Día 51: Las vestimentas del sumo sacerdote

INTRODUCCIÓN

Hoy estamos llegando al final de este periodo tan pero tan, pero tan interesante que es llamado: Egipto y el Éxodo. Mañana nos prepararemos para entrar en la peregrinación por el desierto, algo muy curioso. Estos días hemos estado mirando los diversos aspectos del altar, del holocausto, también veíamos lo de la pila, lo del atrio, lo del patio, lo de las entradas al tabernáculo y cuál es la situación en la que estaban los israelitas. Todo lo que ellos tienen que hacer para aceptar la presencia de Dios en medio de ellos. Si comparamos esa situación con la de nosotros en el día de hoy, pues también nos damos cuenta que hay cosas que tenemos que solucionar, hay que salir del pecado que nos separa de Dios y, que tal vez necesitamos adquirir nuevas actitudes y aceptar que nosotros somos sus hijos y que queremos estar en su presencia. Para eso tenemos que prepararnos.

Llegamos a los dos últimos capítulos del Éxodo que son el 39 y el 40. Vamos a descubrir que hay un vestuario que es necesario para cada servicio religioso. Estas vestiduras van a ser conocidas como las vestiduras santas, como son: el efod, el pectoral, las túnicas, las capas, todo el vestuario que por supuesto va a ser examinado y aprobado por Moisés, él tiene todas las indicaciones. Aarón qué es el sumo sacerdote, es el que lleva e ilustra a todas las personas como las tienen que usar y ya hemos hablado un poquito del modelo de esas vestiduras y ya hoy conoceremos un poquito más, como lo dije antes, estas serán declaradas como vestiduras santas, porque se apartan para el servicio de Dios. Solo para este servicio, no se puede usar para algo más y han sido hábilmente tejidas, es decir es una forma excepcional que se ha hecho para que el sumo sacerdote que va a utilizar ocho de estas prendas de vestir, demuestre que está frente a la presencia de lo más grande, de lo más santo, lo más sagrado, que es Dios. Cuatro de estas vestiduras eran similares a las usadas por todos los sacerdotes y cuatro de estas vestiduras van a ser peculiares y se van a distinguir por las demás, pues son las que va a utilizar el sumo sacerdote, que va a ser la figura o va a prefigurar a nuestro sumo sacerdote que es Cristo, en quien vamos a encontrar toda la gracia y la gloria. Así que cada una de estas vestiduras tiene un carácter y un símbolo especial. Vamos a ver qué nos trae esta lectura el día de hoy porque terminaremos con el éxodo, pero no termina nuestra historia.

ORACIÓN INICIAL

Padre de amor misericordia, Tú que haces elocuente la lengua a los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de Tu bendición; Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Y a ti te invito para que pidas el Espíritu Santo para que abra nuestra mente y nuestro corazón, para que podamos seguir gozandonos de esta palabra tan rica y tan hermosa que el Señor nos ha regalado el día de hoy.

PUNTOS CLAVES

  • Llegamos al final del libro del Éxodo estamos en lo que es conocido como «Egipto y el Éxodo» en nuestro plan de estudio. Hoy Aarón como sumo sacerdote tiene todas sus vestiduras y está listo todo. Vemos cómo Dios quiere guiar a su pueblo. Hemos visto la nube. Cuando la nube está baja, el pueblo no se mueve. Cuando la nube se levanta, el pueblo se empieza a mover. Dios habla de esta manera y va utilizando estos signos que demuestran su presencia, que demuestran su carácter, su voluntad y que va guiando a su pueblo y hace que este pueblo camine con la certeza de que Dios está a su lado.

  • Hoy podemos entender como Aarón puede entrar al lugar santísimo, para ofrecer sacrificio por el pecado del pueblo y como también se tiene que despojar de sus hermosas vestiduras, frente a la gloria de Dios. Así como hoy vamos a ver que Jesús también fue despojado de sus vestiduras al entregarse en la cruz, se quitó su prerrogativas como Dios, se hizo pequeño, la kenosis de Jesús. Se hizo tan pequeño como nosotros, como seres humanos, nació como un niño. Aunque la gente esperaba un rey poderoso, encontramos a un humilde hombre que llamó a pescadores a que lo acompañaran a pescar hombres por todos lados y quien muere por nuestra humanidad.

