Día 71: Balac insiste en maldecir a Israel

INTRODUCCIÓN

Seguimos con el libro de Números y Deuteronomio, y cada día se pone más interesante. Hoy continuamos con el Deuteronomio. Vamos primero al Deuteronomio hoy porque hay varias cosas. Seguimos con los reglamentos. Me encanta como Dios nos muestra que él quiere tener un campamento limpio y da algunos reglamentos en cuanto a salubridad, cosas sencillas de sentido común que a veces no pensamos. Qué bonito ver que Dios tiene interés en que estemos saludables. Y donde quiera que entró la cristiandad pues nosotros debemos mantener todo lindo, en condiciones sanitarias. Hay que mantener nuestras iglesias limpias, nuestros puestos de salud limpios, nuestros orfanatos, nuestras enfermerías. Bueno, todos los servicios hay que mantenerlos limpios. Y hoy en día estamos hablando de tanta contaminación, y que el mundo se está contaminando, y que todo está contaminado, y que usemos alcohol y tantas cosas. Qué tal si empezamos a respirar un aire más limpio, un agua más limpia, pero, sobre todo, qué tal si mantenemos limpia la casa de Dios: nuestro corazón; para que no se contamine, no dejamos que le entren cosas a ese corazón. Pues, Dios tiene un interés y es el de limpiarnos. Qué hermoso es que Dios quiere hacerte a ti y a mí santo. Y nos ha hecho esto a través del bautismo. Y, por eso, tenemos el sacramento de la confesión para estarnos limpiando constantemente. Hoy vamos a ver un poquito más de cosas, como el que tiene un voto lo tiene que cumplir, pues él fue el que lo hizo. Y definitivamente en estos capítulos de 23, 24 y 25 hay una constante: cómo mantener esta relación con Dios. Porque él nos va a proteger en todos los momentos. Él se va a preocupar por los más necesitados .Este es un Dios que va a cuidar a los desvalidos. Y es que el que tiene un buen plan para los pobres. Qué interesante. Que nos demos cuenta que todos son bendecidos por Dios, incluso aquellos que parecen tener necesidad Dios los está bendiciendo constantemente. Pero también hay castigo para los que son culpables. Y vamos a ver cómo dios se preocupa por proteger a las viudas. Y vamos a ver cómo él castiga algunas cosas que nosotros a veces queremos pasar por alto. Así que, el culpable tiene que ser responsable por sus acciones. Hay hasta azotes en el día de hoy. Así que, pidámosle al Señor que nos ayude a resolver nuestras situaciones y, si somos culpables, que podamos pedir perdón. Que él nos ayude, que él nos conforte y que él nos ayude a hacer las cosas bien. Estaremos leyendo Números capítulo 23; Deuteronomio, capítulos 24 y 25 y el salmo 106. Este es el día 71 ¡Empecemos!


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, tú que educas la lengua de los niños, educa también la mía e infunde mis labios las gracias a tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que nos podamos gozar hoy de la Palabra de Dios en nuestras vidas.


PUNTOS CLAVES

  • Qué interesantes son todas estas lecturas. Me encanta el Deuteronomio. No sé si a ustedes les gusta, pero a mí me fascina. Y estamos en estos capítulos que van uno pegado el otro va viendo cómo hay justicia, cómo nuestro Dios es un Dios de justicia y que nos pide que seamos justos, incluso cuando hay que castigar al otro. No podemos abusar. No podemos usar un método de castigo que ignore la dignidad de la otra persona, porque está mal. Simplemente, al Señor no le gusta esto, él quiere que nos respetemos. Pero que cada uno pague por sus deudas. Lo que ha sido injusto pues, tiene que volverse justo. Se tiene que hacer justicia especialmente cuando hay abuso y cuando hay problemas.

