Día 77: Josué sucede a Moisés como líder

INTRODUCCIÓN

Seguimos con nuestro caminar por Número y Deuteronomio. Ya estamos llegando al final, en unos cuantos programas ya estaremos terminando esta sección y hoy podemos recordar que Moisés está concluyendo su tercer discurso, llamémoslo así, él lo concluía el día de ayer. Hace un llamamiento final a las personas, dice: “Miren esta es la clave para todo en la vida, hay que obedecer el pacto a Dios, sí lo obedecemos esto nos va a llevar a la prosperidad, así la humanidad va a prosperar”. Así que, él ha venido haciendo muchas exhortaciones, lo hemos visto por todo el Deuteronomio. Él dice, Dios ha puesto delante de nosotros la vida y la muerte, el bien y el mal, es nuestra opción, ¿qué quieres tú escoger? Y sí tú obedeces a Dios pues te lleva a una bendición y te lleva a la vida, mientras que sí desobedeces a Dios vas a llevar la maldición y la muerte, así que la obediencia a Dios significa que tú y yo debemos guardar ese pacto del Sinaí que hizo el Pueblo de Israel. Era una obligación únicamente para ellos, sin embargo, obedecer a Dios lleva una bendición, es un principio que no se limita simplemente a un pueblo, ¡no!, se aplica para todo, se aplica para tu trabajo, se aplica para la vida actual.


Si tú y yo amamos a Dios y hacemos lo que Él nos manda vamos a descubrir lo que es mejor para el plan de nuestra vida y para el trabajo. Así que no digamos que no van a haber dificultades, ¡claro que sí! Pero en medio de las dificultades, si seguimos a Cristo, si estamos perseguidos, marginados, encarcelados, pero estamos con Dios vamos a tener una integridad genuina, nos ira bien porque Dios viene a hacer justicia, porque tenemos la bendición de Dios. Incluso en estos tiempos difíciles es cuando más debemos obedecer a Dios. Aunque la persecución nos llegue, no podemos dejar de obedecerlo a Él porque es lo único que va a dar frutos y es lo que hemos visto con los mártires, con los santos quienes han salido de momentos de persecución y de dificultad para el mundo y para la Iglesia.


Hoy vamos a descubrir cómo Moisés ya cumple su labor, nos da las últimas instrucciones y le va a dar a Josué el lugar que le corresponde, que Dios lo ha pedido, no fue Moisés quien lo escogió fue el mismo Yahveh y lo pone como líder de su pueblo. Así que Moisés va a llamar a Josué y delante de todo el pueblo, le va a decir dos cosas muy importantes: “Sé firme y sé valiente y solo de esta manera vas a poder entrar en la Tierra Prometida”. Así que tal vez estas son palabras para nosotros hoy, tenemos que ser firmes y valientes en nuestra fe, en lo que creemos, en lo que profesamos y seguramente tú y yo podemos entrar en el Cielo. Vamos a ver como hoy Josué se reconoce delante de todos con la responsabilidad que se le ha dado y también el pueblo, reconoce que Josué va a ser el único sucesor legítimo de Moisés. Estamos llegando a los finales de Moisés cuando va a dejar su lugar completamente pues va a morir y así pasa en cualquier organización, ya sea en un país, en una escuela, en una Iglesia, en un negocio, se forma un caos si no se resuelve el tema de quién va a ser el sucesor legítimo.


Así que iniciemos el día de hoy. Estaremos leyendo Números 32, Deuteronomio 31 y Sal 117.

Este es el día 77 ¡Empecemos!



ORACIÓN INICIAL

Padre de Amor y Misericordia, Tú qué haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía. Infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. A ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos seguir gozando esta Palabra de Dios en nuestras vidas hoy.


PUNTOS CLAVES

  • Qué interesante lo que venía hablando desde el principio de este día, vamos a detallar un poco la decisión de escoger a Josué, este no es un capricho de Moisés, no es el capricho del Pueblo, no es algo que se hizo a último momento, sino que, es el mismo Yahvé el que va dirigiendo esta decisión.

  • Moisés ha estado preparando durante mucho tiempo a Josué para tomar su lugar y lo hemos visto desde el inicio de este libro, el Deuteronomio, que el Señor le dice “Mira Moisés toma a Josué como tu asistente.” Poco después de salir de Egipto Moisés ha visto que Josué tiene mucha capacidad militarmente y con el tiempo le va dando muchas oportunidades, lo pone líder del ejército. Moisés se da cuenta de que Josué es capaz de ver las cosas desde una perspectiva diferente, como las ve Dios, que está dispuesto a arriesgarse, a arriesgar todas sus seguridades para defender lo que es correcto. Lo vemos también en Números, cómo Moisés va entrenando a Josué en el arte de gobernar durante estos problemas con los Reyes Amorreos. El elemento importante es darnos cuenta de que Dios siempre va entrenado a las personas.

