Día 48: Moisés conoce la presencia de Yahvé
INTRODUCCIÓN
Estuvimos mirando ayer cómo cae Israel en idolatría, cómo adoran a un becerro, el cual se hace de oro. Y Moisés estaba en el Sinaí recibiendo la ley de parte de Dios y, mientras tanto, el pueblo abajo enfiestado y Dios se propone a destruir a este pueblo que es rebelde, aunque Moisés, cuando baja y ve que este pueblo ha pecado y parte las Tablas, lo único que se le ocurre es interceder por ellos e incluso, cuando Yahvé ha decidido borrarlos de la faz de la tierra, dice, “bórrame a mí también, bórrame a mí también”. Pero el Señor se da cuenta de que pueden cambiar y que pueden cambiar esa idolatría una vez más y pone el ángel de Dios a que los guíe. El ángel del Señor, que es visible para el pueblo, y hoy podríamos decir que el Señor ha puesto a Jesús para que nos guíe nuevamente.
Pero venimos a un capítulo importantísimo, 33 y 34. y vamos a ver como la presencia de Dios se aparta un poco del campamento, cómo los israelitas empiezan a murmurar, cómo hablan de Moisés y Moisés desea ver la gloria de Dios. Las cosas se ponen un poquito complicadas.
Veremos la oración de Moisés una vez más y estos capítulos son fascinantes, por eso, porque nos muestran a un Moisés que sufre, que tiene que orar, que tiene que pedir y vemos cómo se van a renovar las Tablas de la Ley y, de aquí en adelante, el nombre del Señor va a ser proclamado y veremos el rostro de Moisés brillar. Es algo fascinante el día de hoy. Pidámosle a Dios que nosotros también podamos honrar su nombre, que podamos proclamarlo por todas las naciones.
Hoy estaremos leyendo Éxodo, capítulo 33 y 34; capítulo 24 de Levítico y el Salmo 80. Este es el día 48.
ORACIÓN INICIAL
Padre de amor y misericordia, Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que juntos pidamos al Espíritu Santo, que Éste abra nuestras mentes y nuestros corazones para que nos podamos seguir gozando de esta palabra de Dios en nuestras vidas.
PUNTOS CLAVES
Cosas importantes que están pasando. Vemos las segundas Tablas de la Ley hoy. El Señor se puso muy fuerte con su pueblo, pero Moisés intercedió por él y así se va preparando este viaje que ellos tienen que continuar y Moisés, por su parte, oró y de esta manera empieza una nueva relación con Dios, de manera más personal y Dios decide renovar estas Tablas de la Ley y se proclama el nombre del Señor y vimos un cambio interesantísimo, hoy el rostro de Moisés tiene un brillo especial.
Pero volvamos un momentico a las Tablas de la Ley. Las primeras habían sido despedazadas por Moisés cuando, al descender del monte Sinaí, descubrió que los israelitas habían hecho un becerro de oro y que lo estaban adorando. Qué sorpresa para él, que les dice, “me voy a encontrar con Yahvé” y, cuando regresa, ellos ya tienen un ídolo. Y, bueno, es por eso que ha roto las Tablas, pero el Señor vuelve y las entrega, y viene todo esto que es la proclamación del nombre del Señor, lo cual nos va a mostrar que el pueblo puede progresar rápidamente en ese amor hacia Dios, que puede volver a Dios tan fácil como se fue, y Dios entrega su gracia y su misericordia. Pero a los culpables no les pasó por alto su pecado y nos demuestra que todo pecado tiene consecuencias y, a veces, penas que necesitan ser pagadas, cada uno tiene que pagar por sus pecados. Y Dios, aunque es maravilloso, permite que el culpable tenga parte de responsabilidad.
Así que tenemos que seguir pensando que el pecado requiere de un sacrificio que sea perfecto. Por eso el Señor Jesucristo, cuando viene, viene a remover el pecado y a remover lo que el pecado produce, que es la muerte. Y Él muriendo en la cruz trae para nosotros la vida eterna.
