrenatural y no nos preocupamos por lo que es natural, por lo que tenemos enfrente de nosotros. Así que no nos dejemos llevar por tantas corrientes que hay por ahí raras, porque nos recuerdan que estamos perdiendo la dignidad de decirle al Señor "Tú eres nuestro Dios, en ti confiamos y nos entregamos a tu Palabra y nos dejamos impulsar por tu Ley y por tu Voluntad. Tú eres un Dios que ayuda a los débiles. Tú eres un Dios que hace que la humanidad vuelva a surgir, que vuelva a salir de su inmundicia, de su pecado".


  • Qué tal si más bien hoy pensamos un poquito en tantos orfanatos, en tantos asilos que necesitan de nuestra ayuda, de nuestras donaciones. Qué tal si pensamos en todas las personas a las que necesitamos prestarle un poco nuestros recursos. Hoy habla de que si la persona es muy pobre no deberíamos cobrarle ni siquiera intereses. Deberíamos dar un poquito más de generosidad, de oportunidad al que no tiene para que salga adelante. Hoy había una gran norma, no hay que robar, porque es una norma proteger lo poco que uno tiene y hay que respetarlo. Si no robamos, mantenemos el orden en cualquier sociedad, pero para esto los que tienen ojalá también pudieran compartir con los que no tienen nada, para que ellos también sientan que Dios los protege a ellos y a su familia.


  • Hoy lindas palabras de la Biblia que nos tranquilizan. Podemos protegernos mutuamente, tenemos que restablecer el daño que hagamos a los demás, debemos proteger a los extranjeros, a las viudas y a los huérfanos, que debemos estar atentos a la brujería que está por ahí rondando (hay que sacarla de nuestras vidas). Pongamos atención a los que están haciendo ofensas y préstamos para sacar provecho de los más pobres y necesitados. Pidamos que seamos más generosos, que hagamos lo que es correcto y lo que es justo para que las leyes que han sido expuestas a nosotros en estos capítulos y que seguirán, nos ayuden más a solucionar problemas que a crearlos. Que podamos tener una vida cotidiana más en armonía y que nuestras leyes nos ayuden más a agradar a Dios y a proteger al prójimo, a proteger a los que no tienen voz, a protegernos tal vez a nosotros mismos.


ORACIÓN FINAL

Así que antes de despedirme, por favor, te recuerdo, no te olvides de orar por mí para que yo pueda ser fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que yo pueda vivir con fe lo que leo y lo que trato de enseñar. Para que siempre enseñe la verdad y para que yo también pueda cumplir lo que estoy tratando de enseñar y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañen siempre ¡Que Dios los bendiga!

PARA MEDITAR

  • Piensa en tu comunidad: ¿Quiénes son los más débiles y necesitados? ¿Cómo son tratados? ¿Cómo los tratas tú? ¿Te limitas simplemente a no hacer el mal o buscas activamente hacer el bien a las personas que están a tu alrededor?

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Ex 22, 20-22

1867 La tradición catequética recuerda también que existen “pecados que claman al cielo”. Claman al cielo: la sangre de Abel (cf Gn 4, 10); el pecado de los sodomitas (cf Gn 18, 20; 19, 13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf. Ex 3, 7-10); el lamento del extranjero, de la viuda y el huérfano (cf. Ex 22, 20-22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24, 14-15; Jc 5, 4).


COMENTARIOS ADICIONALES

Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II en el aniversario del XLV Congreso Eucarístico Internacional de Sevilla. 5 de junio de 1994, Solemnidad del “Corpus Christi”.


"[...]el “mandamiento nuevo” del amor fraterno resuena con una fuerza particular desde el misterio eucarístico. Los fieles cristianos están llamados a construir un “ mundo nuevo ”, transformando con la caridad y los valores evangélicos las estructuras sociales que ignoran o contradicen la verdad de Dios y del hombre. Por eso, Evangelizar desde la Eucaristía conlleva el compromiso de poner en práctica la doctrina social de la Iglesia, mediante la promoción de la justicia, sobre todo en favor de los hermanos más necesitados. Los pobres, los enfermos, los ancianos desasistidos, los presos, los disminuidos físicos y psíquicos, los esclavizados por la droga, los marginados por el paro, los jóvenes sin horizontes de esperanza, son otros tantos modos de presencia interpeladora del mismo Cristo que adoramos en la Eucaristía.


(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el día 9 de febrero de 2022. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/letters/1994/documents/hf_jp-ii_let_19940605_card-amigo.html)


Audiencia General del Santo Padre Juan Pablo II. Miércoles 10 de diciembre de 1980.


