Día 73: Censo de las casas patriarcales

INTRODUCCIÓN

Veíamos en números 24 y 25, cuando Balaam vio que no era posible maldecir al pueblo Israel decide enseñarle a Balac cómo podría corromperse este pueblo. Así que, quiere aconsejar al rey moabita que su pueblo puede infiltrarse con los israelitas, que se casen con ellos y que les ayuda a adoptar la idolatría para desviarlo de su Dios. Seguramente se han dado cuenta que los israelitas tienen una mente fijada en Dios y tal vez para ellos son gente de mente estrecha o tal vez fanáticos en sus creencias religiosas, pero yo diría que son personas que están arraigadas en su fe que están arraigadas en su Dios. Así que vienen las tentaciones para este pueblo que trata de permanecer fiel a Dios.


También veíamos un poco en Deuteronomio 26 como este pueblo ofrece las primicias de los primeros frutos de la tierra Dios en acción de gracias. ¿Tú, qué estás ofreciendo Dios? Interesante.


Hoy nos damos cuenta de que todos los productos provienen de Dios y como expresión a esa bondad divina pues nosotros demostrarle nuestros primeros frutos nuestros primeros dones al Señor y de ofrecérselos. Así que Moisés ayer le decía al pueblo que ofrecieran esos regalos, pero también él confiesa su identidad y él dice que es un hombre arameo. ¿Alguna vez nos hemos preguntado cuál era la nacionalidad de Moisés, o de Abraham o de Jacob? Pues, ninguno de ellos era israelita. Acordémonos que Jacob es el que toma el nombre de Israel y de ahí va a darse el nombre del pueblo. Todos los del grupo que descendió de Egipto, pues parece que eran sirios verdad y se les decía “hebreos” porque salían del otro lado del río. Que vinieron de otro lado, “hebreos” que vienen de otro lado. Pues, seguramente Abraham era sirio o arameo. No se nos dice cuál es la nacionalidad aquí. Pero realmente tal vez no era más israelita que ismaelita, ya que ambos pueblos descendieron de él. Fue Abraham el pueblo de muchas naciones. Así que Moisés puede decir acá cualquier nacionalidad. No sé, qué es sirio o arameo, no sé, pero es algo que me encantaría que nosotros pensáramos. Porque pensamos que tal vez ellos también eran israelitas y no, el pueblo se está formando hasta ahora como el pueblo de Israel.


Así que, pidamos al Señor que nos ayude a entender como Moisés viene contándonos

su historia tanto en Números como en Deuteronomio. Y, como el Señor ya los va trayendo a ellos a esa tierra prometida. Y como en esta tierra ellos mismos tienen que ser una ofrenda hacia Dios y como tienen que entregar sus ofrendas. Así que vamos a continuar leyendo y tendremos Números 26; Deuteronomio 27; salmos 111. Este es el día 73 ¡Empecemos!


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, Tú qué haces elocuente la lengua de los niños educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición. Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gozar de esta palabra de Dios en nuestras vidas hoy.


PUNTOS CLAVES

  • Van pasando los días tan rápido que a veces me parece mentira cómo avanza el tiempo. Continuamos en este capítulo 26 de los Números y vemos cosas interesantísimas. Un nuevo censo. Hay que descubrir que están contando ahora no a los que estaban en Egipto, sino a los que han nacido en el desierto. Entonces esto parece que es como una nueva sección del libro de Números, porque empezamos con censos, pero era saliendo de Egipto y ahora —cuando estamos en el desierto— parece que ya se ha renovado una generación y que se están preparando ya para entrar a la a tierra prometida.


  • Vamos a ver cómo de ahora en el capítulo 26 hasta el capítulo 36, mejor dicho, hasta el final de los Números estaremos con esta nueva generación, es el nuevo pueblo. Podemos ver qué el número de israelitas ha decrecido debido a que ha habido gran mortandad en el pueblo Israel por sus muchas rebeliones y por su pecado durante su marcha por el desierto. Así que mucha gente ha ido muriendo. Si comparamos los censos anteriores con este, pues ya nos damos cuenta de que el número ha decrecido, pero no nos vamos a detener en esto de las tribus.


