Día 6: Confía en el Señor
Evento clave 6: Dios llama a Abram a salir de Ur (Génesis 12: 1-4)
Dios llama a Abram (más tarde "Abraham") de Ur en Mesopotamia (el actual Irak), pidiéndole que abandone toda fuente humana de identidad y protección y que confíe por completo en la providencia de Dios. A cambio, Dios le promete una gran nación, un gran nombre y bendiciones para todo el mundo. Abram responde con fe obediente.
INTRODUCCIÓN
"Dios manifiesta su alianza a través de Abrahan, quien inclusive después de ofender a Dios, sigue teniendo Su favor, demostrando su amor gratuito que solo sabe darse sin reclamar nada a cambio. También nos adentramos a conocer a Job, quien demuestra su integridad y lealtad hacia Dios aún en las peores pruebas y humillaciones tanto por parte de Dios como por parte de satán." (tomado de la descripción del podcast en Apple podcast).
ORACIÓN INICIAL
"Padre amoroso y fiel, Tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición. Padre , Hijo y Espíritu Santo. Y a ti que me estás escuchando hoy, te invito a que pidas ese espíritu santo para que abra tu mente, para que abra tu corazón y para que así, de esta manera, podamos usar la palabra de Dios, en nuestras vidas hoy." (Fray Sergio)
PUNTOS CLAVES
Estamos con este recorrido de la historia de nuestra salvación y buscando como nosotros encajamos en la historia que Dios ha planteado para toda la humanidad. Llegamos a un nuevo comienzo; entramos en “El tiempo de los patriarcas” y vamos a tener grandes personajes pero, los principales del día de hoy son Abram y Job; dos hombres que tienen mucho por dejar de enseñanza el día de hoy. Pero antes de pasar a estos hombres quiero que miremos los puntos importantes que encontramos en las lecturas de hoy. Uno: Hay llamado, hay promesa. Se llama a Abram y se le promete que su descendencia va a ser incalculable, va a ser imposible de contar.
Abrahán es alguien que empieza a obedecer a Dios y no es el hombre más santo, no es el hombre capaz de llevar la voluntad de Dios, empieza a fallar, sin embargo, es un hombre que quiere obedecer a Dios y quiere seguir aquello que Dios le está pidiendo.
Otro punto importante que hemos visto en las lecturas del día de hoy es la comunicación de Yahvé con Abram; algo directo, algo personal, algo que muestra que Dios realmente tiene un interés de tomar a Abrahán, o perdón, Abram y llevarlo a un nuevo camino. Digo Abram porque acordémonos que tanto Abrahán como Saray van a tener cambio de nombre ahorita en el Génesis. Saray después tendrá otro nombre y Abrahán se llamaba Abram y ahora unos capítulos más adelante encontraremos una manera de acentuar su nombre. Y también vamos a ver como él, Abram, llega a Egipto y allí niega a su esposa. Algo muy interesante, no podríamos imaginarnos que un esposo negara a su esposa incluso teniéndola en frente y poniéndola como escudo para salvar su propia vida.
Regresando a este personaje Abram, podemos decir que, siendo el padre de nuestra fe el día de hoy, no podemos olvidar que él niega a su esposa y evita que ésta sea reconocida como tal para él poder salvarse. Me parece muy nefasto que él quiera pasarla como una hermana simplemente porque quiere que el Faraón la empiece a mirar con unos ojos de deseo, de querer tener una esposa. ¿A quién se le puede pasar esto en la mente? No sé por qué alguien haría algo así a su esposa, pero algo que cabe resaltar, es que esa imperfección de Abram no le impide a Dios que lo siga llamando, no le impide a Dios que siga haciendo su obra en este hombre para convertirlo en un ejemplo de la fe en Dios el día de hoy. Así que si tú estás pasando por dificultades, si tú estás fallando a Dios, si tú no estás haciendo las cosas bien, hoy recuerda que Abram tampoco las estaba haciendo bien y Dios tuvo fe en él. No solamente Abram en Dios, sino parece que Dios tiene fe en Abram y Dios sabe que lo puede cambiar, que lo puede convertir, que puede ponerlo como un ejemplo para toda la humanidad. Qué bueno que nosotros miráramos así a las personas a quienes les hemos perdido la fe, a quienes decimos "a este pobre borracho ya nadie lo cambia", "a esta mujer ya nadie la cambia", "a este que está perdido en los vicios, en la pornografía y en aquello, en el más allá, ya no podemos cambiar".
Vemos a Abram que está haciendo algo extremadamente incorrecto, extremadamente humillante contra su esposa y contra él mismo ¿Por qué no? Pero Dios sigue confiando en que este hombre va a cambiar, en que este hombre va a ser ejemplo para todos. Vimos cómo pudo congeniar con su sobrino Lot en dividirse para no tener problemas y se ponen de acuerdo como seguir uno para la derecha, otro para izquierda, pero no quieren tener problemas, quieren respetarse como familia, quieren respetarse como seres humanos porque saben que cada uno necesita hacer su vida sin tener conflictos.
