Día 92: Jefté y los jueces menores

INTRODUCCIÓN

Continuamos con el libro de Jueces, Rut y el Salmo 137 el día de hoy y me encanta cómo este libro de Rut nos va contando esta historia que es extraordinaria, que nos muestra la fidelidad de Dios para con Israel y para con cada uno de los que están vivos y que están trabajando fuertemente. Por eso, nuestros principales personajes de esta lectura son Noemí, Rut y Booz y las labores que ellos hacen en medio de la dificultad económica traen prosperidad.


Vemos cómo la mano de Dios va bendiciendo toda esta producción agrícola, cómo el que administra generosamente los recursos, recibe generosamente también; cómo el que respeta a sus compañeros de trabajo también recibe respeto de los demás y cómo hay mucha creatividad para enfrentar la necesidad. Había que dejar algo atrás para que pudieran comer el huérfano y la viuda. Todas las formas de trabajo tienen que ser de bendición, de proveer a todos, e incluso a los más pobres y vulnerables.


Con este libro de Rut nos damos cuenta de que estamos en el tiempo de la siega de la cebada. Y en este tiempo Dios bendice, pero no solo bendice la siega de la cebada, sino el trabajo de todo ser humano. Ya habíamos visto esto en Éxodo, que se decía que había que guardar una fiesta que era la de la siega —que la de los primeros frutos— y estamos en este tiempo más o menos cuando se hace esta narración.

También es importante mirar que Dios siempre pide que ayudemos a los más vulnerables, al forastero, al huérfano y a la viuda y en Rut tenemos a la forastera y a la viuda —dos en una—. De este modo nos daremos cuenta que la bendición de Dios está sobre cada uno de ellos, de la viuda, de Noemí y también de Booz, pues la bendición de Dios siempre ayuda a la productividad humana porque, como lo leíamos el día de ayer, el Señor Dios nos bendice. También con esa bendición viene la productividad del trabajo humano, es decir, el fruto de nuestras labores.


También podemos decir que Dios siempre provee oportunidades para —como lo dije hace unos momentos atrás—, para que el pobre y el vulnerable también produzcan, para que también trabajen porque no podemos olvidarnos de que el pueblo también fue esclavo en Egipto, y cada vez que le damos la mano a alguien para que trabaje y sea productivo, lo estamos sacando de la esclavitud, lo estamos ayudando para que tenga la provisión de sí mismo y para que se sienta con dignidad.


La productividad del trabajo humano es también una extensión del trabajo de Dios en el mundo y, así como Dios nos bendijo con todo lo que creó, tú y yo nos podemos bendecir a través del trabajo que está profundamente ligado a lo que Dios nos ha pedido que hagamos, que proveamos generosamente especialmente a los que están más necesitados.


Así que sigamos con nuestra lectura del día de hoy. Estaremos con Jueces, capítulo del 9 al 11; Rut, capítulo 4 y acabaremos de esta manera este libro, y el Salmo 137. Este es el día 92. Empecemos.


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gozarnos de la palabra de Dios hoy en nuestras vidas.


PUNTOS CLAVES

  • Llegamos al final del libro de Rut que me ha encantado. No sé si a ustedes les gusta, pues por lo menos es el final del libro. Hasta hoy lo vamos a leer aquí hasta el capítulo 4. Después tendremos otras cosas. Pero este diciendo el final, aunque no es el verdadero final, sino es la historia donde ya descubrimos por qué esta mujer ha venido desde tan lejos. De ella nos muestra Dios su fidelidad para con el pueblo y se refleja como Rut es fiel a Noemí.

  • Rut había prometido que ella iría a donde Noemí fuera y que moraría donde Noemí morara y así fue. El pueblo de Noemí se convirtió en el pueblo de Rut y el Dios de Noemí se convirtió en el Dios de Rut. Así que, la promesa de Rut no representa una súplica para convertirse en una seguidora pasiva sino que fue totalmente lo contrario, su promesa ayudó a proveer todo lo que necesitaba su suegra. Y, aunque ella no era Israelita, vivió conforme a la ley de Israel, como lo vimos en estos cuatro capítulos que hemos leído. Con esto se nos ha mostrado que el trabajo fue muy productivo para ella, para su familia, para demostrar su fidelidad a Dios a través de la fidelidad a Noemí, aunque la fidelidad a Dios es la base de toda productividad humana, como ya lo he dicho, hay que reconocer cuando las personas terminan haciendo su su trabajo y esta mujer lo ha hecho y Dios la ha premiado y, con ella, premia a todo el pueblo.

  • Por eso también nos damos cuenta cómo en el libro de los Jueces, Dios siempre bendice y protege al que es fiel. Así que, pidámosle a Dios estos momentos que nos ayude, que nos permita serle fiel, que nuestro trabajo demuestre nuestra fidelidad a Él, al pueblo que representamos, a nuestra fe y, sobre todo, siempre nuestra fidelidad a ese Dios que es grande y misericordioso con cada uno de nosotros.

ORACIÓN FINAL

Pero antes de terminar quiero pedirles que por favor oren por mí, para que siga siendo fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe lo que leo y comparto con ustedes, para que pueda enseñar lo que es verdad y cumplir lo que he enseñado y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. ¡Que Dios los bendiga!


