Día 57: Voto de nazireo

INTRODUCCIÓN

Continuamos con el libro de Números, Deuteronomio y, por supuesto, los Salmos. Y hemos visto en estos pocos días que llevamos del libro en los Números que hay una acción fundamental en el pueblo de Dios: y es el de tratar de llevar reconciliación y tratar de llevar justicia en cualquier clase de conflicto y abuso. Dios ha sido muy claro y le está diciendo: “Miren, van a organizarse. Van a hacerlo de esta manera”. Y, a través de la lectura de Números y Deuteronomio nos hemos dado cuenta de que Dios no quiere que haya conflicto y abuso entre los hombres.


El pueblo parece que se compromete con Yahvé. Dice: “Mira, Señor, vamos a obedecer los mandamientos” pero, ya sabemos… con frecuencia empiezan a fallas. Nada diferente a nosotros el día de hoy. Es más, yo te hago una pregunta: ¿Tú sabes los Mandamientos?. Porque todos decimos que no sabemos los Mandamientos, pero si los preguntamos, estoy seguro de que no sabemos el orden o no los sabemos completos. Por eso a menudo podemos maltratar a las personas, podemos hacer cosas incorrectas porque no estamos seguros de lo que nos toca o no nos toca hacer. Y veíamos en las lecturas que en caso de que alguien, un hombre, una mujer le cause daño a alguien pues está traicionando al Señor, y es culpable. Entonces el Señor va a decir que, a través de los Levitas, ese pueblo, esos hombres que Dios escoge, él va a proveer una manera de arrepentirse. Una manera en que tú y yo podamos restituirnos y reconciliarnos después de haber cometido cualquier error. Exactamente lo que pasa hoy en día. A través del sacerdote, Dios nos ayuda, nos presenta un camino por el cual podemos arrepentirnos, podemos hacer nuestra restitución del daño hecho y podemos reconciliarnos con Dios o con nuestros hermanos.


Así que es algo importante: darnos cuenta de que tenemos que ayudar a las personas en todo momento. Es más, si nos damos cuenta de lo que sigue en el capítulo número 6 de Números, me encanta, porque uno de los principales oficios que tenían los levitas era invocar bendiciones para el pueblo. Ellos intercedían por el pueblo ante Dios. Y hoy vamos a encontrar la bendición sacerdotal que es como se le dice Aarón que tiene que bendecir al pueblo. No lo voy a decir ahorita, pero lo diré al final porque es importante que descubramos que Dios bendice a las personas de diversas maneras, tanto en lo espiritual —a veces necesitamos que nos bendiga espiritualmente—, a veces mentalmente tenemos muchos problemas mentales o emocionales. Porque casi siempre pedimos bendiciones materiales, pero se nos olvida lo demás, que también hay que bendecir nuestras emociones, nuestra mente, nuestro espíritu.


La bendición se da a través de palabras. Nuestras buenas palabras tienen que salir de nuestra boca. La persona las tiene que escuchar para que esto se convierta en una expresión de la gracia, del amor de Dios que sale de tus labios para bendecir a las otras personas, a tus hijos ¿Les da la bendición a tus hijos? ¿Le das la bendición a la gente que tú amas?, ¿a tu trabajo?, ¿a tus compañeros? Desde niño a mí me enseñaron que para saludar a mis padres tenía que decirles la bendición, y ellos me decían: “Que Dios los bendiga”. Así que, hoy miremos como Dios nos dice que debemos invocar su nombre sobre los hijos de Israel y que él los bendecirá. Así que, aprovecha y bendice hoy a todas las personas que están en tu camino. Vamos a leer Números, capítulo 6; Deuteronomio, capítulo 6 y el Salmo 91. Este es el día 57.


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, Tú qué haces elocuente la lengua a los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de Tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas el Espíritu Santo, para que abra nuestra mente y nuestro corazón y así podamos gozar de la Palabra de Dios hoy en nuestras vidas, que cada día está muy, muy, pero muy hermosa.


PUNTOS CLAVES

  • Hoy teníamos el Shemá: “Escucha, Israel, sólo a Dios alabarás”. Entramos en momentos muy lindos que Moisés habla al pueblo, y le va diciendo qué tiene que hacer, cómo se tiene que mover en cuanto a la fe, en cuanto el respeto del corazón de Dios. Y nos damos cuenta de que el deseo de Dios es bendecirnos a todos, en diversas maneras. Ya lo hablaba al principio. Dios quiere bendecirte en tu vida espiritual, en tu vida mental, tal vez en lo emocional también. Muchas veces decimos: “Señor, no he podido encontrar una buena pareja, un buen esposo, una buena novia; o con mis hijos no tengo una buena relación. Como en lo material, también el Señor nos va bendiciendo. Y todas las palabras que debemos usar deberían ser muy positivas. Y yo vengo de una región en Colombia donde el lenguaje es bastante fuerte. Y a veces tenemos que re-educarnos, y decir: “Bueno, voy a cambiar mi manera de hablar. Voy a tratar de que mis palabras tengan, más bien, poder de bendecir; y no de ser fuertes y hacer daños”. Y, a veces utilizamos muchas palabras para maldecir. Y resulta que debemos utilizar más palabras de bendición y palabras más que edifiquen, que palabras que destrocen a las personas o a las situaciones.