  • Hoy nos damos cuenta que este sacrificio de Cristo ya se venía anticipando desde antes; ya se venía mostrando desde el Éxodo. Hemos visto como el tabernáculo, es lo que va guiando, así como Jesús hoy nos guía en la cristiandad, en el mundo actual. Ya hoy vimos que quedó instalado el tabernáculo. Hay que tener en cuenta que hay detalles muy significativos, ¿como cuáles? Hay un mobiliario especial para el tabernáculo, hay vestiduras especiales para los sacerdotes. Así que todo esto tiene, en cierta manera, un aspecto espiritual para nosotros.

  • Hay lugares donde podemos recogernos mejor, donde podemos orar, mejor donde podemos sentirnos mejor con Dios. Cuando Moisés erigió el tabernáculo en el desierto, en este campamento en el pueblo Israel sucedió algo asombroso. Es lo mismo que pasa cuando como comunidad nos reunimos en el templo, en la iglesia, en el grupo de oración, hay algo asombroso que pasa en ese lugar, la presencia de Dios ¡Se siente Su Espíritu!

  • Así que no dejemos de reunirnos y de hacer posible este encuentro con Dios. Empezamos este estudio del Éxodo, que significaba la salida y hemos visto como ya el pueblo salió. Ahora vamos a seguir con el libro de los Números y encontraremos grandes sorpresas. Para eso no me adelanto. Ya mañana será nuestro día de iniciar el libro de Números. También estaremos continuando con el Deuteronomio y los Salmos, algo muy especial

ORACIÓN FINAL

Como siempre, antes de terminar quiero pedirles a ustedes que oren por mí, Para que yo sea fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe lo que leo y lo que enseño, para que pueda enseñar siempre la verdad y para que pueda cumplir yo también todo lo que trato de enseñar. Y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre ¡Que Dios los bendiga!

PARA MEDITAR

  • Vimos hoy la importancia de las vestiduras sacerdotales como símbolo de consagración del sacerdote para el servicio del Señor ¿Sabes tú el nombre de todas las vestiduras de los ministros ordenados (obispos, presbíteros y diáconos)?

  • La lectura del Éxodo hoy nos dice que "la gloria de Yahvé llenó la Morada" (Ex 40, 34). Piensa en tu caminar con el Señor ¿Recuerdas algún momento específico en el cual experimentaste la presencia de Dios de manera poderosa?


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Ex 40, 1-2

2058 Las “diez palabras” resumen y proclaman la ley de Dios: “Estas palabras dijo el Señor a toda vuestra asamblea, en la montaña, de en medio del fuego, la nube y la densa niebla, con voz potente, y nada más añadió. Luego las escribió en dos tablas de piedra y me las entregó a mí” (Dt 5, 22). Por eso estas dos tablas son llamadas “el Testimonio” (Ex 25, 169, pues contienen las cláusulas de la Alianza establecida entre Dios y su pueblo. Estas “tablas del Testimonio” (Ex 31, 18; 32, 15; 34, 29) se debían depositar en el “arca” (Ex 25, 16; 40, 1-2).


Ex 40, 36-38

697 La nube y la luz. Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Desde las teofanías del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la transcendencia de su Gloria: con Moisés en la montaña del Sinaí (cf. Ex 24, 15-18), en la Tienda de Reunión (cf. Ex 33, 9-10) y durante la marcha por el desierto (cf. Ex 40, 36-38; 1 Co 10, 1-2); con Salomón en la dedicación del Templo (cf. 1 R 8, 10-12). Pues bien, estas figuras son cumplidas por Cristo en el Espíritu Santo. Él es quien desciende sobre la Virgen María y la cubre "con su sombra" para que ella conciba y dé a luz a Jesús (Lc 1, 35). En la montaña de la Transfiguración es Él quien "vino en una nube y cubrió con su sombra" a Jesús, a Moisés y a Elías, a Pedro, Santiago y Juan, y «se oyó una voz desde la nube que decía: "Este es mi Hijo, mi Elegido, escuchadle"» (Lc 9, 34-35). Es, finalmente, la misma nube la que "ocultó a Jesús a los ojos" de los discípulos el día de la Ascensión (Hch 1, 9), y la que lo revelará como Hijo del hombre en su Gloria el Día de su Advenimiento (cf. Lc 21, 27).