Tenemos que tener cuidado porque hoy veíamos cómo los pecados de una persona pueden afectar a sus hijos, nietos, bisnietos, y tataranietos. Así que tenemos que mirar cómo cortar todas esas cadenas que se han extendido por nuestras familias y decirles, “Señor, guárdanos, ten misericordia de nosotros, perdona nuestra iniquidad, perdona todo lo que hemos hecho y ayúdanos a recuperar la gracia y la misericordia que a veces perdemos con nuestras malas acciones”.
Qué lindo que hoy también vemos que Dios es un Dios celoso y que no quiere compartirse con nada ni con nadie, que no quiere que haya dioses falsos y que por eso tenemos que seguirlo es a Él. Y humanamente hablamos y sentimos celos cuando alguien mira a nuestros seres queridos, a nuestra pareja, y pues Dios nos tiene a nosotros como su pueblo y se pone celoso cuando alguien nos mira y pareciera que amarnos es fácil; pero, cuando uno ama, uno cuida. Cuando uno ama, uno tiene ciertos protocolos para con la persona que ama y uno no quiere que la toquen o que hagan algo contra ella, ¿verdad?
Dios por eso expulsa a todos los que tiene que expulsar, para que entre su pueblo amado en esta tierra que Él les ha prometido y también les dice, “oye, yo los voy a llevar, pero quiero que tengan cuidado de no mezclarse, de no contraer relaciones que no deben tener porque se pueden torcer". El Señor sabe que ellos pueden distraerse en cualquier momento, pero, bueno, esto por un lado y por el otro Moisés.
Quiero volver a Moisés, quien hoy tiene el rostro brillante. Quien quiere ver la gloria de Dios y que el encuentro con Dios hace que su rostro brille. Muchas personas salen con una gran sonrisa después de la confesión, después de que se encuentran con Dios en un retiro, después de que se reconcilian con sus seres queridos, después de que hay ese abrazo de perdón, de misericordia. Uno dice, “te ves diferente, tu rostro brilla”. Y es así cuando nos encontramos con Dios a través de acciones que nos ayudan a ser imagen y semejanza de Dios.
Qué lindo, ¿por qué hoy tú no te preparas para que tu rostro brille?, ¿por qué no das un abrazo de perdón, de reconciliación?, ¿por qué hoy no dices “todo lo que destruí, el Señor lo puede volver a construir” y empiezas a reconstruir tu vida, tus relaciones, las cosas que tengas que hacer nuevas. Dios te puede dar esa oportunidad, puede ayudarte, puede diseñar y hacer nueva tu vida. Sólo tienes que decirle, “me entrego a Ti, todo te lo doy y Tú lo puedes hacer” y le ofreces al Señor un sacrificio. Tal vez el sacrificio no es matar una cabrito o un cordero, sino es dejar de hablar o dejar de ir al billar o dejar de gastar en el café costoso todos los días o simplemente dejarte de hacer compras excesivas en internet o en los almacenes y tal vez hacer esos sacrificios que nos ayudan para que podamos extender nuestras manos hacia otros y decir, “Señor, lo que iba a ofrecer, te lo ofrezco en tu iglesia, o te lo ofrezco en mi familia o te lo ofrezco en algún otro lugar”. Y, de esa manera, empezamos a encontrar la gracia y la misericordia de Dios.
Grandes cosas que han pasado y el Señor insiste en algo también el día de hoy. Y no me quiero ir sin decirlo: debemos honrar el día de descanso y en el día de descanso tenemos que honrar a nuestro Dios. ¿Ya estás pensando cuándo vas a descansar? No todos los días podemos ir detrás del dinero porque se nos convierte en nuestro ídolo. No todos los días podemos trabajar, se convierte en nuestro ídolo. No todos los días podemos estar detrás del fútbol o del ciclismo, o del deporte que te guste, porque se convierten en nuestros falsos ídolos. Es mejor tener a Dios como nuestro único y verdadero Dios. Descansar, honrarlo y darle la gloria y la alabanza que Él se merece. Así que no te olvides, el domingo es día para ir a la iglesia, para honrar al Señor, para descansar con tu familia y para ofrecerle al Señor las mejores cosas que tú tienes.
