Día 14: Isaac bendice a Jacob

Evento clave 11: Jacob roba la bendición y huye (Génesis 27: 1-46)

A través del engaño, Jacob roba la bendición que le pertenece a su hermano Esaú como primogénito. Jacob, a su vez, es engañado cuando intenta casarse con Raquel, pero su suegro Labán sustituye a su hermana mayor, Lea. Labán engaña a Jacob varias veces más, lo que finalmente hace que Jacob huya de regreso a su tierra natal.

INTRODUCCIÓN

"Estaremos leyendo Génesis 27 y 28. Hoy vemos como Isaac envía a su hijo Esaú en un pequeño viaje. Rebeca, entretanto le va enseñando a Jacob como obtener esa bendición que no le correspondía. Jacob entonces finge que es su hermano Esaú y obtiene la bendición. Jacob “se la roba.”. Esto es algo que podemos ver que pasa hoy mucho en nuestras familias, en distintas situaciones. Escucho en muchos casos que el hermano se apropió de la herencia y dejó al otro sin nada, que se llevó la bendición que su padre le tenía preparada. Hoy, Esaú amenaza la vida de su hermano Jacob, su madre Rebeca lo quiere proteger y manda a Jacob lo más lejos posible. Que estas situaciones que se dan a lo largo y ancho del mundo de nuestras familias, en las de nuestros amigos, sean iluminadas por este pasaje, para que podamos ser gente de paz." (Fray Sergio)


ORACIÓN

"Padre de Amor, Padre de Misericordia te damos gracias por estas palabras que pones hoy frente a nosotros. Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición. Padre, Hijo y Espíritu Santo. No te olvides de invocar hoy al Espíritu Santo para que abra nuestra mente y nuestro corazón, para que así podamos gozar de esta palabra de Dios hoy en nuestras vidas." (Fray Sergio)


PUNTOS CLAVES

  • Hemos leído estos capítulos del Génesis sumamente interesantes (capitulo 27 y 28). Nos hemos dado cuenta que no todo siempre es perfecto y de que hay promesas. Hoy se hizo una promesa interesante, que es de bendecir al hijo equivocado y sin embargo, recibe la promesa. Jacob le ha robado la bendición y la primogenitura a su hermano. Su hermano está devastado, está considerando matarlo, quiere acabar con su vida. Por supuesto, su madre sale siempre a la defensa de Jacob, quien lo manda a vivir en medio de su otra familia un poco lejos. Pues Rebeca sabía que la bendición estaba destinada para Jacob y esperaba que la obtuviera. Sin embargo, ella perjudicó a Isaac al engañarlo, ella perjudicó también a Jacob al tentarlo a hacer estas cosas malas. Ella puso ese obstáculo en el camino de su hijo mayor Esaú, y ahora hay un pequeño problema entre los hermanos. En cierta forma, Rebeca sabía que esta bendición estaba destinada para Jacob y ella tenía la esperanza de que la tuviera. Pero ella perjudica a Isaac al engañarlo. La esposa engaña a su esposo y ella perjudicó a Jacob al tentarlo a la maldad, a su hijo, al decirle Mira, haz cosas malas, disfrázate y miéntele a tu padre. Entonces, ella pone un obstáculo, como lo dije antes, muy grande en el camino de la vida de su hijo mayor y esto le sirve a su hijo Esaú para que odie a su hermano Jacob e incluso que tal vez odie la misma promesa que Dios les ha hecho. ¿Quién debería ser culpable en esta situación? No sé, Dios sigue actuando y les da respuesta a todas estas cosas, el mismo Dios que ha dirigido a Abraham, pues ahora dirigió a Isaac y ahora va seguir dirigiendo a Jacob. Jacob, quien primero le roba la primogenitura a su hermano, cuando lo ve con hambre, al darle un plato de lentejas y quien hoy a través de la mentira con su madre, como cómplice, le roba la bendición a su hermano.


  • Grandes acontecimientos, grandes dolores que van afectar la vida de Esaú, quien lo único que sabe es sentir odio en estos momentos y que está desesperado. Hoy Esaú grita y pide que su padre lo bendiga. Así que Isaac por fe, ha bendecido a sus dos hijos. Pero hay engaño, hay dolor, hay malicia. Jacob llevó esa malicia a Esaú y le roba la bendición. Lo mismo que vemos cómo se interpuso al principio Caín, quien mató a su hermano Abel, solamente porque Abel había ganado la aceptación de Dios y lo priva de seguir adelante. Hoy Rebeca se da cuenta que Jacob está en peligro y le aconseja que de una retirada por seguridad.

  • Pidámosle al Señor que nos de sabiduría, que nos ayude a dar esperanza a los desesperanzados. Que ayudemos a todos aquellos que han perdido sus promesas, para que se mantengan fuera del camino del mal. Pidámosle a Dios que nos siga hablando hoy, pues le habló a Jacob a través del sueño. También Jacob descubrió esta piedra en que descanso y con la cual ahora va a edificar una casa para Dios. Ha hecho una promesa a Dios que si Él lo sigue bendiciendo le construirá una casa.


RECAPITULANDO

  • ¿Qué estás construyendo tú para Dios hoy en tu vida, en tu familia?

  • Pidámosle al Señor que nos ayude a recibir sus bendiciones, no solo para nosotros sino para los que están por venir. Que, aunque nuestro servicio sea un poco difícil, que aunque corrijamos nuestros fraudes, nuestros errores, que las bendiciones no paren de caer sobre cada uno de nosotros para que actuemos siempre de la mejor manera.

  • Así como Isaac bendijo a sus hijos, bendice hoy a tu familia, bendice hoy a tus compañeros de trabajo, bendice a todas las personas que están a tu lado.


ORACIÓN FINAL

“Sobre todo, no te olvides de orar por mí, para que yo pueda llevar adelante esta misión que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe lo que trato de enseñar y para que al enseñarlo lo pueda cumplir y así que la bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañen siempre. Y no te olvides de alabar, bendecir y predicar con la palabra de Dios. ¡Que Dios te bendiga!.” (Fray Sergio)


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Gn 28, 10-22

2573 Dios renueva su promesa a Jacob, cabeza de las doce tribus de Israel (cf. Gn 28, 10-22). Antes de enfrentarse con su hermano Esaú, lucha una noche entera con “alguien” misterioso que rehúsa revelar su nombre pero que le bendice antes de dejarle, al alba. La tradición espiritual de la Iglesia ha tomado de este relato el símbolo de la oración como un combate de la fe y una victoria de la perseverancia (cf. Gn 32, 25-31; Lc 18, 1-8).