Día 10: Agar e Ismael

INTRODUCCIÓN

Las tres lecturas de hoy están relacionadas. Nos presentan el tema de obrar con rectitud de corazón, pero también nos hablan de nuestra fragilidad y de cómo, ante la presión de situaciones difíciles, escogemos la solución más fácil, que quizás no sea la mejor. En la narrativa del Génesis, Abrahán miente nuevamente sobre su mujer, Sara. Esta vez lo hace ante el rey de Guerar, Abimélec, diciendo que es su hermana (Gn 20, 2). Lo hace por miedo a que por la belleza de Sara lo vayan a matar a él. El temor mueve a Abrahán a pecar a través de la mentira. Vemos también cómo el pecado tiene repercusiones sobre las vidas de otros, no sólo sobre la vida del que peca. Lo vemos en la mentira de Abrahán y en el maltrato que sufre Agar a manos de Sara. En el caso de la mentira de Abrahán, Abimélec estuvo a punto de pecar tomando a Sara como mujer y de haberlo hecho, hubiese muerto. Sin embargo, como Abimélec era un hombre que obraba rectamente, Dios le advierte en sueños que si la toma como esposa, morirá. Nos cuenta el relato también que, aunque Abimélec no había tocado a Sara aún, Dios había causado esterilidad en la casa de Abimélec, cerrando el vientre de sus esposas y concubinas. Abrahán intercede por Abimélec y Dios le concede la sanación a él y a sus mujeres (lo cual nos muestra el poder de la oración de intercesión). En el caso de Agar, Dios la salva a ella y a su hijo Ismael, a quien le dará gran descendencia por ser hijo de Abrahán. ¡Dios verdaderamente escribe recto sobre líneas torcidas! Pasando luego al relato de Job, leemos cómo Job concuerda con su amigo Bildad de Suáj: Dios es justo y castiga al pecador. Pero leemos el dolor y la desesperación en las palabras de Job, porque no encuentra respuesta a sus calamidades y no sabe ni siquiera si es inocente o no ante Yahvé (Jb 9, 21), aunque él mismo no encuentra culpa ante sus ojos (Jb 9, 35). Finalmente, la lectura de Proverbios nos habla de la fidelidad de Dios y de Su favor para quienes obran rectamente (Pr 3, 7).

-Vee Salazar


PUNTOS CLAVES

  • Llama la atención cómo Abrahán, no cae una pero dos veces en el mismo problema, dice mentiras. Tal vez se está protegiendo él, tal vez está protegiendo a Sara, tal vez se están protegiendo los dos.

Parece que este acto pecaminoso se ha convertido en algo normal de su conducta, que él sospecha que mentir va a salvar su vida y lo va a sacar del peligro. A veces no importa cuánto amemos a Dios. A veces tú y yo tenemos tentaciones que son difíciles de resistir.


  • Llegamos a otro momento muy importante hoy en el Génesis. Nos damos cuenta de esta historia de Abrahán que cada día empieza a tomar mucha más fuerza, pero tiene muchos momentos oscuros, muchos momentos que a veces nos podría confundir. ¿Cómo este hombre puede ser nuestro padre en la fe? También podemos pensar eso de nosotros mismos. ¿Cómo puedo ser yo creyente? ¿Cómo puedo decir yo que soy un seguidor de Dios, de Cristo? ¿Cómo puedo ser un predicador de Su Palabra? ¿Cómo puedo ser un ejemplo para la sociedad si tengo momentos tan oscuros, tan difíciles? Nos damos cuenta que, aunque tengamos momentos oscuros, Dios siempre está ahí para ir dando vida a cada uno de estos momentos, para ir interpelando cada una de nuestras acciones, para ir enderezando cada uno de los caminos que nosotros empezamos a torcer. Viene Dios y los endereza y nos muestra lo que es justo y lo que es el derecho.

  • Abrahán acaba de ver el problema que hay con Sodoma y Gomorra, se va a vivir lejos, se va a vivir a las montañas y desde ahí empieza a recordar lo que ha pasado y entra en preocupación porque Sara es una mujer hermosa y joven. A los 90 años sigue siendo hermosa, parece que es muy bonita; pero esta historia de Sara es increíble porque él la nombra como “mi hermana”, es esta la misma mentira que Abrahán usó en el capítulo 12 de Génesis, que ya leímos. Muestra cómo es de fácil para nosotros deslizarnos en la misma mentira regresando a esos hábitos pecaminosos. Lo que decía el principio el día de hoy, Abrahán tropieza en su mismo error y se le olvida confiar que Dios va a mantener su promesa, que Dios quiere mantenerlos a ellos como una familia juntos, se le olvidó que Dios ha hecho un plan para él y su familia. Él cree que el plan de Dios va a fallar y se dedica a mentir. Vimos también al principio del Génesis cómo entró la mentira en Eva y la hizo dudar; hoy entra también esta mentira que pone en duda a Abrahán y el empieza a negociar y por supuesto va a caer. Por eso Yahvé viene y le habla a Abimelec en sueños y le dice, “No tomes esa mujer, no te corresponde, te han mentido”.

  • Tiene un problema Abimélec, cuando escucha que Dios le habla pues le está transmitiendo su Palabra a través de un sueño y tal vez eso no era claro para Abimélec, pero con sencillez y limpieza de corazón en sus manos dice. “Yo no he hecho nada indebido, simplemente a mí también me engañaron, a mí me mintieron”. Porque el corazón de Abimélec estaba limpio, Dios lo guardó de que cayera en pecado y nos damos cuenta cómo el poder de Dios puede proteger y guiarnos incluso cuando no somos creyentes. A veces no podemos explicarnos cómo personas que no creen se mantienen siendo muy buenas, siendo muy puras. Abimélec no era creyente, pero sin embargo Dios protege ese corazón. A pesar de que Abrahán falle, realmente Dios sigue confiando en él. Él sabe que puede salir de esta situación. Dios no quiere abandonar a Abrahán, Dios no quiere tampoco que Abimélec toque a Sara.