ORACIÓN FINAL
Antes de despedirme, como siempre, quiero pedirles a ustedes que por favor oren por mí, para que yo pueda ser fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe lo que leo y lo que trato de compartir, para que pueda enseñar siempre la verdad y para que pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos ustedes y los acompañe siempre ¡Que Dios los bendiga!
PARA MEDITAR
Ya se acerca la Cuaresma y la iglesia nos pide —en el espíritu penitencial de este tiempo litúrgico— hacer sacrificios y ayunar. Lee la homilía del Papa al final de estas notas y, en oración, pídele al Señor que te inspire cuál es el ayuno verdadero quiere Él que le ofrezcas esta Cuaresma.
Más que dejar de comer chocolates, dejar los dulces, el café o una comida favorita ¿qué tal dejar el exceso de TV, ayunar de chisme, dejar esas músicas con letras obscenas, ayunar de egoísmo?
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Ex 33, 9-10
697 La nube y la luz. Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Desde las teofanías del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la transcendencia de su Gloria: con Moisés en la montaña del Sinaí (cf. Ex 24, 15-18), en la Tienda de Reunión (cf. Ex 33, 9-10) y durante la marcha por el desierto (cf. Ex 40, 36-38; 1 Co 10, 1-2); con Salomón en la dedicación del Templo (cf. 1 R 8, 10-12). Pues bien, estas figuras son cumplidas por Cristo en el Espíritu Santo. Él es quien desciende sobre la Virgen María y la cubre "con su sombra" para que ella conciba y dé a luz a Jesús (Lc 1, 35). En la montaña de la Transfiguración es Él quien "vino en una nube y cubrió con su sombra" a Jesús, a Moisés y a Elías, a Pedro, Santiago y Juan, y «se oyó una voz desde la nube que decía: "Este es mi Hijo, mi Elegido, escuchadle"» (Lc 9, 34-35). Es, finalmente, la misma nube la que "ocultó a Jesús a los ojos" de los discípulos el día de la Ascensión (Hch 1, 9), y la que lo revelará como Hijo del hombre en su Gloria el Día de su Advenimiento (cf. Lc 21, 27).
Ex 33, 11
2576 Pues bien, “Dios hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo” (Ex 33, 11). La oración de Moisés es modelo de la oración contemplativa gracias a la cual el servidor de Dios es fiel a su misión. Moisés “conversa” con Dios frecuentemente y durante largo rato, subiendo a la montaña para escucharle e implorarle, bajando hacia el pueblo para transmitirle las palabras de su Dios y guiarlo. “Él es de toda confianza en mi casa; boca a boca hablo con él, abiertamente” (Nm 12, 7-8), porque “Moisés era un hombre humilde más que hombre alguno sobre la haz de la tierra” (Nm 12, 3).
Ex 33, 12-19 y Ex 34, 5-6, 9
210 Tras el pecado de Israel, que se apartó de Dios para adorar al becerro de oro (cf. Ex 32), Dios escucha la intercesión de Moisés y acepta marchar en medio de un pueblo infiel, manifestando así su amor (cf. Ex 33,12-17). A Moisés, que pide ver su gloria, Dios le responde: "Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad (belleza) y pronunciaré delante de ti el nombre de YHWH" (Ex 33,18-19). Y el Señor pasa delante de Moisés, y proclama: "Señor, Señor, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad" (Ex 34,5-6). Moisés confiesa entonces que el Señor es un Dios que perdona (cf. Ex 34,9).
Ex 33, 19-23
2583 Después de haber aprendido la misericordia en su retirada al torrente de Kérit, Elías enseña a la viuda de Sarepta la fe en la palabra de Dios, fe que confirma con su oración insistente: Dios devuelve la vida al hijo de la viuda (cf. 1 R 17, 7-24).
En el sacrificio sobre el Monte Carmelo, prueba decisiva para la fe del pueblo de Dios, el fuego del Señor es la respuesta a su súplica de que se consume el holocausto [...] “a la hora de la ofrenda de la tarde”: “¡Respóndeme, Señor, respóndeme!” son las palabras de Elías que las liturgias orientales recogen en la epíclesis eucarística (cf. 1 R 18, 20-39).