Lv 27, 30-34

2449 En el Antiguo Testamento, toda una serie de medidas jurídicas (año jubilar, prohibición del préstamo a interés, retención de la prenda, obligación del diezmo, pago cotidiano del jornalero, derecho de rebusca después de la vendimia y la siega) corresponden a la exhortación del Deuteronomio: “Ciertamente nunca faltarán pobres en este país; por esto te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquél de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra” (Dt 15, 11). Jesús hace suyas estas palabras: “Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis” (Jn 12, 8). Con esto, no hace caduca la vehemencia de los oráculos antiguos: “comprando por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias [...]” (Am 8, 6), sino que nos invita a reconocer su presencia en los pobres que son sus hermanos (cf Mt 25, 40):


El día en que su madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, santa Rosa de Lima le contestó: “Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, somos buen olor de Cristo”.


(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)

COMENTARIOS ADICIONALES

Lv 27, 30-34 - De los diezmos

222 § 1. Los fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras de apostolado y de caridad y el conveniente sustento de los ministros.

§ 2. Tienen también el deber de promover la justicia social, así como, recordando el precepto del Señor, ayudar a los pobres con sus propios bienes.


(Tomado del Código de Derecho Canónico disponible en el sitio web del Vaticano. Accesado el día 20 de febrero de 2022. https://www.vatican.va/archive/cod-iuris-canonici/esp/documents/cic_libro2_cann208-223_sp.html)


¿Qué es el diezmo?

(por el P. Jordi Rivero - Fuente: Catholic.net)

"En su sentido literal, el diezmo es la décima parte de todos los frutos adquiridos, que se debe entregar a Dios como reconocimiento de su dominio supremo (Cf. Levítico 27,30-33). El diezmo se le ofrece a Dios pero se transfiere a sus ministros. (Cf. Num 28,21).

El diezmo es una práctica de la antigüedad (tanto entre los babilonios, persas, griegos y romanos, como entre los hebreos). También es ley en la actualidad entre los musulmanes, judíos y muchos grupos cristianos.

Aparece ya en Génesis 14 cuando Abraham ofrece el diezmo al sacerdote Melquisedec. En Génesis 28, Jacob da el diezmo de todas sus posesiones al Señor.

Según la Ley Mosaica, el diezmo es obligatorio. "El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es de Yahveh; es cosa sagrada de Yahveh." (Levítico 27:30, Cf. Deut., 14, 22). En el Deuteronomio no sólo se menciona el diezmo anual, sino también un diezmo a pagarse cada tres años (el año de los diezmos).


La tribu de los levitas no heredó la tierra como las otras tribus de Israel. En vez de ello, recibían de las otras tribus, por ser representantes del Señor, el décimo de lo que la tierra producía, incluso del ganado. Ellos a su vez debían ofrecer al sacerdote una décima parte de todo lo recibido.

El Diezmo y los pobres

El diezmo del A.T. tiene una importante orientación también hacia la caridad con los pobres:

"El tercer año, el año del diezmo, cuando hayas acabado de apartar el diezmo de toda tu cosecha y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para que coman de ello en tus ciudades hasta saciarse" Deuteronomio 26,12

El diezmo en el Nuevo Testamento

Cristo no rechaza el diezmo pero enseña una referencia nueva: Dar ya no el 10% sino darse del todo por amor, sin contar el costo.

