Día 62: Espías de Israel en Canaán

Evento clave 25: El envío de los doce espías (Números 13 1-33)

Mientras los israelitas se preparan para entrar a la Tierra Prometida, mandan a doce espías a explorar el territorio. Diez de estos espías dan un informe negativo y desaniman al pueblo. Dos de ellos, Josué y Caleb, animan al pueblo a confiar en Dios y a conquistar la tierra, pero sin éxito. En respuesta a la falta de fe del pueblo, Dios decreta cuarenta años de peregrinar por el desierto, un año por cada día que exploraron la tierra.

INTRODUCCIÓN

Continuamos con el libro de Números. Y estábamos mirando en los programas anteriores cómo Moisés se quejó con Dios. Y parece que a Dios no le gustó mucho esa queja, porque Moisés dijo que, incluso, prefería morirse que seguir viviendo con toda esta gente. Moisés se equivoca al quejarse de esa manera con Dios, pues él pensó que era él el que estaba llevando el peso de todo y se le olvidó que Dios nunca le pide hacer eso. Dios era quien le estaba ayudando y soportando a toda esta gente. Bueno, y también un poco Moisés, pero parece que a veces Moisés no confiaba del todo en el Señor. Finalmente Dios termina diciéndole: “Ok, sé que estás cansado. Te voy a poner 70 hombres a que te ayuden" y los nombra para ese propósito. Estos 70 hombres van a seguir durante toda la historia de Israel. E incluso cuando Jesús viene, están todavía esos 70 hombres que conforman el famoso “Sanedrín”. y es el grupo que se va a reunir para decidir acerca de la muerte de Jesús. Ese grupo definitivamente tenía mucho poder.


Hoy vamos a ver algo muy interesante: llegamos al capítulo donde la gente se sigue quejando. Parece que nos gusta quejarnos mucho de todo. Y de pronto el Señor va a hablar fuertemente en contra de este pueblo. Les va a decir: “Miren ustedes pueden quedarse todo lo que quieran, pero, la verdad, es que se les ha dado bastante”. Y podríamos pensar en eso un momentico, porque muchas veces nos quejamos de nuestros líderes una y otra vez. Parece que nada de lo que ellos hagan nos va a servir. Hoy son Aarón y Miriam —los hermanos de Moisés— los que se van a quejar y que tratan de quitar la autoridad de Moisés. Están organizando como una revuelta. Claro, tienen una queja justa, porque Moisés está diciendo que los Israelitas no se deben casar con extranjeros ¡Pero la esposa de Aaron es extranjera! [Nota: es de hecho la esposa de Moisés, la mujer Cusita] Aunque parece que esa no es la preocupación y ellos empiezan a murmurar porque podemos leer entrelíneas que parece que ellos quieren tomar el puesto de Moisés y, de pronto, Dios les va a decir: “Miren, tengan cuidado porque el que escogió a Moisés no fue ninguno de ustedes, fui yo. Yo lo escogí como mi representante frente a ustedes. Con él es con el que yo he hablado cara a cara y a él es al que le he puesto mi casa. A él es el que le tengo la confianza. Así que, por favor, no la tomen contra él porque él está respaldado por mí”. Así que vamos a ver que Miriam va a contraer lepra y después Aarón va a tener que pedir perdón.


La autoridad de los líderes escogidos por Dios definitivamente tiene que ser respetada. Pues si nos rebelamos contra estos líderes, es como revelarnos contra Dios mismo. Así que vamos a ver qué nos traen estos capítulos del día de hoy. Tendremos Números capítulos 12 y 13, Deuteronomio capítulo 11 y el Salmo 94. Este es el Día 62.


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, Tú qué haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gozar de esta hermosa Palabra que nos regala hoy el Señor.


PUNTOS CLAVES

  • Estamos con estos capítulos 12 y 13 de los Números. El pueblo definitivamente está levantado. Hoy han desafiado la autoridad de Moisés y Dios responde con un castigo muy severo. Dios recuerda que no son ellos los que escogen, ha sido Él el que ha escogido. Y debemos tener cuidado cuando nos quejamos de la autoridad, como decía al principio. La autoridad viene de Dios porque no hay autoridad si no viene de Él. Así que a los líderes los debemos respetar y tal vez tenemos que mirar cómo discernir las formas de su liderazgo, cómo en ellos encontramos las formas de autoridad de Dios. Debemos descubrir que la autoridad de ellos viene de lo alto. Y tal vez hay que establecer ciertos límites para ellos o incluso retirarlos del poder cuando las cosas no van bien. Pero un detalle que es importante es que hoy el Señor les deja claro a ellos: “Moisés es tan humilde, tan maravilloso que yo lo escogí. Y quiero que ustedes no se opongan a su autoridad”. Y aunque Moisés tenía el poder y el derecho, responde de manera gentil, de manera humilde, pues, más que cualquier otro hombre en la faz de la tierra, dice Dios: “Es el más humilde, más que cualquier hombre sobre la faz de la tierra”. Y hoy los confronta a los tres: está Aarón, está María su hermana y pues está Moisés. Y hoy Aarón le tiene que decir a Moisés: “Oye, por favor, intercede para que mi hermana restaure su salud, para que podamos disminuir el castigo que ella ha merecido”. Y el Señor tiene misericordia una vez más y les demuestra que la acción de Moisés tiene poder, porque intercede y las cosas se dan.