Finalmente, volviendo a andar el camino del desierto hacia el lugar donde el Dios vivo y verdadero se reveló a su pueblo, Elías se recoge como Moisés “en la hendidura de la roca” hasta que “pasa” la presencia misteriosa de Dios (cf. 1 R 19, 1-14; Ex 33, 19-23). Pero solamente en el monte de la Transfiguración se dará a conocer Aquél cuyo Rostro buscan (cf. Lc 9, 30-35): el conocimiento de la Gloria de Dios está en el rostro de Cristo crucificado y resucitado (cf. 2 Co 4, 6).
2666 Pero el Nombre que todo lo contiene es aquel que el Hijo de Dios recibe en su encarnación: JESÚS. El nombre divino es inefable para los labios humanos (cf. Ex 3, 14; 33, 19-23), pero el Verbo de Dios, al asumir nuestra humanidad, nos lo entrega y nosotros podemos invocarlo: “Jesús”, “YHVH salva” (cf. Mt 1, 21). El Nombre de Jesús contiene todo: Dios y el hombre y toda la Economía de la creación y de la salvación. Decir “Jesús” es invocarlo desde nuestro propio corazón. Su Nombre es el único que contiene la presencia que significa. Jesús es el resucitado, y cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de Dios que le amó y se entregó por él (cf. Rm 10, 13; Hch 2, 21; 3, 15-16; Ga 2, 20).
Ex 34, 6
214 Dios, "El que es", se reveló a Israel como el que es "rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Estos dos términos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. "Doy gracias a tu Nombre por tu amor y tu verdad" (Sal 138,2; cf. Sal 85,11). Él es la Verdad, porque "Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna" (1 Jn 1,5); él es "Amor", como lo enseña el apóstol Juan (1 Jn 4,8).
231 El Dios de nuestra fe se ha revelado como Él que es; se ha dado a conocer como "rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Su Ser mismo es Verdad y Amor.
2577 De esta intimidad con el Dios fiel, lento a la ira y rico en amor (cf. Ex 34, 6), Moisés ha sacado la fuerza y la tenacidad de su intercesión. No pide por él, sino por el pueblo que Dios ha reunido. Moisés intercede ya durante el combate con los amalecitas (cf. Ex 17, 8-13) o para obtener la curación de María (cf. Nm 12, 13-14). Pero es sobre todo después de la apostasía del pueblo cuando “se mantiene en la brecha” ante Dios (Sal 106, 23) para salvar al pueblo (cf. Ex 32, 1-34, 9). Los argumentos de su oración (la intercesión es también un combate misterioso) inspirarán la audacia de los grandes orantes tanto del pueblo judío como de la Iglesia. Dios es amor, por tanto es justo y fiel; no puede contradecirse, debe acordarse de sus acciones maravillosas, su gloria está en juego, no puede abandonar al pueblo que lleva su Nombre.
Ex 34, 7
211 El Nombre divino "Yo soy" o "Él es" expresa la fidelidad de Dios que, a pesar de la infidelidad del pecado de los hombres y del castigo que merece, "mantiene su amor por mil generaciones" (Ex 34,7). Dios revela que es "rico en misericordia" (Ef 2,4) llegando hasta dar su propio Hijo. Jesús, dando su vida para librarnos del pecado, revelará que Él mismo lleva el Nombre divino: "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo soy" (Jn 8,28)
Ex 34, 28
2056 La palabra “Decálogo” significa literalmente “diez palabras” (Ex 34, 28; Dt 4, 13; 10, 4). Estas “diez palabras” Dios las reveló a su pueblo en la montaña santa. Las escribió “con su Dedo” (Ex 31, 18), a diferencia de los otros preceptos escritos por Moisés (cf. Dt 31, 9.24). Constituyen palabras de Dios en un sentido eminente. Son transmitidas en los libros del Ex (cf. Ex 20, 1-17) y del Deuteronomio (cf. Dt 5, 6-22). Ya en el Antiguo Testamento, los libros santos hablan de las “diez palabras” (cf. por ejemplo, Os 4, 2; Jr 7, 9; Ez 18, 5-9); pero su pleno sentido será revelado en la nueva Alianza en Jesucristo.