  • El plan de Moisés era interesante pero él también está orando por Josué y ahora que Josué tiene que tomar este puesto pues parece que ya está listo, está preparado para este liderazgo y él está llamado por Dios para entrar en la Tierra Prometida con el Pueblo de Yahvé y con Yahvé mismo. ¿Qué es más importante para nosotros? Entrar con Yahvé, entrar como pueblo o entrar como el pueblo escogido de Yahvé.

  • Hoy vemos que el pueblo va a entrar y es el pueblo escogido pero también Moisés va a entonar y va a prepararnos un cántico que lo veremos mañana y es un texto profético que advierte que Israel no va a obedecer el pacto, por lo tanto, va a sufrir terriblemente, pero ¿qué es lo más lindo que veremos mañana? Que aunque el pueblo no cumpla, que aunque sufra, al final, siempre Dios lo quiere redimir, porque Dios es un Dios fiel, es un Dios misericordioso que siempre quiere redimirte a ti, a mí, al pueblo y a los que hemos fallado y Moisés va a exhortar al pueblo y les va a decir: “Oigan tomen esto muy en serio, la ley es para tomarla en serio y Dios les ha hecho grandes promesas a ustedes, Él hizo declaraciones de que Él era incondicional, Él dice que si no se portan bien los va a dispersar por todas las naciones, que si ustedes no se portan bien los van a arrancar de la tierra por su infidelidad.”

  • Hoy en día nos damos cuenta de que eso sucedió, así que este pueblo necesita arrepentirse en el futuro porque se va a dispersar y para poder regresar tienen que convertirse a Dios. Podríamos preguntarnos ¿qué necesitamos nosotros para regresar a Dios? Lo mismo que necesitó el pueblo, arrepentirnos de nuestra maldad, de nuestro egoísmo, de las cosas que no hemos hecho bien. Por eso nos dispersamos, porque somos desobedientes, pero hay que regresar y ser obedientes a ese pacto de Dios, a sus mandamientos.

  • Hoy podemos pedir por la gracia de Dios, que esta gracia nos ayude. ¿Podemos seguir la ley? Sí, pero la ley sin gracia carece de alma, de sentido. Nosotros vamos a regresar no por ser obedientes a la ley sino porque podemos entregar nuestro corazón a Dios y Él nos va a traer de vuelta, Él nos va a retornar, Él nos va a abrazar una vez más y así lo hará con el Hijo Pródigo más adelante cuando lo estudiemos. Él nos ha prometido que nos mandaría un Mesías y que éste haría que nuestros corazones se convirtieran una vez más a Él y ¡ya lo tenemos entre nosotros!, es el Señor Jesús que ha venido para recogernos de cualquier pueblo en que estemos metidos, de cualquier situación, de cualquier pecado, viene Jesús nos recoge y nos vuelve a traer hacia Él.


  • No olvidemos, Josué no fue escogido por Moisés, fue Dios mismo quien lo escogió para que fuera el sucesor de Moisés. Si nosotros tuviéramos la oportunidad de elegir, en realidad, ¿A quién elegiríamos nosotros como líder? ¿Quién sería el líder en nuestras vidas?¿No sería interesante escoger nosotros a Jesús como líder de nuestras vidas hoy? Para que Él nos conduzca, para que nos lleve a esa vida nueva, que nos lleve a esa Tierra Prometida que Él mismo vino a entregarnos a través de su pasión, muerte y resurrección.

  • Hoy, como Moisés, demos ánimo a la gente para que no teman a los enemigos, no teman a los que hacen el mal, digamosles repetidas veces como lo hizo Moisés: “Ánimo seamos valientes.” No olvidemos nuestra fe, no olvidemos nuestras leyes, no olvidemos nuestra Iglesia, no olvidemos a Jesús, sino todo lo contrario ¡Ánimo! ¡Ánimo delante del pueblo! ¡Ánimo delante de los injustos! y demos testimonio de que el amor y la fidelidad de Dios todo lo puede cambiar que la salvación es para todos, que los malos pueden volver al camino del bien y los que estamos en el bien debemos tener mucho cuidado porque en cualquier momento nuestro corazón se puede desviar y podemos cambiar también. Así que, ¡Ánimo! Seamos valientes y estemos vigilantes.


ORACIÓN FINAL

Antes de despedirme no se olviden por favor de orar por mí, para que siga siendo fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe esto que leo y que comparto con ustedes, para que pueda enseñar la verdad y para que pueda cumplir lo que he enseñado. Que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre ¡Que Dios los bendiga!