  • Tenemos que preguntarnos hoy en día: ¿Tenemos nosotros derecho a quejarnos tanto? Porque a veces nos quejamos y nos quejamos, pero no seguimos las normas que manda la autoridad. Tengo un amigo que se quejaba que le habían dado un ticket o una multa por pasarse el semáforo en rojo. Le dije: “Bueno, pues tenías que haber escuchado esa voz del semáforo que dice “parar” cuando esté en rojo, ¿no?” -“¡Ay, pero es que es muy caro!” -“Bueno, pero, no escuchaste”.


  • Quisiera también hablar un poquito del reporte que dan estos doce hombres que se mandan. Hoy los espías que van a la tierra se dan cuenta que realmente es muy buena que “mana leche y miel”. Pero reportan que el pueblo que está allá es demasiado fuerte, los que habitan en esa tierra son gente muy grande, tienen grandes ciudades, grandes fortificaciones. Caleb levanta la voz y dice: “Bueno, podemos planear el ataque porque Dios nos lo está entregando”. Y, ¿qué hacen los demás espías? Se dejan poseer por el miedo y empiezan a dudar y a decir que es imposible conquistar esta tierra. Parece que el pueblo les creyó más a los espías que a Dios. Parece que hoy el pueblo se rebela contra el plan de Dios y están resolviendo que, de pronto, es mejor tener otro líder, alguien tal vez que los regrese a la esclavitud de Egipto… no sé, no sé, no sé…Pero, lo veremos en los próximos capítulos. Esto cada día se pone más interesante.


ORACIÓN FINAL

Pidámosle al Señor que nos ayude a confiar más en su palabra, que nos ayude a confiar más en los líderes que él pone frente a nosotros, de su pueblo, de su Iglesia, de este rebaño que conocemos hoy como “Iglesia”. Que cada uno de nosotros que estamos al frente de la comunidad hablemos con certeza. Por eso es que les pido constantemente que por favor oren por mí, para que yo sea fiel al ministerio que se me ha confiado. Pero hoy pidamos por todos los líderes de la iglesia para que seamos fieles ministros, y podamos hacer lo que Dios nos ha pedido. Para que podamos vivir con convicción lo que Dios nos ha pedido, para que podamos enseñar esa palabra que Dios nos regala a diario, y que nosotros también podamos cumplir esa palabra, lo que enseñamos. Así que espero que para todos ustedes llegue la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo, y Espíritu Santo ¡Que Dios los bendiga!


PARA MEDITAR

El tema de las quejas del pueblo contra Moisés continúa estando al frente de estas lecturas. Hoy vimos cómo son los propios hermanos de Moisés los que se quejan contra él y su autoridad. Reflexiona:

  • ¿Cuál es tu reacción cuando te enteras de que alguien se está quejando de ti?

  • ¿Te quejas frecuentemente de tus líderes (religiosos, políticos, jefes en el trabajo, etc.) o de otras personas en general?

  • Pídele al Señor en oración que acreciente en ti las virtudes de humildad y paciencia y que en este tiempo de Cuaresma te ayude a practicar obras espirituales de misericordia.


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Nm 12, 1-16

EL OCTAVO MANDAMIENTO

«No darás testimonio falso contra tu prójimo» (Ex 20, 16).

«Se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos» (Mt 5, 33).

2464 El octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo. Este precepto moral deriva de la vocación del pueblo santo a ser testigo de su Dios, que es y que quiere la verdad. Las ofensas a la verdad expresan, mediante palabras o acciones, un rechazo a comprometerse con la rectitud moral: son infidelidades básicas frente a Dios y, en este sentido, socavan las bases de la Alianza.

Nm 12, 3 y Nm 12, 7-8

2576 Pues bien, “Dios hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo” (Ex 33, 11). La oración de Moisés es modelo de la oración contemplativa gracias a la cual el servidor de Dios es fiel a su misión. Moisés “conversa” con Dios frecuentemente y durante largo rato, subiendo a la montaña para escucharle e implorarle, bajando hacia el pueblo para transmitirle las palabras de su Dios y guiarlo. “Él es de toda confianza en mi casa; boca a boca hablo con él, abiertamente” (Nm 12, 7-8 ), porque “Moisés era un hombre humilde más que hombre alguno sobre la haz de la tierra” (Nm 12, 3).