Pero no nos quedemos sólo en Abram hoy, sino, miremos a Job y con Job ahí entra un grán personaje, Satán, el que acusa y es el que viene a decir, “Mira, Yahvé, Job te es fiel porque tú le das todo, porque lo tienes consentido, pero, espérate un poquito, quítale algo y podrás descubrir la infidelidad que este hombre tiene en contra de ti, porque le quitas lo que es valioso para él”; y Dios decide soltar un poquito las bendiciones de Job y permitir que Satán haga su obra y viene el dolor, y creo que tú y yo conocemos ese dolor, es el mismo dolor que a veces nosotros tenemos cuando los tiempos son difíciles, cuando de pronto tú estabas esperando un ascenso, cuando estabas esperando ese nombramiento en tu compañía, en tu empresa, en tu trabajo y no llega. Es cuando tienes tantos planes, tantas ideas y de pronto llega una enfermedad crónica y no sabes cómo enfrentarla; es cuando a veces estamos tan enamorados y perdemos a esa persona amada y decimos, “Señor, ¿y ahora entonces qué hago?”. Allí empezamos a afrontar esas preguntas tan fuertes que decimos, “si Dios me estaba bendiciendo durante tanto tiempo y todo era tan bueno, ¿ahora por qué me está castigando?, ¿Por qué me castiga Yahvé?”. Es una pregunta que tal vez nos hemos hecho en algunos momentos, que yo me he hecho, y es una pregunta bastante importante porque pensamos que Dios nos puede estar castigando al cambiar nuestro camino y a veces se nos olvida que de nuestras dificultades, que no son castigos de Dios, a veces lo que hacemos es cambiar lo que estamos haciendo e incluso, al cambiarlo, realmente podemos encontrar lo que Dios quiere que hagamos; o a veces no debemos cambiar, debemos esperar siempre un poquito de tiempo y mirar si es que Dios me está pidiendo que cambie o simplemente es que las circunstancias no están bien, pero no puedo alejarme de la fidelidad de Dios.
Muchas personas me dicen “Padre no he vuelto a la iglesia, porque estoy en una situación de pecado”, “Padre, no puedo ir a hacer esto porque estoy en una situación de pecado”. Y yo les digo, bueno pues el que está enfermo, ¿a dónde tiene que ir?, al hospital; no dice porque estoy enfermo, no voy al hospital; el que está gordo no dice, “No, yo no voy al gimnasio porque estoy gordo”, no, todo lo contrario, dice voy al gimnasio a ver si pierdo peso. Por eso si tú estás pecando, tienes que ir a la iglesia porque si no, ¿dónde te vas a sanar?; la iglesia es ese hospital donde tú te encuentras con Dios y le dices, “Señor, sáname porque mi vida necesita sanar, porque necesito ese apoyo, porque necesito salir adelante; entonces, tanto Job como Abram, son dos hombres que necesitan sanación, son dos hombres que están quebrantados; en este momento, Satán se está aprovechando de Job y Abram está entrando en un problema, tanto con Lot, que lo tuvo y ahora viene el hambre y tiene un problema y tiene que irse a Egipto; puntos muy importantes para que nosotros tengamos pendientes, porque Egipto se va a convertir en un lugar del cual vamos a hablar una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez en los próximos capítulos.
Con esto podemos empezar a concluir que ningún hombre es perfecto. Ni Job es perfecto, ni Abram es perfecto, ni tú eres perfecto, ni yo soy perfecto, pero, estos dos, tanto Abram como Job, expresan mucho su fe. Me encantan las palabras de Job: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea Dios!”. ¿Puedes tú decir eso hoy cuando has perdido tu empleo, cuando has perdido un ser querido, cuando has perdido la salud? “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea Dios!”.
RECAPITULANDO
Ojalá que nosotros tuviéramos el corazón, así como el de Job, o tal vez como el de Abram, así que, no nos detengamos aquí con lo que es malo, más bien detengámonos con saber que Dios es un Dios fiel, que a veces permite que algunas cosas pasen en nuestra vida, pero no es porque Él sea un Dios infiel; tal vez porque tú y yo necesitamos crecer, porque necesitamos hacer las cosas mejores, porque necesitamos darnos una oportunidad.
ORACIÓN FINAL
Aprovechemos este día hoy, no esperes a mañana, hoy. Hoy trata de hacer las cosas mejores, hoy si estás perdiendo en tu vida algo, di: “Señor, tú me lo has dado, tú me lo has quitado. ¡Bendito seas tú!” y entrégate al Señor; no te entregues a la pena, no te entregues a dolor, no te entregues al sufrimiento, no te entregues a la calamidad, no te entregues a la enfermedad; entrégate en fe al Señor dile, “Tú lo puedes todo, tú puedes hacer cada una de las cosas mejores en mi vida, así que, Señor, ¿a quién iré sino a ti?”. Usar tal vez la palabras que leímos hoy en Proverbios y dile “Señor, quiero escucharte, Señor quiero aumentar mi saber, quiero ser inteligente y adquirir destreza. Señor, hoy quiero recibir tu conocimiento, no quiero despreciar la sabiduría e instrucción que vienen de ti porque con ellas recibo tu bendición, recibo tu amor”.
“Antes de despedirme quisiera pedirles a ustedes que por favor oren por mí. Para que pueda ser fiel al ministerio que se me ha confiado. Para que pueda vivir con fe cada una de las palabras que comparto con ustedes en este proceso, en esta aventura de leer la Biblia.Que yo pueda enseñar la verdad y que también pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre cada uno de ustedes y los acompañe siempre. No se le olvide que hoy pueden alabar, bendecir y predicar con la palabra de Dios.” (Fray Sergio)