  • Nuestra elección de palabras tiene poder. Y debemos creer en eso, porque con la palabra es que alabamos al Señor, que lo bendecimos, que nos acercamos a nuestros seres queridos. Por eso hoy Dios dice:” Miren, estas bendiciones se las doy a ustedes, y ustedes van a guardarlas”. ¿Para qué?, para que Señor tenga misericordia de ustedes y para que Él les dé la paz. Pero todo comienza con una linda palabra. Así que, nosotros debemos guardar, primero que nada, la palabra de Dios en nuestro corazón y el Señor hoy nos ha pedido que nosotros la palabra que aprendemos de él no nos la queremos, que nosotros seamos testigos de su palabra, que la compartamos, que se la vayamos pasando a nuestros familiares, amigos, a nuestros hijos, a nuestros nietos y así de esta manera ellos podrán encontrar que su vida también se llena de gracia al cumplir la palabra del Señor.


  • También tú y yo debemos aceptar la responsabilidad cuando cometemos un error. Y en vez de pasarle la culpa a los otros, minimizando la culpa que yo tengo, la acepto y con mis palabras traigo la paz. Cuando restauro la relación digo:” Oye, qué pena, me equivoqué, cometí un error. Sé que las cosas no están bien, pero quiero encontrar la manera de resolverlas, de que tengamos una buena relación”. Y, por supuesto, en momentos en que tenemos que ser fuertes y oponernos a situaciones. De pronto, a veces tenemos que corregir a alguien, a veces tenemos que hacer una crítica constructiva, o a veces tal vez tenemos que sancionar a una persona en el trabajo. Pero no tenemos que usar lenguaje profano o lenguaje que destroce. Podemos escoger las buenas palabras y hacer de una acción incorrecta algo correcto. Pasarle a la persona una enseñanza, más que destruirla con nuestras palabras o con nuestras correcciones. Así que, podemos elogiar hoy también a las personas que a veces deciden mejor guardar silencio y no darse a la pelea, a no darse la confrontación y herir.

  • A veces dicen ‘que es más fácil herir con palabras que con golpes, que con armas’. Ojalá que nosotros guardáramos nuestras palabras como nos lo han indicado hoy estas lecturas: para bendecir, para alabar al Señor y para bendecir a nuestras generaciones, a nuestros hijos, a las personas que forman parte de nuestra vida. Yo pienso que lo primero que tenemos que hacer es aprender las palabras de Dios. Segundo, tenemos que usarlas para bendecir. Tercero, tenemos que aprender bien esos Mandamientos que son la misma palabra de Dios. Y decir: “Los voy a seguir. Los voy a poner al servicio de mi propia vida. Porque, cuando empiezo a seguir los Mandamientos, el único que se beneficia soy yo”.

  • Así que, tendríamos que preguntarnos hoy: “¿Estoy dispuesto a honrar a Dios y a seguirlo? ¿Estoy dispuesto a ponerlo a él en el primer lugar, sobre todo lo demás en mi vida?” Y, si estamos dispuestos a hacerlo pues nos llegarán las bendiciones. Y si Dios está bendiciendo nuestras vidas, estoy seguro de que nuestro lenguaje va a mejorar. Hablaremos más palabras de amor, de gracia, de bendición, de cercanía.


  • El Salmo 91 que es muy conocido—donde tal vez muchos de ustedes mantienen la Biblia abierta. Creo que ya no la mantienen solo en esa página, sino que están siguiendo todo este podcast. Pueden decirle hoy: “Señor, habito bajo tu amparo. Tú eres mi refugio, tú eres mi baluarte, tú eres mi Dios en quien confío. Y hoy, Señor, te pido que una vez más me libres de las redes del cazador y tal vez de tantas pestes que llegan a nuestra vida. Que tú nos protejas, Señor, bajo tus plumas; que bajo tus alas encontremos es refugio, porque quién más que tú, Señor, tú Padre misericordioso, a través de Cristo, y con la ayuda del Espíritu Santo eres nuestro escudo y nuestra armadura, porque tú eres un Dios fiel. Por eso ya no tememos a la noche, a ninguna oscuridad, no tememos a ningún ataque porque sabemos que contigo no avanzan, porque tú estás a nuestro lado y Tú nos defiendes si nos proteges.


ORACIÓN FINAL

Padre misericordioso, escucha hoy nuestra plegaria porque sabemos que tú nos amas, que tú nos salvas, que tú nos proteges, que tú no reconoces como tus hijos. Y, por eso te alabamos y te bendecimos en este día y damos gracias, porque tu palabra es infinitamente misericordiosa, porque a través de ella encontramos este amor tan grande.