Ex 34, 29
2058 Las “diez palabras” resumen y proclaman la ley de Dios: “Estas palabras dijo el Señor a toda vuestra asamblea, en la montaña, de en medio del fuego, la nube y la densa niebla, con voz potente, y nada más añadió. Luego las escribió en dos tablas de piedra y me las entregó a mí” (Dt 5, 22). Por eso estas dos tablas son llamadas “el Testimonio” (Ex 25, 169, pues contienen las cláusulas de la Alianza establecida entre Dios y su pueblo. Estas “tablas del Testimonio” (Ex 31, 18; 32, 15; 34, 29) se debían depositar en el “arca” (Ex 25, 16; 40, 1-2).
(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)
COMENTARIOS ADICIONALES
Papa Francisco. Misa Matutina en la capilla de la Domus Sanctae Marthae. Viernes, 16 de febrero de 2018.
"Cuál es el verdadero ayuno"
Cuaresma: tiempo privilegiado de penitencia y de ayuno, pero, ¿qué penitencia y qué ayuno quiere del hombre el Señor? El riesgo, de hecho, es «maquillar» una práctica virtuosa, ser «incoherentes». Y no se trata solo de «elecciones alimentarias», sino de estilos de vida por los cuales se debe tener la «humildad» y la «coherencia» de reconocer y corregir los propios pecados.
Es esta, en síntesis, la reflexión que, al inicio del camino cuaresmal, el Pontífice propuso a los fieles durante la misa celebrada en Santa Marta la mañana del viernes 16 de febrero. Palabra clave de la meditación, sugerida por la liturgia del día, fue «ayuno»: «Ayuno frente a Dios, ayuno que es adoración, ayuno en serio», porque «ayunar es una de las tareas a hacer en la Cuaresma». Pero no en el sentido de quien dice: «Como solo los platos de la Cuaresma». De hecho, comentó Francisco, «¡esos platos hacen un banquete! No es cambiar de platos o hacer el pescado de un modo u otro, más sabroso». Si no, no se hace otra cosa que «continuar el carnaval».
Es la palabra de Dios, subrayó, la que amonesta que «nuestro ayuno sea verdadero. Verdadero en serio». Y, añadió, «si tú no puedes hacer ayuno total, ese que hace sentir el hambre hasta los huesos», al menos «haz un ayuno humilde, pero verdadero».
En la primera lectura (Isaías 58, 1-9), a ese respecto. «el profeta subraya muchas incoherencias en la práctica de la virtud». Precisamente «esta es una de las incoherencias». El elenco de Isaías es detallado: «vosotros decís que me buscáis, me habláis. Pero no es cierto» y «en el día de vuestro ayuno os ocupáis de vuestros asuntos»: es decir, mientras «ayunar es un poco despojarse», nos preocupa «ganar dinero». Y de nuevo: «explotáis a todos vuestros trabajadores»: es decir, explicó el Papa, mientras se dice: «Te agradezco Señor porque yo puedo ayunar», se desprecia a los obreros que sobre todo «deben ayunar porque no tienen qué comer». La acusación del profeta es directa: «He aquí, vosotros ayunáis para litigio y pleitos y para dar puñetazos a malvados».
