Día 55: Responsabilidades de los clanes levitas

INTRODUCCIÓN

Continuamos con Números, Deuteronomio y Salmo. Y estaremos en el capítulo 4 de Números, capítulo 4 de Deuteronomio y el Salmo 88. Y me llama mucho la atención este capítulo que nos llega el día de hoy. Pues hemos venido mirando las funciones de los levitas, esta familia que Dios se ha reservado para Él. Los que van a servir en la Tienda del Encuentro. Los que van a hacer todo lo que es correspondiente a la adoración de Dios. Y podemos ver cómo Dios va preparando a todas estas personas. En el capítulo 3 vimos que esta tribu, pues, fue considerada para el servicio y les dieron las funciones que debían desempeñar. Ellos serán los que de aquí en adelante se encargarán de la supervisión del Tabernáculo. Y también para ello se hizo un censo y se dividieron de alguna manera especial para que cada uno tuviera una función.


Así que, hoy veremos cómo hay una edad para el servicio a Dios: de los 30 a los 50 años. Y es una edad madura, que se le exige a estos hombres de la tribu de Leví, para ser empleados en el servicio al Tabernáculo, lo cual nos tiene que llevar a pensar que el servicio a Dios tal vez requiere lo mejor de nuestra fuerza. Tal vez que debemos entregar al Señor todas las primicias, todos los primeros momentos de nuestro tiempo, para usarlos de la mejor manera en la honra y el servicio a aquel que es el primero, que es el mejor, que es Yahvé nuestro Dios.


El servicio de Dios, pues, debe hacerse cuando estamos más fuertes y activos. Y decir: “Señor, aquí está todo lo que tengo. Te lo entrego”. Y no arrepentirnos de darle al Señor todo nuestro potencial. Por supuesto, si estamos en edad muy joven o edad avanzada también estamos llamados a servirle al Señor. Pero ¿por qué no enseñarle al Señor y a los demás que estamos listos para servir y que podemos entregar siempre lo mejor de nosotros?


También quisiera que pusiéramos mucha atención porque hoy, cuando van a mover el Tabernáculo, vamos a aprender que se tapan todas las cosas, no sólo por seguridad y respeto, sino también para guardar el sentido de lo sagrado. Que no se debe ver todo el tiempo, que hay que tener cierta reverencia a todas las cosas santas porque todas ellas encierran algo de misterio, un significado que nos va a ayudar a entender la grandeza de Dios. Hoy con Cristo, pues, la situación ha cambiado. Él nos exhorta a acercarnos confiadamente al trono de la gracia.


Pero, bueno, vamos a iniciar hoy con estas lecturas. Estaremos con Números, capítulo 4; Deuteronomio, capítulo 4 y Salmo 88. Este es el día 55. Empecemos.


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas el Espíritu Santo, para que Éste abra nuestras mentes y nuestros corazones, y así tú y yo podamos gozarnos hoy de esta Palabra tan rica y hermosa de Dios en nuestras vidas.


PUNTOS CLAVES

  • Continuamos con estos libros tan interesantes: Números y Deuteronomio en los capítulos 4 respectivamente. Y quisiera que miráramos un poquito el capítulo 4 del Deuteronomio el día de hoy. Cómo es la insistencia de Moisés en que el pueblo debe cumplir la palabra de Dios. No solamente tienen que oírla, sino que cada una de estas palabras que Dios les dice, tienen que hacerlas realidad en sus vidas. Y además hay unas prescripciones muy claras: que a la Ley no hay que quitarle nada, pero tampoco hay que añadirle. Lo único que se tiene que cumplir es la Ley tal y como Yahvé la ha dado.

  • Y hay una gran insistencia en que el pueblo tiene que guardar la Ley, porque cuando la guardan empiezan a ser bendecidos. Y de esta manera es como ellos van a recibir toda clase de favores de Dios. Pero parece que el pueblo no puede obedecerla. Hay algo que, como que los frena. Que no permite que sean agradables ante los ojos de Dios porque no pueden seguir la Ley.

  • Así que tenemos que empezar a mirar cuáles son los temas de estos capítulos. Y es muy importante descubrir: uno, es el amor que Dios tiene por ellos y cómo Dios les quiere dar y mostrar el camino a seguir; y el segundo tema es la obediencia.