Y antes de despedirme, por favor, que esta oración se extienda por todo este día, por toda esta semana, tal vez por todo el año. Que sigamos bendiciendo con las palabras que Yahvé le dijo a Moisés. Dijo: "Dile esto a Aarón y a sus hijos" Hoy tal vez Yahvé te las dice a ti, me las dice a mí, que debemos bendecirnos de la siguiente manera: Que Yahvé te bendiga y que te guarde, que ilumine Yahvé Su rostro sobre ti y te sea propicio. Que Yahvé te muestre Su rostro y te conceda la paz. Que Yahvé te siga bendiciendo hoy y siempre con la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que Dios te bendiga.


PARA MEDITAR

  • Fray Sergio nos exhortó hoy a cambiar nuestro lenguaje y a usar palabras de bendición, palabras más edificantes. Reflexiona: ¿Cómo te expresas en tu día a día? ¿Cómo te expresas cuando te enojas? Las Sagradas Escrituras nos dice:

“...ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero. Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así. ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga?” (Stg 3, 8-11)

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Dt 6, 4-5

201 A Israel, su elegido, Dios se reveló como el Único: "Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Dt 6,4-5). Por los profetas, Dios llama a Israel y a todas las naciones a volverse a Él, el Único: "Volveos a mí y seréis salvados, confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe ningún otro [...] ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará diciendo: ¡Sólo en Dios hay victoria y fuerza!" (Is 45,22-24; cf. Flp 2,10-11).

459 El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí ... "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la Transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7; cf. Dt 6, 4-5). Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la Ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).

2093 La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligación de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas y a las criaturas por Él y a causa de Él (cf. Dt 6, 4-5).


Dt 6, 4

228 "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el Único Señor..." (Dt 6,4; Mc 12,29). "Es absolutamente necesario que el Ser supremo sea único, es decir, sin igual [...] Si Dios no es único, no es Dios" (Tertuliano, Adversus Marcionem, 1,3).

2083 Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mt 22, 37; cf. Lc 10, 27: “...y con todas tus fuerzas”). Estas palabras siguen inmediatamente a la llamada solemne: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor” (Dt 6, 4).

Dios nos amó primero. El amor del Dios Único es recordado en la primera de las “diez palabras”. Los mandamientos explicitan a continuación la respuesta de amor que el hombre está llamado a dar a su Dios.

(Todas las citas están tomadas del Catecismo de la Iglesia Católica disponible en línea en el sitio web del Vaticano. https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html)

COMENTARIOS ADICIONALES

Ángelus con el Santo Padre Juan Pablo II. Domingo 18 de marzo de 1979.


1. "Él te librará...".


Estas palabras son del Salmo 90[91] que comienza: "El que habita al amparo del Altísimo..." y alaba la misericordiosa Providencia divina. En el momento de la tentación de Cristo, el tentador se refirió a las palabras de este Salmo. Tratando de convencer al Mesías para que se tirase desde el pináculo del templo de Jerusalén, le recordó que "a sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra" (Mt 4, 6).


Y entonces, como sabemos, Cristo reprendió al tentador diciendo: "No tentarás al Señor tu Dios" (Mt 4, 7). Le reprendió por el abuso de las palabras divinas, por su interpretación perversa y por la falsificación de la verdad contenida en ellas.


"El te librará..."


En el tiempo de Cuaresma la Iglesia vuelve cada día sobre estas palabras en la Liturgia de las Horas. Nos recuerda diariamente el sentido propio de la liberación del hombre, que Dios ha realizado y continúa realizando en Cristo. La Iglesia nos recomienda cada día, en el período de Cuaresma, meditar esta frase del Salmo 40, para que participemos en la liberación: liberación del pecado, liberación de la concupiscencia de la carne, de la concupiscencia de los ojos. de la soberbia de la vida (cf. Jn 2, 16), liberación de lo que más coarta al hombre, aunque le permita conservar la apariencia de autonomía.


El hombre salva estas apariencias a costa de la posesión y del uso de las cosas, a costa de un poder que no entiende como servicio, sino como servirse de los otros usando frecuentemente la prepotencia, a costa de su prójimo. La verdadera liberación del hombre, la liberación que Cristo le trae, es también liberación de las apariencias de la liberación, de las apariencias de la libertad que no son la libertad verdadera.


"El te librará..."


Al comienzo y durante la Cuaresma, la Iglesia nos invita a inclinar la cabeza ante Dios. Cuando volvemos a levantar la cabeza, vemos a Cristo, Redentor del hombre, que nos enseña con toda su vida, y después de manera definitiva con la pasión y la muerte, lo que significa "ser libre", lo que quiere decir hacer buen uso de la libertad que corresponde al hombre, lo que significa usar plenamente el don de la libertad.


Esta es la enseñanza del Evangelio. La enseñanza particular de la Cuaresma. Es necesario que nosotros en este período nos examinemos ante Cristo del uso que hacemos de nuestra libertad. Preparándonos a la confesión pascual, debemos hacer un profundo examen de conciencia sobre esto."

(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el día 26 de febrero de 2022.

https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/angelus/1979/documents/hf_jp-ii_ang_19790318.html)