Es una doble cara inadmisible. Explicó el Pontífice: «Si tú quieres hacer penitencia hazla en paz. Pero tú no puedes por una parte hablar con Dios y por la otra hablar con el diablo, invitar al ayuno a los dos; esta es una incoherencia». Y, siguiendo siempre las indicaciones de la Escritura —«No ayunéis más como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz»— Francisco puso en guardia sobre el exhibicionismo incoherente. Y sobre el comportamiento de quien, por ejemplo, recuerda siempre: «nosotros somos católicos, practicamos; yo pertenezco a esa asociación, nosotros ayunamos siempre, hacemos penitencia». A ellos preguntó idealmente: «Pero, ¿ayunáis con coherencia o hacéis la penitencia incoherentemente como dice el Señor, con ruido, para que todos la vean y digan: “Pero qué persona justa, qué hombre justo, qué mujer justa?”». Esto, de hecho, «es un truco; es maquillar la virtud. Es maquillar el mandamiento». Y es, añadió, una «tentación» que todos alguna vez hemos sentido, «de maquillar en vez de ir en serio sobre la virtud, sobre lo que el Señor nos pide». Al contrario, el Señor «aconseja a los penitentes, a esos que ayunan de maquillarse, pero en serio: “Ayunad, pero maquillaos para que la gente no vea que estáis haciendo penitencia. Sonreíd, estad contentos». Frente a tantos que «tienen hambre y no pueden sonreír», esta es la sugerencia para el creyente: «Tú busca el hambre para ayudar a los otros, pero siempre con la sonrisa, porque tú eres un hijo de Dios y el Señor te ama tanto y te ha revelado estas cosas. Pero sin incoherencias». A este punto, la reflexión del Pontífice fue aún más profunda, provocada por la pregunta: «¿qué ayuno quiere el Señor?». La respuesta llega también de la Escritura, donde en primer lugar se lee: «Doblegar como junco la cabeza». Es decir: humillarse. Y a quien pregunta: «¿Qué hago para humillarme?», el Papa responde: «Pero piensa en tus pecados. Cada uno de nosotros tiene muchos». Y «avergüénzate», porque aunque el mundo no los conozca, Dios los conoce bien. Este, por tanto, «es el ayuno que quiere el Señor: la verdad, la coherencia». Después hay un añadido: «desatar los lazos de maldad» y «deshacer las coyundas del yugo». El examen de conciencia, en este caso apunta al objetivo sobre la relación con los otros. Para hacerse comprender mejor, el Papa puso un ejemplo muy práctico: «Yo pienso en muchas empleadas del hogar que ganan el pan con su trabajo» y que son a menudo «humilladas, despreciadas». Aquí su reflexión dejó espacio al recuerdo personal: «Nunca he podido olvidar una vez que fui a casa de un amigo cuando era niño. Vi a la madre dar una bofetada a la empleada del hogar. 81 años... No lo he olvidado eso». De aquí una serie de preguntas dirigidas idealmente a quien tiene personas en servicio: «¿Cómo los tratas? ¿Como personas o como esclavos? ¿Les pagas lo que es justo, les das vacaciones? ¿Es una persona o es un animal que te ayuda en tu casa?». Una petición de coherencia que vale también para los religiosos, «en nuestras casas, en nuestras instituciones: ¿Cómo me relaciono yo con la empleada que tengo en casa, con las empleadas que están en casa?». Aquí el Pontífice añadió otra experiencia personal, recordando un señor «muy culto» pero que «explotaba a la empleada del hogar» y que, ante la consideración de que se trataba de un «pecado grave» contra personas que son «imagen de Dios», objetaba: «No, padre, debemos diferenciar: esta gente es inferior».
Por eso es necesario «deshacer las coyundas del yugo, desatar los lazos de maldad, devolver la libertad a los oprimidos, romper todo yugo». Y, comentado al profeta que advierte: «compartir el pan con el hambriento, dejar entrar en casa a las personas pobres y sin hogar», el Papa contextualizó: «Hoy se discute si damos el techo o no a los que vienen a pedirlo...». Y las indicaciones continúan: «Vestir uno que ves desnudo», pero «sin descuidar a tus parientes». Es el verdadero ayuno, el que implica la vida cotidiana. «Debemos hacer penitencia, debemos sentir un poco el hambre, debemos rezar más» dijo Francisco; pero si «nosotros hacemos mucha penitencia» y no vivimos así el ayuno, «la semilla que nacerá de ahí» será «la de la soberbia», la de quien dice: «Te doy gracias, Señor, porque puedo ayunar como un santo». Y esto, añadió, «es el truco feo», y no el que Jesús mismo sugiere «para no hacer ver a los otros que yo ayuno» (cfr. Mateo, 6, 16-18). La pregunta para plantearse, concluyó el Pontífice, es: «¿Cómo me comporto con los otros? ¿Mi ayuno llega para ayudar a los otros?». Porque si esto no sucede, ese ayuno «es fingido, es incoherente y te lleva sobre el camino de una doble vida». Es necesario, por tanto, «pedir humildemente la gracia de la coherencia». (Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 8, viernes 23 de febrero de 2018. Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el día 17 de febrero de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2018/documents/papa-francesco-cotidie_20180216_verdadero-ayuno.html)