PARA MEDITAR

  • Fray Sergio nos recordó hoy que "la ley sin gracia carece de alma." Reflexiona si en tu caminar de fe has tenido ocasiones en las cuales te has preocupado más por la perfección de una observancia exterior de la fe sin evidenciar una renovación interior que se traduzca en acciones concretas en favor de las demás personas.

  • ¿Quién es el líder indiscutible en tu vida: tú mismo, tu familia, el trabajo, los amigos, la diversión? ¿En qué puesto queda Dios?


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Dt 31, 9 y Dt 31, 24

2056 La palabra “Decálogo” significa literalmente “diez palabras” (Ex 34, 28; Dt 4, 13; 10, 4). Estas “diez palabras” Dios las reveló a su pueblo en la montaña santa. Las escribió “con su Dedo” (Ex 31, 18), a diferencia de los otros preceptos escritos por Moisés (cf. Dt 31, 9.24). Constituyen palabras de Dios en un sentido eminente. Son transmitidas en los libros del Éxodo (cf. Ex 20, 1-17) y del Deuteronomio (cf. Dt 5, 6-22). Ya en el Antiguo Testamento, los libros santos hablan de las “diez palabras” (cf. por ejemplo, Os 4, 2; Jr 7, 9; Ez 18, 5-9); pero su pleno sentido será revelado en la nueva Alianza en Jesucristo.


Sal 117, 24 2173

2173 El Evangelio relata numerosos incidentes en que Jesús fue acusado de quebrantar la ley del sábado. Pero Jesús nunca falta a la santidad de este día (cf. Mc 1, 21; Jn 9, 16), sino que con autoridad da la interpretación auténtica de esta ley: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2, 27). Con compasión, Cristo proclama que “es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla” (Mc 3, 4). El sábado es el día del Señor de las misericordias y del honor de Dios (cf. Mt 12, 5; Jn 7, 23). “El Hijo del hombre es Señor del sábado” (Mc 2, 28).


(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)



COMENTARIOS ADICIONALES


Papa Francisco. Audiencia General. Aula Pablo VI. Miércoles, 25 de agosto de 2021


Catequesis 6. Los peligros de la Ley


"Hermanos y hermanas, ¡buenos días!


La Carta a los Gálatas informa de un hecho bastante sorprendente. Como hemos escuchado, Pablo dice que hizo una corrección a Cefas, es decir a Pedro, ante la comunidad de Antioquía, porque su comportamiento no fue bueno. ¿Qué hecho tan grave había sucedido para que Pablo se dirigiera en términos duros a Pedro? ¿Quizá Pablo ha exagerado, ha dejado demasiado espacio a su carácter sin saber contenerse? Veremos que no es así, sino que una vez más está en juego la relación entre la Ley y la libertad. Y hemos de volver sobre esto muchas veces.


Escribiendo a los Gálatas, Pablo menciona a propósito este episodio que había sucedido en Antioquía años antes. Quiere recordar a los cristianos de esas comunidades que no deben absolutamente escuchar a los que predican la necesidad de circuncidarse y por tanto caer “bajo la Ley” con todas sus prescripciones. Recordemos que estos predicadores fundamentalistas llegaron allí y crearon confusión, y también quitaron la paz a esa comunidad. Objeto de la crítica hacia Pedro era su comportamiento en la participación en la mesa. A un judío la Ley le prohibía comer con los no judíos. Pero el mismo Pedro, en otra circunstancia, había ido a Cesárea a la casa del centurión Cornelio, incluso sabiendo que trasgredía la Ley. Entonces había afirmado: «Me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre» (Hch 10,28). Una vez que volvió a Jerusalén, los cristianos circuncisos fieles a la Ley mosaica reprocharon a Pedro este comportamiento suyo, pero él se justificó diciendo: «Me acordé entonces de aquellas palabras que dijo el Señor: “Juan bautizó con agua, pero vosotros series bautizados con el Espíritu Santo”. Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poner obstáculos a Dios?» (Hch 11,16-17). Recordemos que el Espíritu Santo vino en ese momento a la casa de Cornelio cuando Pedro fue allí.


Un hecho similar había sucedido también en Antioquía en presencia de Pablo. Primero Pedro estaba en la mesa sin ninguna dificultad con los cristianos venidos del paganismo; pero cuando llegaron a la ciudad algunos cristianos circuncisos de Jerusalén —los que venían del judaísmo— entonces ya no lo hizo, para no incurrir en sus críticas. Este es el error: estaba más atento a las críticas, a quedar bien. Y esto es grave a los ojos de Pablo, también porque Pedro era imitado por otros discípulos, el primero de todos Bernabé, que junto con Pablo había evangelizado precisamente a los Gálatas (cf. Gal 2,13). Sin quererlo, Pedro, con esa forma de actuar —un poco allí, un poco acá… no claro, no transparente— creaba de hecho una división injusta en la comunidad: “Yo soy puro… yo sigo esta línea, yo debo ir así, esto no se puede…”.