En ninguna de las cuatro veces que el diezmo aparece en el N.T. (Mt 23,23; Lc 11,42; 18,12; Hb 7,2-9) se nos enseña a guiarnos por esa medida. La Nueva Alianza no se limita a la ley del 10% sino que nos refiere al ejemplo de Jesucristo que se dio sin reservas. Jesús vive una entrega radical y nos enseña que debemos hacer lo mismo. El nos da el siguiente modelo:

Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: "Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir". -Marcos 12,42-44

El Corazón Traspasado de Jesús es el modelo de entrega total. Se entregó hasta la muerte en el Calvario, hasta la última gota de Su Preciosa Sangre. Jesús nos da Su gracia para saber dar y darnos como Él se dio. Todo le pertenece a Dios y somos administradores de nuestros recursos según el Espíritu Santo ilumina la conciencia.

San Pablo enseña y vive la misma entrega radical:

Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriqueciérais con su pobreza. -II Corintios 8,9

Y el deber de mantener a los ministros: "¿No sabéis que los ministros del templo viven del templo? ¿Que los que sirven al altar, del altar participan?" I Corintios 9,13.

Esta medida del NT ya estaba prefigurada en el Antiguo:

Eclesiástico 35,9. Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con ojo generoso, con arreglo a tus medios.

Es decir da como El te dió, ya no un por ciento sino según tus posibilidades.

La enseñanza de la Iglesia

Basado en las Escrituras, algunos escritores antiguos presentan la obligación de ayudar a la Iglesia como una ordenanza divina que obliga a la conciencia. Ya se legisló sobre la contribución a la Iglesia en la carta de los obispos reunidos en Tours (567) y en los cánones del Concilio de Macon del 585. Al principio la contribución se le pagaba al obispo pero más tarde el derecho pasó a los sacerdotes parroquiales. Como es de esperar, hubo abusos. Se le pagaba una porción a príncipes, nobles y eclesiásticos en cambio de protección y servicios. En el tiempo de Gregorio VIII se instituyó el "diezmo de Saladín" que debían pagar todos los que no participasen personalmente en las Cruzadas para recobrar la Tierra Santa.

El Catecismo de la Iglesia Católica solo menciona el diezmo una vez, y esta en referencia a la responsabilidad del cristiano hacia los pobres, fundamentada ya en el Antiguo Testamento:

En el Antiguo Testamento, toda una serie de medidas jurídicas (año jubilar, prohibición del préstamo a interés, retención de la prenda, obligación del diezmo, pago cotidiano del jornalero, derecho de rebusca después de la vendimia y la siega) corresponden a la exhortación del Deuteronomio: "Ciertamente nunca faltarán pobres en este país; por esto te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquél de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra" (Dt 15, 11). Jesús hace suyas estas palabras: "Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis" (Jn 12, 8). Con esto, no hace caduca la vehemencia de los oráculos antiguos: "comprando por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias..." (Am 8, 6), sino que nos invita a reconocer su presencia en los pobres que son sus hermanos -Catecismo 2448-2449

La enseñanza del Catecismo sobre la obligación de ayudar a la Iglesia está en el #2043:

El quinto mandamiento (ayudar a la Iglesia en sus necesidades) señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a subvenir a las necesidades materiales de la Iglesia (cf. CIC can. 222) (Ver: los 5 mandamientos de la Iglesia)

En la actualidad la Iglesia mantiene la enseñanza Paulina sobre la obligación de los fieles de contribuir generosamente con las necesidades de la Iglesia según sus posibilidades, pero la manera en que lo hacen no está definido por la ley. Algunos en la Iglesia recomiendan el diezmo, como una forma de establecer una contribución proporcional a las ganancias. Pero debe entenderse según el espíritu evangélico de una entrega de corazón por amor. Personas con recursos podrían dar mucho más, mientras que para un pobre, dar el 10% podría significar negarle a sus hijos el alimento.

Debe entonces quedar claro que, al no precisar una cuota, la Iglesia no exime de la obligación de contribuir, al contrario, nos enseña que el cristiano debe dar a la medida de Cristo y por amor a Él, según las necesidades de la Iglesia y sus propias posibilidades. Dar es una obligación y también un privilegio, un gozo, porque es parte integral de nuestra vocación de hacer todo para propagar su Reino de Dios."

(Tomado del sitio web de Catholic.net. Accesado el día 20 de febrero de 2022. https://es.catholic.net/op/articulos/33028/cat/980/-que-es-el-diezmo.html#modal)