Nm 12, 13-14

2577 De esta intimidad con el Dios fiel, lento a la ira y rico en amor (cf. Ex 34, 6), Moisés ha sacado la fuerza y la tenacidad de su intercesión. No pide por él, sino por el pueblo que Dios ha reunido. Moisés intercede ya durante el combate con los amalecitas (cf. Ex 17, 8-13) o para obtener la curación de María (cf. Nm 12, 13-14). Pero es sobre todo después de la apostasía del pueblo cuando “se mantiene en la brecha” ante Dios (Sal 106, 23) para salvar al pueblo (cf. Ex 32, 1-34, 9). Los argumentos de su oración (la intercesión es también un combate misterioso) inspirarán la audacia de los grandes orantes tanto del pueblo judío como de la Iglesia. Dios es amor, por tanto es justo y fiel; no puede contradecirse, debe acordarse de sus acciones maravillosas, su gloria está en juego, no puede abandonar al pueblo que lleva su Nombre.

Dt 11, 14

1293 En el rito de este sacramento conviene considerar el signo de la unción y lo que la unción designa e imprime: el sello espiritual.

La unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo de abundancia (cf. Dt 11,14, etc.) y de alegría (cf. Sal 23,5; 104,15); purifica (unción antes y después del baño) y da agilidad (la unción de los atletas y de los luchadores); es signo de curación, pues suaviza las contusiones y las heridas (cf. Is 1,6; Lc 10,34) y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza.

(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)


COMENTARIOS ADICIONALES

Nm 12, 1-16 - Murmuración de María y Aarón contra Moisés


"La murmuración de los hermanos de Moisés comienza con el tema del matrimonio de éste con una extranjera. Aunque el texto hebreo dice «cusita», que significa «de Etiopía», comparando con Ha 3,7 que habla de Cusán en relación con los madianitas, tal vez podamos entender que se refiere a Séfora (cfr Ex 2,16-21). En cualquier caso, la murmuración de María y de Aarón se dirige contra algo más esencial: la autoridad única de Moisés como interlocutor entre Dios y el pueblo. En contra de tal autoridad aducen sus propias actividades proféticas que, al contrario de Moisés, no las entienden con actitud humilde como un carisma al servicio del pueblo, sino como un privilegio del que quieren beneficiarse. Este rasgo negativo de la conducta de Aarón, unido a lo que de él se cuenta en Ex 32, parece indicar que los recuerdos sobre su figura no siempre fueron tan positivos como podría parecer a primera vista.


El pasaje viene a mostrar el carácter único de la personalidad de Moisés entre todos los grandes personajes de la historia de Israel. Él era el que más confiaba en el Señor —tal es el significado de la palabra hebrea anaw que hemos traducido por «humilde»—. Esta confianza era la que le llevaba a ser el más paciente. Por eso Dios sale en su defensa. La severidad del castigo, así como la rapidez en la curación de María por la intercesión de Moisés, resaltan la grandeza de éste. Grandeza que le viene, sobre todo, porque a él le hablaba Dios directamente, y no mediante visiones o sueños como a los profetas. Por eso Moisés es mayor que los profetas. Según el texto hebreo Moisés contemplaba la «figura» o la «imagen» del Señor; pero ya la traducción griega, teniendo sin duda presente el carácter espiritual de Dios y su trascendencia, dice que Moisés contemplaba «la gloria del Señor». En ese mismo sentido afirmará San Juan que «a Dios nunca le ha visto nadie» (Jn 1,18 ), para resaltar a continuación que únicamente Jesucristo, el Hijo de Dios y verdadero Dios, ha podido revelarnos toda la verdad acerca del Él.


Sin embargo, el carácter espiritual y trascendente de Dios no impide que se pueda entablar con Él un diálogo abierto y confiado mediante la oración. «La oración de Moisés es típica de la oración contemplativa gracias a la cual el servidor de Dios es fiel a su misión. Moisés “habla” con Dios frecuentemente y durante largo rato, subiendo a la montaña para escucharle e implorarle, bajando hacia el pueblo para transmitirle las palabras de su Dios y guiarlo. “Él es de toda confianza en mi casa; boca a boca hablo con él, abiertamente” (Nm 12,7-8 ), porque “Moisés era un hombre humilde más que hombre alguno sobre la haz de la tierra” (Nm 12,3)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2576).”