  • Hoy en los Números, el error de Balaán es que quiere emplear su propia razón y su lógica. Y llega a la conclusión de que Dios tiene que condenar a Israel. Parece que hay un pecado evidente, vamos a ver qué es lo que pasa. Hay dos profecías que se dieron el día de hoy. Serán cuatro. Mañana continuamos con dos más. Uno que está buscando castigar al pueblo y Dios que lo único que quiere es bendecirlo, bendecirlo y bendecirlo. Y Balac y Balaán van de un lado a otro. Y definitivamente muchas veces lo que le pedimos a Dios no es lo que él nos da. Él quiere maldecir a los israelitas y él le dice: “¿Cómo puedo maldecir, si yo soy un Dios que bendice, que bendice, que bendice, que sólo sabe bendecir?”.


  • Tú y yo a veces pensamos que las cosas malas nos pasan porque Dios nos está castigando, porque nos está haciendo algo malo y se nos olvida que Dios es un Dios misericordioso que no está buscando sino protegernos, ayudarnos, mostrarnos sus maravillosos caminos, sus maravillosos designios.


ORACIÓN FINAL

No dudemos de la bondad del Señor. Digámosle: “Señor, aquí estamos. Nos hemos equivocado una y otra vez. Pero sabemos que eres un Dios bueno, que eres un Dios misericordioso, que no buscas castigarnos, sino que buscas salvarnos. Queremos cada día acercarnos más a ti. Queremos comprender tu justicia. Queremos ayudar al pecador que no cree en ti. Queremos experimentar tu juicio que siempre, que siempre busca la dignidad de todos porque somos pecadores, pero queremos experimentar no tu disciplina, pero tu misericordia. No queremos experimentar la condenación, pero sí la salvación. Así que, Señor aunque no estemos satisfechos por las cosas que vemos, que siempre te bendigamos y te demos gracias. Porque eres un Dios de infinita misericordia, porque eres un Dios grande. No permitas que nuestros ojos se cieguen a tanto a tanto amor que tienes. Y sobre todo señor enséñanos a ser justos con nuestros adversarios, con nuestros vecinos y con todas las personas que llegan a nuestra vida porque toda persona, todo ser humano es un regalo tuyo”.


Así que, queridos amigos, antes de despedirme quisiera pedirle a ustedes que por favor oren por mí para que sea fiel al ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe lo que leo y lo que trato de compartir, para que pueda enseñar siempre la verdad y para que pueda cumplir yo también lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre cada uno de ustedes y los acompañe siempre ¡Que Dios te bendiga!


PARA MEDITAR

  • Utiliza la oración de arrepentimiento que nos regala hoy Fray Sergio. Renueva tu confianza en el Señor.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Dt 24, 1

1610 La conciencia moral relativa a la unidad e indisolubilidad del matrimonio se desarrolló bajo la pedagogía de la Ley antigua. La poligamia de los patriarcas y de los reyes no es todavía criticada de una manera explícita. No obstante, la Ley dada por Moisés se orienta a proteger a la mujer contra un dominio arbitrario del hombre, aunque la Ley misma lleve también, según la palabra del Señor, las huellas de "la dureza del corazón" de la persona humana, razón por la cual Moisés permitió el repudio de la mujer (cf. Mt 19,8; Dt 24,1).


Dt 24,14-15

1867 La tradición catequética recuerda también que existen “pecados que claman al cielo”. Claman al cielo: la sangre de Abel (cf. Gn 4, 10); el pecado de los sodomitas (cf. Gn 18, 20; 19, 13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf. Ex 3, 7-10); el lamento del extranjero, de la viuda y el huérfano (cf. Ex 22, 20-22); la injusticia para con el asalariado (cf. Dt 24, 14-15; Jc 5, 4).


2434 El salario justo es el fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una grave injusticia (cf. Lv 19, 13; Dt 24, 14-15; St 5, 4). Para determinar la justa remuneración se han de tener en cuenta a la vez las necesidades y las contribuciones de cada uno. “El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común” (GS 67, 2). El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente la cuantía del salario.


Dt 24,14-15 y Dt 25, 13-16

2409 Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento. Así, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio (cf. Dt 25, 13-16), pagar salarios injustos (cf. Dt 24,14-15; St 5,4), elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas (cf. Am 8, 4-6).

Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadas o públicas es contrario a la ley moral y exige reparación.