  • Así que nos vamos a desarrollar entre el tema de un amor que Dios tiene por este pueblo al que escoge, al que le pone sacerdotes, al que le da su presencia continua, su guía continua, pero que este pueblo parece obedecer a ratos, y a ratos totalmente se distrae, se aleja. Y se dan cuenta de que el amor de Dios es grande, pero que parece ser difícil obedecerle a Dios. Entonces, hay unas razones por las cuales se le tiene que obedecer a Dios. Primero, para que el pueblo pueda perseverar y también para que pueda prosperar. Si nosotros perseveramos en el amor a Dios y al prójimo, prosperamos.

  • Y por eso hoy empiezan los famosos capítulos donde constantemente Moisés le va a decir al pueblo: “Escuchen, escuchen estos estatutos. Escuchen estos decretos. Escuchen estas leyes para que puedan vivir, para que puedan entrar, para que puedan poseer la vida eterna porque yo ya no voy a poder entrar”.

  • Así que la obediencia a Dios parece que de aquí en adelante va a ser la base para que se reciban cualquier clase de bendiciones, como lo sigue vigente el día de hoy. Si somos obedientes a Dios, recibimos bendiciones, bendiciones y bendiciones abundantes. Pero también cuando recibimos bendiciones hay algo que es causa-efecto. ¿Cuál es el efecto de una bendición? Que nosotros seamos agradecidos a Dios, que seamos siempre muy generosos en nuestra manera de expresar nuestra gratitud.

  • Por eso, cuando inicia este capítulo hoy Moisés les dice a ellos: “Miren, ciertamente vamos a ser muy bien vistos por las demás naciones, que dicen que seremos un pueblo muy sabio y muy protegido por Yahvé. ¿Qué otra nación tiene un Dios como el nuestro, que esté tan cerca, que escuche cuanto le pedimos? ¿Cuál otra nación tiene leyes tan hermosas como las nuestras, juicios como los nuestros?”.

  • Así que hay que demostrar, hay que dar testimonio, hay que ser testigos. Y es lo mismo que nos ha dicho el Papa Francisco: tenemos que ser testigos y testimonios de que Cristo está vivo, y que, si lo seguimos a Él, encontraremos grandes bendiciones.

  • Así que, hoy la nación de Israel tiene un gran ministerio y es el de enseñar a través del testimonio cómo se debe obedecer a Dios y cómo hay que pasarle estas enseñanzas a los hijos y a los nietos. ¿Estás tú comentándole a tus familiares, a tus hijos, a tus nietos, la enseñanza que estás recibiendo a través de este podcast, a través de las idas a Misas, a través de los Sacramentos, a través de cada una de las cosas que haces en la Iglesia? Es la gran pregunta para hoy.

  • Un Dios que nos manda sacerdotes, pero que son muy pocos, pero que les da la capacidad para hacer el trabajo necesario. Un Dios que nos da una Ley para que nosotros conozcamos su amor y nosotros le seamos obedientes y de esta manera ser agradecidos con ese Dios. Y ¿cómo lo hacemos? Obedeciéndolo a Él profundamente.


ORACIÓN FINAL

Así que, queridos amigos, antes de terminar este capítulo, como siempre, quiero pedirles que ustedes por favor oren por mí, para que sea fiel al ministerio que se me ha confiado, para que yo pueda vivir con fe lo que leo y lo que comparto con cada uno de ustedes, para que pueda enseñar siempre la verdad y para que pueda cumplir yo lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. Dios los bendiga.


PARA MEDITAR

  • Fray Sergio nos ha recordado estos días que Dios es un Dios de orden y por eso el por qué tantos detalles y prescripciones. Pero también nos recordaba que obedecer a Dios en sus Mandamientos, ordenanzas y prescripciones trae bendición a nuestras vidas. Reflexiona ¿Qué mandamiento se te hace más difícil de cumplir y por qué? Si tienes dudas, revisa el Catecismo y habla con tu párroco al respecto. Si has quebrantado alguno de los Mandamientos de la Ley de Dios, acércate al Sacramento de la Reconciliación.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Dt 4, 13

2056 La palabra “Decálogo” significa literalmente “diez palabras” (Ex 34, 28; Dt 4, 13; 10, 4). Estas “diez palabras” Dios las reveló a su pueblo en la montaña santa. Las escribió “con su Dedo” (Ex 31, 18 ), a diferencia de los otros preceptos escritos por Moisés (cf. Dt 31, 9.24). Constituyen palabras de Dios en un sentido eminente. Son transmitidas en los libros del Éxodo (cf. Ex 20, 1-17) y del Deuteronomio (cf. Dt 5, 6-22). Ya en el Antiguo Testamento, los libros santos hablan de las “diez palabras” (cf. por ejemplo, Os 4, 2; Jr 7, 9; Ez 18, 5-9); pero su pleno sentido será revelado en la nueva Alianza en Jesucristo.