La pureza


"Cristo ve en el corazón, en lo íntimo del hombre, la fuente de la pureza —pero también de la impureza moral— en el significado fundamental y más genérico de la palabra. Esto lo confirma, por ejemplo, la respuesta dada a los fariseos, escandalizados por el hecho de que sus discípulos "traspasan la tradición de los ancianos, pues no se lavan las manos cuando comen" (Mt 15, 2). Jesús dijo entonces a los presentes: "No es lo que entra por la boca lo que hace impuro al hombre; pero lo que sale de la boca, eso es lo que le hace impuro" (Mt 15, 11). En cambio, a sus discípulos, contestando a la pregunta de Pedro, explicó así estas palabras: "... lo que sale de la boca procede del corazón, y eso hace impuro al hombre. Porque del corazón provienen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias. Esto es lo que hace impuro al hombre: pero comer sin lavarse las manos, eso no hace impuro al hombre"(cf. Mt 15, 18-20; también Mc 7, 20-23).


Cuando decimos "pureza", "puro", en el significado primero de estos términos, indicamos lo que contrasta con lo sucio. "Ensuciar" significa "hacer inmundo", "manchar". Esto se refiere a los diversos ámbitos del mundo físico. Por ejemplo, se habla de una "calle sucia", de una "habitación sucia"; se habla también del "aire contaminado". Y así, también el hombre puede ser "inmundo" cuando su cuerpo no está limpio. Para quitar la suciedad del cuerpo, es necesario lavarlo. En la tradición del Antiguo Testamento se atribuía una gran importancia a las abluciones rituales, por ejemplo, a lavarse las manos antes de comer, de lo que habla el texto antes citado. Numerosas y detalladas prescripciones se referían a las abluciones del cuerpo en relación con la impureza sexual, entendida en sentido exclusivamente fisiológico, a lo que ya hemos aludido anteriormente (cf. Lev 15). De acuerdo con el estado de la ciencia médica del tiempo, las diversas abluciones podrían corresponder a prescripciones higiénicas. En cuanto eran impuestas en nombre de Dios y contenidas en los Libros Sagrados de la legislación veterotestamentaria, la observancia de ellas adquiría, indirectamente, un significado religioso; eran abluciones rituales y, en la vida del hombre de la Antigua Alianza, servían a la "pureza ritual".


Con relación a dicha tradición jurídico-religiosa de la Antigua Alianza se formó un modo erróneo de entender la pureza moral [1]. Se la entendía frecuentemente de modo exclusivamente exterior y "material". En todo caso, se difundió una tendencia explícita a esta interpretación. Cristo se opone a ella de modo radical: nada hace al hombre inmundo "desde el exterior", ninguna suciedad "material" hace impuro al hombre en sentido moral, o sea, interior. Ninguna ablución, ni siquiera ritual, es idónea de por sí para producir la pureza moral. Esta tiene su fuente exclusiva en el interior del hombre: proviene del corazón. Es probable que las respectivas prescripciones del Antiguo Testamento (por ejemplo, las que se hallan en Levítico 15, 16-24; 18, 1, ss., o también 12, 1-5) sirviesen, además de para fines higiénicos, incluso para atribuir una cierta dimensión de interioridad a lo que en la persona humana es corpóreo y sexual. En todo caso, Cristo se cuidó bien de vincular la pureza en sentido moral (ético) con la fisiología y con los relativos procesos orgánicos. A la luz de las palabras de Mateo 15, 18-20, antes citadas, ninguno de los aspectos de la "inmundicia" sexual, en el sentido estrictamente somático, bio-fisiológico, entra de por sí en la definición de la pureza o de la impureza en sentido moral (ético).


El referido enunciado (Mt 15, 18-20) es importante sobre todo por razones semánticas. Al hablar de la pureza en sentido moral, es decir, de la virtud de la pureza, nos servimos de una analogía, según la cual el mal moral se compara precisamente con la inmundicia. Ciertamente esta analogía ha entrado a formar parte, desde los tiempos más remotos, del ámbito de los conceptos éticos. Cristo la vuelve a tomar y la confirma en toda su extensión: "Lo que sale de la boca procede del corazón, y eso hace impuro al hombre". Aquí Cristo habla de todo mal moral, de todo pecado; esto es, de transgresiones de los diversos mandamientos, y enumera "los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias", sin limitarse a un específico género de pecado. De ahí se deriva que el concepto de "pureza" y de "impureza" en sentido moral es ante todo un concepto general, no específico: por lo que todo bien moral es manifestación de pureza y todo mal moral es manifestación de impureza."

(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el día 9 de febrero de 2022. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1980/documents/hf_jp-ii_aud_19801210.html)