  • Sara es el vientre del cual va a salir el Hijo de la promesa, es de quien eventualmente va a salir el Mesías, es de ahí donde sale la promesa y esto no se puede dejar en manos de los hombres. Dios toma el control y por eso le dice a Abimélec: “Oye, esta es la mujer de un profeta” y ese profeta ahora tiene que orar por este hombre. Y aunque Abrahán está en pecado, no deja de ser profeta. Aunque está en pecado sigue siendo un hombre poderoso en oración.

  • Aprovecho para hablar de nuestros hermanos sacerdotes, de nosotros que hemos caído de alguna manera. Dios nos sigue utilizando porque somos simplemente sus instrumentos. Porque alguno de nosotros falle, porque tú falles en tu hogar como esposo, como esposa, como hijo, Dios sigue eligiéndote y sigue permitiendo que tú tengas una oración que es poderosa. Porque la misericordia de Dios no dejó a Abrahán tampoco te va a dejar a ti, tampoco me va a dejar a mí. Tú y yo debemos confiar en Dios porque Dios es un Dios compasivo y misericordioso. Tal vez nos va a decir, “¿Por qué hiciste esto?” Parece que no es una pregunta lógica que le hace Abimélec a Abrahán, pero a veces nosotros también quisiéramos saber, ¿por qué la gente nos engaña? ¿Por qué la gente nos traiciona? Tal vez no hay una respuesta, seguramente Abrahán no estaba poniendo su confianza en Dios y por eso falló. Tal vez tú y yo fallamos porque no ponemos nuestra confianza en Dios, porque no nos dejamos llevar por su Palabra. Por eso hoy, tanto Job como Abrahán se hacen grandes preguntas.

  • Y el libro de los Proverbios viene a confrontarnos diciéndonos que, la sabiduría definitivamente sólo viene de Yahvé, pues de la boca de Él solo sale la prudencia, sólo sale el saber. Todo lo que queremos enderezar sale de la boca de Dios, pues Dios es quien guarda cada uno de nuestros corazones, quien guarda a cada uno de nosotros. Pues Dios todo lo hace en derecho y en rectitud y todos sus caminos conducen al bien. ¿En qué caminos andas tú hoy? Tal vez están torcidos. Dile al Señor, “Señor, necesito que endereces mi camino. Necesito volver a confiar, necesito volver a creer. ¿En quién? En mí mismo. Porque tal vez he mentido, tal vez he fallado."

  • Qué lindo encontrar que nuestros padres en la fe no sólo nos dan un ejemplo de cómo creer, sino de cómo enderezar lo que hemos torcido. Así que pidámosle al Señor que siga ayudándonos, que Él sea quien nos ayude a enderezar nuestros caminos, que podamos caminar sin miedo y sabiendo que, aunque nos hayamos equivocado ahí está Él para darnos la mano, para ayudarnos y para poder seguir adelante.


RECAPITULANDO

  • El ejemplo de Abrahán nos enseña que Dios nos elige, aunque nosotros seamos pecadores, aunque caigamos y hayamos fallado en el pasado.

  • A veces caemos porque no confiamos suficientemente en Dios, porque no confiamos que Él va a poder asistirnos.

  • Dios es justo en sus pronunciamientos, pero auxilia al que procede con rectitud de corazón.

  • Dios es compasivo y misericordioso. Quiere que nos dejemos llevar por Su Palabra y enderecemos nuestras sendas. Hoy es el día en que podemos cambiar.


ORACIÓN FINAL

"Pero antes de despedirme y de seguir adelante, quisiera que ustedes oraran por mí, para que yo siga siendo fiel a este ministerio que se me ha confiado; para que pueda seguir viviendo con fe lo que trato de enseñar; para que lo que enseño sea la verdad y para que yo pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios Todopoderoso, que es Padre Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. Por favor no se olviden de que hoy pueden alabar, bendecir y predicar con la Palabra de Dios. Nos vemos mañana y pásales este mensaje a tus seres queridos, a tus amigos y compañeros." (Fray Sergio)


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Gn 21, 1-2

489 A lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas santas mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la promesa de una descendencia que será vencedora del Maligno (cf. Gn 3, 15) y la de ser la madre de todos los vivientes (cf. Gn 3, 20). En virtud de esta promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf. Gn 18, 10-14; 21,1-2). Contra toda expectativa humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil (cf. 1 Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a su promesa: Ana, la madre de Samuel (cf. 1 S 1), Débora, Rut, Judit, y Ester, y muchas otras mujeres. María "sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, que esperan de él con confianza la salvación y la acogen. Finalmente, con ella, excelsa Hija de Sión, después de la larga espera de la promesa, se cumple el plazo y se inaugura el nuevo plan de salvación." (LG 55).

Gn 21, 17

332 Desde la creación (cf. Jb 38, 7, donde los ángeles son llamados "hijos de Dios") y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (cf. Gn 3, 24), protegen a Lot (cf. Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf. Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf. Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf. Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf. Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos (cf. Jc 13) y vocaciones (cf. Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf. 1 R 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el del mismo Jesús (cf. Lc 1, 11.26).

Job 10, 8-12

2270 La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 1, 1).

«Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado» (Jr 1, 5).

«Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra» (Sal 139, 15).