Sal 106, 23

2577 De esta intimidad con el Dios fiel, lento a la ira y rico en amor (cf. Ex 34, 6), Moisés ha sacado la fuerza y la tenacidad de su intercesión. No pide por él, sino por el pueblo que Dios ha reunido. Moisés intercede ya durante el combate con los amalecitas (cf. Ex 17, 8-13) o para obtener la curación de María (cf. Nm 12, 13-14). Pero es sobre todo después de la apostasía del pueblo cuando “se mantiene en la brecha” ante Dios (Sal 106, 23) para salvar al pueblo (cf. Ex 32, 1-34, 9). Los argumentos de su oración (la intercesión es también un combate misterioso) inspirarán la audacia de los grandes orantes tanto del pueblo judío como de la Iglesia. Dios es amor, por tanto es justo y fiel; no puede contradecirse, debe acordarse de sus acciones maravillosas, su gloria está en juego, no puede abandonar al pueblo que lleva su Nombre.


(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)


COMENTARIOS ADICIONALES


Juan Pablo II. Ángelus. Domingo 10 de julio de 1994


"Queridos hermanos y hermanas:


1. Continuando la reflexión dominical sobre la familia, en este año dedicado a ella, deseo atraer hoy vuestra atención hacia la plaga del divorcio, por desgracia tan difundida. Aunque en muchos casos está legalizada, no deja de constituir una de las grandes derrotas de la civilización humana.


La Iglesia sabe que va contra corriente cuando enuncia el principio de la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Todo el servicio que debe a la humanidad le exige reafirmar constantemente esa verdad, apelando a la voz de la conciencia que, a pesar de los condicionamientos más serios, no se apaga completamente en el corazón del hombre.


Sé bien que este aspecto de la ética del matrimonio es uno de los más exigentes y que, a veces, se dan situaciones matrimoniales verdaderamente difíciles e, incluso, dramáticas. La Iglesia procura tener conciencia de esas situaciones, con la misma actitud de Cristo misericordioso. Dichas situaciones explican cómo incluso en el Antiguo Testamento el valor de la indisolubilidad se había ofuscado tanto, que se toleraba el divorcio. Jesús explicó la concesión de la ley mosaica con la dureza del corazón humano, y no dudó en proponer nuevamente con toda su fuerza el designio originario de Dios, indicado en el libro del Génesis: «Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne» (Gn 2, 24), agregando: «De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre» (Mt 19, 6).


2. Alguien podría objetar que eso sólo es comprensible y válido en un horizonte de fe. ¡Pero no es así! Es verdad que, para los discípulos de Cristo, la indisolubilidad se refuerza aún más gracias al carácter sacramental del matrimonio, signo de la alianza nupcial entre Cristo y su Iglesia. Sin embargo, este «gran misterio» (cf. Ef 5, 32) no excluye, es más, supone la exigencia ética de la indisolubilidad también en el plano de la ley natural. Desgraciadamente, la dureza del corazón, que Jesús denunció, sigue haciendo difícil la percepción universal de esta verdad, o determinando ciertos casos en que parece casi imposible vivirla. Pero cuando se razona con serenidad y mirando al ideal, no es difícil estar de acuerdo en que la perennidad del vínculo matrimonial brota de la esencia misma del amor y de la familia. Sólo se ama de verdad y a fondo cuando se ama para siempre, en la alegría y en el dolor, en la prosperidad y en la adversidad. ¿No tienen los hijos gran necesidad de la unión indisoluble de sus padres? y ¿no son ellos mismos, muchas veces, las primeras víctimas del drama del divorcio?


3. La Sagrada Familia de Nazaret, en la que Jesús, María y José experimentaron de modo ejemplar el amor sobrenatural y humano, sea modelo para todas las familias. María santísima ayude a los matrimonios en crisis a recuperar la lozanía del primer amor. Ojalá que este Año de la familia no pase en vano, y permita que todos redescubran la maravillosa belleza del designio de Dios.”


(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 12 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/angelus/1994/documents/hf_jp-ii_ang_19940710.html)