  • Vamos a mirar un poquito el caso de los miembros de la tribu que se menciona aquí que no van a tener tierra, es la de Leví. Es algo diferente, todos los demás van a heredar un terreno, excepto la tribu de Leví, porque ellos tienen que ser sustentados por el trabajo que hacen los hermanos de las otras tribus. Así que ese es un punto que debemos tener siempre presente.


  • Esta nueva generación son los que van a formar la entrada o el grupo que va a entrar a la tierra prometida. Están contando a aquellos que eran mayores de 20 años. Y se va a mirar que hay unas excepciones de los que sí pueden entrar y que ya venían desde antes que son Josué y Caleb. Dios no hizo responsables de rebelión a los menores de 20 años. Es algo bonito. Esta nueva generación la vamos a seguir viendo de aquí en adelante hasta que lleguemos al libro Josué.


  • Es importante que tengamos algunas cosas pendientes: estamos con nuevas personas, no son los mismos. Estamos cambiando un poquito lo que se ha hecho desde la salida de Egipto hasta ahora. Que se está en el mismo desierto. Las condiciones cambian. Todo parece que es diferente y vale la pena prestar atención.


  • También en Deuteronomio nos damos cuenta de que hay cambios interesantes en el capítulo que acabamos de leer hoy, que es el capítulo 27. Es el tercer discurso de Moisés y de aquí también vamos a llegar hasta el capítulo 30 y algunos dicen que esta es la sección principal de este libro pues es como la relación de Israel con la tierra prometida. Y como esto es un nuevo pacto que Dios hace con Israel. Es una historia que nos va a mostrar que Dios quiere que su pueblo mantenga estas leyes de manera escrita para que no se les olviden. Que tienen que estar donde se vean. A veces a nosotros se nos olvida la ley de Dios. Es más, muchas veces pregunto en mis clases de catequesis, o en la misma misa, o en distintos momentos si las personas se saben los mandamientos, porque creo que a veces ni siquiera nosotros en este tiempo y a esta edad no sabemos los mandamientos del Pacto de Dios. Hay que buscar cuáles son las cosas que nos condicionan o que son incondicionales en este pacto. Hay cosas que son para siempre, cosas que son temporales. Dios hoy hace ese pacto contigo, hace ese pacto conmigo. Pues ya lo hizo con Moisés y con este pueblo y le dicen “Miren ustedes han escuchado mi voz, ahora lo único que necesito es que guarden este pacto para que ustedes sean un tesoro especial para mí. Porque Yo seré para ustedes su Dios, pero ustedes serán para mí a mi pueblo.” y así podremos entrar a la tierra prometida.


  • Vemos cómo Dios está preparando bendiciones para este pueblo, pero también avisa que debido a su comportamiento pueden ganarse una bendición o una maldición. Es ahí en el Monte Ebal donde se tienen que pronunciar estas maldiciones. Y estos montes los veremos más adelante cuando lleguemos al evangelio de Juan. Ahí veremos un poquito de la samaritana pero no me quiero adelantar quisiera más bien, que nos centremos ahora en esto. Después de entrar a la Tierra Prometida, hay muchas condiciones. Ellos son como personas que van a heredar la tierra o como un inquilino que tiene que pagar una renta. Van a estar ahí mientras cumplan con el pacto. Si no cumplen con el pacto, pues los van a sacar de esa tierra que se les ha dado como heredad.


  • Es importante que tú y yo también mantengamos nuestras promesas con Dios. Que no nos olvidemos de estos mandamientos de cómo tenemos que relacionarnos con Dios a través de los mandamientos. Que tú y yo veamos que —cuando quebrantamos los mandamientos— estamos quebrantando nuestra alianza con Dios. Así que preparémonos para seguir siendo fieles a Dios. Que este tiempo de leer la Biblia en un Año nos acerque más a creer en Dios, a serle fiel, no sólo de palabra sino con cada una de nuestras obras.


ORACIÓN FINAL

Antes de despedirme, como siempre, quiero pedirles a ustedes que por favor oren por mí. Para que sea fiel a este ministerio de hacer la Biblia en un Año que se me ha confiado. Para que pueda vivir yo también con fe lo que leo, lo que comparto con ustedes. Para que pueda enseñar la verdad y para que pueda cumplir lo que enseño. Y que la bendición de Dios todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre ¡Que Dios te bendiga!