PARA MEDITAR

  • El trabajo no sólo nos dignifica. A través de nuestros trabajos Dios nos bendice a nosotros y a nuestras familias. San Josemaría Escrivá de Balaguer predicaba que el trabajo era fuente de santificación. Él decía "Para ofrecer a Dios durante el día tu trabajo profesional, de modo que a él le agrade, lo harás cada día mejor: con más rectitud, con más empeño, con más afecto; pensando no solo en ti y en los tuyos, sino en la sociedad entera, en los demás”.

  • Pensando en los comentarios de Fray Sergio hoy sobre el ejemplo de Rut y la cita de San Josemaría Escrivá, reflexiona ¿Ves tú tu trabajo actual como fuente de santificación? ¿Le ofreces a Dios cada día la obra de tus manos y le pides que te de la gracia de hacerlo mejor cada día, para Su mayor honra y gloria?

COMENTARIOS ADICIONALES

Discurso del Santo Padre Francisco a los Participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio «Justicia Y Paz». Sala Clementina. Jueves 2 de octubre de 2014

Señores cardenales,

queridos hermanos obispos y sacerdotes,

hermanos y hermanas:

Os saludo a todos con afecto y doy las gracias al cardenal Peter Turkson por las palabras con las que ha introducido este encuentro. Vuestra plenaria coincide con el quinto aniversario de la promulgación de la encíclica Caritas in veritate. Un documento fundamental para la evangelización del ámbito social, que ofrece valiosas indicaciones para la presencia de los católicos en la sociedad, en las instituciones, en la economía, en la finanza y en la política. La Caritas in veritate atrajo la atención sobre los beneficios pero también sobre los peligros de la globalización, cuando ella no se orienta al bien de los pueblos. Si la globalización acrecentó notablemente la riqueza global del conjunto y de muchos Estados concretos, ella también aumentó las diferencias entre los diversos grupos sociales, creando desigualdades y nuevas pobrezas en los mismos países considerados más ricos.

Uno de los aspectos del actual sistema económico es la explotación del desequilibrio internacional en los costes del trabajo, que afecta a miles de personas que viven con menos de dos dólares al día. Un tal desequilibrio no sólo no respeta la dignidad de quienes mantienen la mano de obra a bajo precio, sino que destruye fuentes de trabajo en esas regiones donde es mayormente tutelado. Aquí se presenta el problema de crear mecanismos de tutela de los derechos del trabajo, además del ambiente, en presencia de una creciente ideología de consumo, que no muestra responsabilidad en relación con las ciudades y la creación.


El crecimiento de las desigualdades y las pobrezas ponen en riesgo la democracia inclusiva y participativa, la cual presupone siempre una economía y un mercado que no excluyen y que son justos. Se trata, entonces, de vencer las causas estructurales de las desigualdades y de la pobreza. En la exhortación apostólica Evangelii gaudium he querido señalar tres instrumentos fundamentales para la inclusión social de los más necesitados, como la educación, el acceso a la asistencia sanitaria y el trabajo para todos (cf. n. 192).

En otras palabras, el Estado de derecho social no va rechazado y en particular el derecho fundamental al trabajo. Esto no puede considerarse una variable que depende de los mercados financieros y monetarios. Esto es un bien fundamental con respecto a la dignidad (cf. Ibid.), a la formación de una familia, a la realización del bien común y de la paz. La instrucción y el trabajo, el acceso al welfare para todos (cf. Ibid, 205), son elementos clave ya sea para el desarrollo y la justa distribución de los bienes, ya sea para alcanzar la justicia social, ya sea para pertenecer a la sociedad (cf. Ibid, 53) y participar libre y responsablemente en la vida política, entendida como gestión de la res publica. Visiones que buscan aumentar la rentabilidad, a costa de la restricción del mercado del trabajo que crea nuevos excluidos, no son conformes a una economía al servicio del hombre y del bien común, a una democracia inclusiva y participativa.

Otro problema surge de los desequilibrios permanentes entre sectores económicos, entre remuneraciones, entre bancos comerciales y bancos de especulación, entre instituciones y problemas globales: se necesita mantener viva la preocupación por los pobres y la justicia social (cf. Evangelii gaudium, 201). Ella exige, por una parte, profundas reformas que prevean la redistribución de la riqueza producida y la universalización de mercados libres al servicio de las familias, por otra, la redistribución de la soberanía, tanto en el ámbito nacional como en el supranacional.

La Caritas in veritate nos ha impulsado también a mirar la actual cuestión social como cuestión ambiental. En particular, enfatizó el vínculo entre ecología ambiental y ecología humana, entre la primera y la ética de la vida.

El principio de la Caritas in veritate es de extrema actualidad. Un amor colmado de verdad es, en efecto, la base sobre la cual construir la paz que hoy es especialmente deseada y necesaria para el bien de todos. Permite superar fanatismos peligrosos, conflictos por la posesión de los recursos, migraciones de dimensiones bíblicas, las llagas persistentes del hambre y la pobreza, la trata de personas, injusticias y desigualdades sociales y económicas, desequilibrios en acceder a los bienes colectivos.

Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia está siempre en camino, en búsqueda de nuevos caminos para el anuncio del Evangelio también en el campo del ámbito social. Agradezco vuestro compromiso en este ámbito y, al encomendaros a la maternal intercesión de la Bienaventurada Virgen María, os pido que recéis por mí y os bendigo de corazón.

(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 3 de abril de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/october/documents/papa-francesco_20141002_pont-consiglio-giustizia-e-pace.html)