Dt 4, 15-16

2129 El mandamiento divino implicaba la prohibición de toda representación de Dios por mano del hombre. El Deuteronomio lo explica así: “Puesto que no visteis figura alguna el día en que el Señor os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a prevaricar y os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea...” (Dt 4, 15-16). Quien se revela a Israel es el Dios absolutamente Trascendente. “Él lo es todo”, pero al mismo tiempo “está por encima de todas sus obras” (Si 43, 27- 28 ). Es la fuente de toda belleza creada (cf. Sb 13, 3).


Dt 4, 19

57 Este orden a la vez cósmico, social y religioso de la pluralidad de las naciones (cf. Hch 17,26-27), está destinado a limitar el orgullo de una humanidad caída que, unánime en su perversidad (cf. Sb 10,5), quisiera hacer por sí misma su unidad a la manera de Babel (cf. Gn 11,4-6). Pero, a causa del pecado (cf. Rm 1,18-25), el politeísmo, así como la idolatría de la nación y de su jefe, son una amenaza constante de vuelta al paganismo para esta economía aún no definitiva.


Dt 4, 37

218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).


Sal 88, 11-13

633 La Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1, 18; Ef 4, 9) a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6, 6; 88, 11-13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17-32), lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el "seno de Abraham" (cf. Lc 16, 22-26). "Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos" (Catecismo Romano, 1, 6, 3). Jesús no bajó a los infiernos para liberar a los condenados (cf. Concilio de Roma, año 745: DS, 587) ni para destruir el infierno de la condenación (cf. Benedicto XII, Libelo Cum dudum: DS, 1011; Clemente VI, c. Super quibusdam: ibíd., 1077) sino para liberar a los justos que le habían precedido (cf. Concilio de Toledo IV, año 625: DS, 485; cf. también Mt 27, 52-53).

(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)


COMENTARIOS ADICIONALES

Ángelus. Papa Francisco. Plaza de San Pedro. Domingo 18 de agosto de 2013


"[L]a Palabra de Dios de este domingo contiene también una palabra de Jesús que nos pone en crisis, y que se ha de explicar, porque de otro modo puede generar malentendidos. Jesús dice a los discípulos: «¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división» (Lc 12, 51). ¿Qué significa esto? Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión, como si fuese un pastel que se lo decora con nata. No, la fe no es esto. La fe comporta elegir a Dios como criterio- base de la vida, y Dios no es vacío, Dios no es neutro, Dios es siempre positivo, Dio es amor, y el amor es positivo. Después de que Jesús vino al mundo no se puede actuar como si no conociéramos a Dios. Como si fuese una cosa abstracta, vacía, de referencia puramente nominal; no, Dios tiene un rostro concreto, tiene un nombre: Dios es misericordia, Dios es fidelidad, es vida que se dona a todos nosotros. Por esto Jesús dice: he venido a traer división; no es que Jesús quiera dividir a los hombres entre sí, al contrario: Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación. Pero esta paz no es la paz de los sepulcros, no es neutralidad, Jesús no trae neutralidad, esta paz no es una componenda a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando esto requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí, divide; lo sabemos, divide incluso las relaciones más cercanas. Pero atención: no es Jesús quien divide. Él pone el criterio: vivir para sí mismos, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es «signo de contradicción» (Lc 2, 34).


Por lo tanto, esta palabra del Evangelio no autoriza, de hecho, el uso de la fuerza para difundir la fe. Es precisamente lo contrario: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del amor, que comporta renunciar a toda violencia. ¡Fe y violencia son incompatibles! ¡Fe y violencia son incompatibles! En cambio, fe y fortaleza van juntas. El cristiano no es violento, pero es fuerte. ¿Con qué fortaleza? La de la mansedumbre, la fuerza de la mansedumbre, la fuerza del amor."


(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el día 24 de febrero de 2022.

https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2013/documents/papa-francesco_angelus_20130818.html)