Pablo, en su reproche ­—y aquí está el núcleo del problema— utiliza un término que permite entrar en el fondo de su reacción: hipocresía (cf. Gal 2,13). Esta es una palabra que volverá muchas veces: hipocresía. Creo que todos nosotros sabemos qué significa. La observancia de la Ley por parte de los cristianos llevaba a este comportamiento hipócrita, que el apóstol pretende combatir con fuerza y convicción. Pablo era recto, tenía sus defectos —muchos, su carácter era terrible— pero era recto. ¿Qué es la hipocresía? Cuando nosotros decimos: atento con ese que es un hipócrita: ¿qué queremos decir? ¿Qué es la hipocresía? Se puede decir que es miedo de la verdad. La hipocresía tiene miedo de la verdad. Se prefiere fingir en vez de ser uno mismo. Es como maquillarse el alma, como maquillarse en las actitudes, como maquillarse en la forma de actuar: no es la verdad. “Tengo miedo de proceder como yo soy y me maquillo con estas actitudes”. Y fingir impide la valentía de decir abiertamente la verdad y así se escapa fácilmente a la obligación de decirla siempre, sea donde sea y a pesar de todo. Fingir te lleva a esto: a las medias verdades. Y las medias verdades son una farsa: porque la verdad es verdad o no es verdad. Pero las medias verdades son esta forma de actuar no verdadera. Se prefiere, como he dicho, fingir en vez de ser uno mismo, y fingir impide esa valentía de decir abiertamente la verdad. Y así se escapa de la obligación —y esto es un mandamiento— de decir siempre la verdad, decirla donde sea y decirla a pesar de todo. Y en un ambiente donde las relaciones interpersonales son vividas bajo la bandera del formalismo, se difunde fácilmente el virus de la hipocresía. Esa sonrisa que no viene del corazón, ese buscar estar bien con todos, pero con nadie…


En la Biblia se encuentran diferentes ejemplos en los que se combate la hipocresía. Un buen testimonio para combatir la hipocresía es el del viejo Eleazar, a quien se le pedía que fingiera que comía carne sacrificada a las divinidades paganas para salvar su vida: fingir que la comía, pero no la comía. O fingir que comía la carne de cerdo, pero sus amigos le habían preparado otra. Pero ese hombre con temor de Dios respondió: «Porque a nuestra edad no es digno fingir, no sea que muchos jóvenes creyendo que Eleazar, a sus noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas, también ellos por mi simulación y por mi apego a este breve resto de vida, se desvíen por mi culpa y yo atraiga mancha y deshonra a mi vejez» (2 Mac 6,24-25). Honesto: no entra en el camino de la hipocresía. ¡Qué hermosa página sobre la que reflexionar para alejarse de la hipocresía! También los Evangelios narran diferentes situaciones en las que Jesús reprende fuertemente a aquellos que aparecen justos en el exterior, pero dentro están llenos de falsedad y de iniquidad (cf. Mt 23,13-29). Si tenéis un poco de tiempo hoy tomad el capítulo 23 del Evangelio de San Mateo y ved cuántas veces Jesús dice: “hipócritas, hipócritas, hipócritas”, y desvela qué es la hipocresía.


El hipócrita es una persona que finge, adula y engaña porque vive con una máscara en el rostro y no tiene el valor de enfrentarse a la verdad. Por esto, no es capaz de amar verdaderamente —un hipócrita no sabe amar—, se limita a vivir de egoísmo y no tiene la fuerza de demostrar con transparencia su corazón. Hay muchas situaciones en las que se puede verificar la hipocresía. A menudo se esconde en el lugar de trabajo, donde se trata de aparentar ser amigos con los colegas mientras la competición lleva a golpearles a la espalda. En la política no es inusual encontrar hipócritas que viven un desdoblamiento entre lo público y lo privado. Particularmente detestable es la hipocresía en la Iglesia, y lamentablemente existe la hipocresía en la Iglesia, y hay muchos cristianos y muchos ministros hipócritas. No deberíamos olvidar nunca las palabras del Señor: “Sea vuestro lenguaje: ‘sí, sí’; ‘no, no’; que lo que pasa de aquí viene del Maligno” (Mt 5,37). Hermanos y hermanas, pensemos hoy en lo que Pablo condena y que Jesús condena: la hipocresía. Y no tengamos miedo de ser sinceros, de decir la verdad, de escuchar la verdad, de conformarnos con la verdad. Así podremos amar. Un hipócrita no sabe amar. Actuar de otra manera que no sea la verdad significa poner en peligro la unidad en la Iglesia, por la cual el Señor mismo ha rezado."


(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 18 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2021/documents/papa-francesco_20210825_udienza-generale.html )