(Tomado de los comentarios de la Sagrada Biblia Universidad de Navarra, Edición Latinoamericana, versión electrónica).


Papa Francisco. Audiencia General. Miércoles 16 de noviembre de 2016


"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Dedicamos la catequesis de hoy a una obra de misericordia que todos conocemos muy bien, pero que quizás no la ponemos en práctica como deberíamos: soportar pacientemente a las personas molestas. Todos somos muy buenos para identificar una presencia que puede molestar: ocurre cuando encontramos a alguien por la calle, o cuando recibimos una llamada… Enseguida pensamos: «¿Cuánto tiempo tendré que escuchar las quejas, los chismes, las peticiones o las presunciones de esta persona?». También sucede, e veces, que las personas fastidiosas son las más cercanas a nosotros: entre los familiares hay siempre alguno; en el trabajo no faltan; y ni siquiera durante el tiempo libre estamos a salvo. ¿Qué debemos hacer con las personas molestas? Pero también nosotros somos molestos para los demás muchas veces. ¿Por qué entre las obras de misericordia también ha sido incluida esta? ¿Soportar pacientemente a las personas molestas?


En la Biblia vemos que Dios mismo debe usar misericordia para soportar las quejas de su pueblo. Por ejemplo, en el libro del Éxodo el pueblo resulta ser verdaderamente insoportable: primero llora porque es esclavo en Egipto, y Dios lo libera; luego, en el desierto, se queja porque no tiene qué comer (cf. 16, 3), y Dios envía las codornices y el maná (cf. 16, 13—16), no obstante las quejas no cesan. Moisés hacía de mediador entre Dios y el pueblo, y él también de vez en cuando habrá resultado molesto para el Señor. Pero Dios ha tenido paciencia y así ha enseñado también a Moisés y al pueblo esta dimensión esencial de la fe.


Entonces, surge espontánea una primera pregunta: ¿alguna vez hacemos un examen de conciencia para ver si también nosotros, a veces, podemos resultar molestos para los demás? Es fácil señalar con el dedo los defectos y las faltas de otros pero debemos aprender a meternos en la piel de los demás.


Miremos sobre todo a Jesús: ¡cuánta paciencia ha tenido que tener durante los tres años de su vida pública! Una vez, mientras estaba en camino con sus discípulos, fue parado por la madre de Santiago y Juan, la cual le dijo: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino» (Mt 20, 21). La mamá hacía de lobby para sus hijos, pero era la mamá... Jesús se inspira también en esa situación para impartir una enseñanza fundamental: el suyo no es un reino de poder, no es un reino de gloria como los terrenos, sino de servicio y entrega a los demás. Jesús enseña a ir siempre a lo esencial y a mirar más allá para asumir con responsabilidad la propia misión. Podríamos ver aquí la referencia a otras dos obras de misericordia espiritual: la de advertir a los pecadores y la de enseñar a los ignorantes. Pensemos en el gran esfuerzo que se puede emplear cuando ayudamos a las personas a crecer en la fe y en la vida. Pienso, por ejemplo, en los catequistas —entre los cuales hay muchas madres y muchas religiosas— que dedican tiempo para enseñar a los chicos los elementos básicos de la fe. ¡Cuánto esfuerzo, sobre todo cuando los chicos preferirían más bien jugar antes que escuchar el catecismo!


Acompañar en la búsqueda de lo esencial es bonito e importante, porque nos hace compartir la alegría de saborear el sentido de la vida. A menudo ocurre que nos encontremos a personas que se paran en las cosas superficiales, efímeras y banales; a veces porque no han encontrado a alguien que les estimule para buscar otra cosa, para apreciar a los verdaderos tesoros. Enseñar a mirar lo esencial es una ayuda determinante, especialmente en un tiempo como el nuestro que parece haber tomado la orientación de seguir satisfacciones cortas de miras. Enseñar a descubrir qué es lo que el Señor quiere de nosotros y cómo podemos corresponder significa ponernos en camino para crecer en la propia vocación, el camino de la verdadera alegría. De ahí las palabras de Jesús a la madre de Santiago y Juan, y luego a todo el grupo de los discípulos, señalan la vía para evitar caer en la envidia, en la ambición, en la adulación, tentaciones que están siempre al acecho incluso entre nosotros los cristianos. La exigencia de aconsejar, advertir y enseñar no nos debe hacer sentir superiores a los demás, sino que nos obliga sobre todo a volver a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes con lo que pedimos a los demás. No olvidemos las palabras de Jesús: «¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?» (Lc 6, 41). Que el Espíritu Santo nos ayude a ser pacientes para soportar y humildes y sencillos para aconsejar."


(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 3 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2016/documents/papa-francesco_20161116_udienza-generale.html)