PARA MEDITAR


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Sal 111, 9

2807 El término “santificar” debe entenderse aquí, en primer lugar, no en su sentido causativo (solo Dios santifica, hace santo) sino sobre todo en un sentido estimativo: reconocer como santo, tratar de una manera santa. Así es como, en la adoración, esta invocación se entiende a veces como una alabanza y una acción de gracias (cf. Sal 111, 9; Lc 1, 49). Pero esta petición es enseñada por Jesús como algo a desear profundamente y como proyecto en que Dios y el hombre se comprometen. Desde la primera petición a nuestro Padre, estamos sumergidos en el misterio íntimo de su Divinidad y en el drama de la salvación de nuestra humanidad. Pedirle que su Nombre sea santificado nos implica en “el benévolo designio que Él se propuso de antemano” (Ef 1, 9) para que nosotros seamos “santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef 1, 4).


(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)


COMENTARIOS ADICIONALES


Nm 26,1-56 – El censo de Israel en las estepas de Moab


"El censo hecho al comenzar la peregrinación por el desierto (cfr caps. 1-4), después de cuarenta años necesitaba ser actualizado para la repartición de la Tierra, puesto que la generación anterior había muerto en el desierto a causa de su pecado (cfr caps. 13-14). En este censo se quiere mostrar el cumplimiento de la promesa hecha por Dios en Cadés tras el pecado (cfr 14,30-31). Propiamente se trata de un censo militar, como el anterior, y presenta a Eleazar sustituyendo en sus funciones a Aarón. Un rasgo que destaca es la notable disminución del número de los pertenecientes a la tribu de Simeón, y el aumento de los de Manasés, reflejo posiblemente de la historia posterior de estas tribus."


Dt 27,1-26 – Israel, pueblo de Dios


"Este capítulo parece estar integrado por unos complementos, entre los caps. 26 y 28. Pueden distinguirse tres tradiciones diversas: la primera (vv. 1-8 ) y la tercera (vv. 11-26) regulan actos de culto que parece que hay que relacionar con el santuario de Siquem, donde se renovó quizá varias veces la Alianza (cfr Jos 24). La segunda parte (vv. 9-10) podría estar conectada con el final del cap. 26. Muy complicado parece, pues, el proceso de composición literaria hasta llegar al texto conservado. En cualquier caso, en este capítulo se explicita la sucinta indicación de 11,29-30, sobre la ceremonia de bendición y maldición. El libro de Josué da cuenta de su cumplimiento (cfr 8,30-35). Estas impresionantes celebraciones suponen la aceptación solemne por parte del pueblo de Israel de la Alianza de Yahwéh.


Sobre el desarrollo de la ceremonia, Eusebio de Cesarea y San Jerónimo, buenos conocedores de la topografía de la región, ya comentaron que las cimas del Ebal y del Garizim están demasiado distantes como para poder oírse los dos grupos entre sí. Algunos autores solucionan esta dificultad sugiriendo que se distribuirían por las laderas de su monte respectivo: serían como dos anfiteatros orientados hacia el estrecho valle que los separa, donde estarían el Arca y los levitas, encargados de formular las bendiciones y las maldiciones.


No se indica el criterio de la distribución de las tribus en los montes (vv. 12-13). Puede señalarse que en el Ebal —situado más al norte— predominan las tribus que ocuparán la “parte septentrional de Palestina; en el Garizim, las de la zona sur. También puede advertirse que en el monte de las bendiciones se colocan los hijos de las dos esposas legítimas de Jacob —Lía y Raquel—; en el otro están los cuatro hijos de sus esclavas, más Rubén —quizá por su mal comportamiento (cfr Gn 35,21-22; 49,4)— y Zabulón, el último de los hijos de Lía.

En el capítulo se recoge únicamente el texto de las maldiciones (vv. 15-26). Las bendiciones son expresadas a continuación, en 28,1-14."


(Comentario tomado de la Sagrada Biblia Universidad de Navarra, Edición Latinoamericana, versión electrónica).