Día 95: El crimen de Guibeá

INTRODUCCIÓN

Continuamos con esta hermosa lectura que es un poco violenta. ¿Para qué digo que no?, si a veces que asusta un poquito. Estamos con el Libro de los Jueces y llegamos al final el día de hoy. Estamos con el libro los Jueces y llegamos al final el día de hoy. Estaremos leyendo ya los últimos capítulos que serán del 19 al 21 y leeremos el Salmo 148 para terminar este día 95. Ya empezaremos el libro de Samuel, pero antes de empezar nuestra lectura, tenemos que recordar que hemos visto el fracaso de Israel, parece que ninguno de los seis jueces la pudo hacer, siempre hay corrupción en cada uno de ellos. Algunos pasaron de ser buenos a ser malos, de malos a peores. Y, bueno, no podemos juzgarlos, hicieron lo que tenían que hacer.

Todos los israelitas ya se encuentran en la Tierra Prometida, pero aún les quedan muchas tierras por conquistar. Pero hay un pequeño problema, y es que la corrupción moral está latente. Parece que siguen ofreciendo niños también. Así que, el pueblo está dando como vueltas sobre sí mismo, como unos pequeños ciclos, como un espiral. Y no han sacado a los cananeos del todo y, por eso, los cananeos ahora los conquistan a ellos.


Vimos tres jueces, que fueron muy sangrientos, los tres primeros. Y ahora vimos las tres historias más largas de los jueces, las cuales nos centran un poco más en las fallas de cada uno de ellos. Y terminamos con Sansón que era muy arrogante, tal vez violento y promiscuo y por eso, falla al Señor.


¿Qué es lo más importante para rescatar de lo que estamos leyendo? Que a cada uno de estos jueces, Dios los guía a través de su Espíritu y, aunque no son las mejores personas del mundo, Dios los usa para un plan determinado, pero no valida todas sus acciones. Dios obra a través de ellos, pero no aplaude todo lo que están haciendo. Y, por eso, también vienen los días difíciles para ellos y para el pueblo.


Así que, terminamos de leer en el día de ayer. Y así terminará hoy la lectura de este libro, diciendo que en Israel no había rey y que cada uno hacía lo que le parecía. Hoy será un día bastante difícil, abuso sexual, mucha violencia, una guerra civil y la gente termina pidiendo un rey. Y es así, cómo pasaremos al Libro de Samuel y entenderemos cómo viene este rey que ellos están pidiendo. Vamos a leer Jueces capítulos 19 al 21, Salmos 148. Este es el día 95. Empecemos.


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, tú que haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas que el Espíritu Santo abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gozarnos de la palabra de Dios hoy en nuestras vidas.


PUNTOS CLAVES

  • Qué relatos los que nos han tocado por estos días, mucha sangre, muchos crímenes, muchas cosas difíciles para todas estas personas. Y es así cómo vamos llegando al final del Libro de los Jueces. Una buena ilustración de lo que hace el alejarnos y alejar nuestro corazón de Dios.

  • Hoy vimos cómo muere una concubina y cómo este levita se pone furioso. Él hace que todos los hombres de Israel vengan a querer tomar venganza. Y nos damos cuenta de que a veces los extremos y las aberraciones pueden llevar a que las personas se alejen de Dios, que se alejen de su creador. En nuestras épocas no somos nada diferentes, nos alejamos de Dios porque nos agarramos a cosas diferentes, porque vamos a los extremos, vamos de un lado para otro sin saber qué está pasando.

  • Así que, tenemos que tratar de evitar que se abuse siempre de los más débiles, como sociedad tenemos que unirnos, no para cobrar venganza, sino para defender y para rechazar la depravación moral. Pidámosle a Dios que a través de su naturaleza divina nos limpie, ¿de qué? De nuestros bajos instintos, de nuestras tendencias que a veces controlan nuestra naturaleza humana y nos llevan a hacer cosas bestiales.

  • Pidámosle a Dios que hoy encienda la esperanza en la humanidad, que volvamos a hacer esos humanos que son imagen y semejanza de Él, buenos, bellos, bondadosos. Sólo Dios puede poner remedio a nuestra humanidad y ya lo ha hecho a través de Jesucristo en la cruz. Él ha querido transformar a toda la humanidad, toda la creación. Él va a transformar a todo el que cree en que Jesús es el salvador.

  • Así que, digámosle hoy, “Señor sálvanos del pecado, sálvanos de la perdición, rescátanos, sólo un milagro tuyo puede ayudarnos. Y, tal vez nuestro corazón se ha alejado como se alejó del pueblo de Israel y tal vez ya hemos olvidado que Tú eres nuestro Rey y estamos cada uno tratando de hacer lo que más queremos o nos gusta. Pero sabemos que a veces no estamos haciendo lo que tu voluntad nos recuerda”.

ORACIÓN FINAL

Así que, oremos los unos por los otros, especialmente oren por mí, para que sea fiel a este ministerio que se me ha confiado de compartir este Biblia, esta enseñanza con ustedes, para que pueda vivir con fe lo que leo, lo que enseño, para que pueda enseñar la verdad y para que pueda cumplir lo que he enseñado. Y que la bendición de Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. ¡Que Dios los bendiga!

PARA MEDITAR

  • Tal como Fray Sergio nos invitó hoy, pidámosle a Dios que nos limpie de nuestros bajos instintos, de nuestras malas tendencias y que nos ayude a custodiar el corazón para que nunca se aleje de Él.

COMENTARIOS ADICIONALES

Papa Francisco. Misas Matutinas en la capilla de la Domus Sanctæ Marthæ. Lunes 15 de junio de 2015.

Cómo se custodia el corazón

"Comprender los tiempos de Dios, tener el corazón libre de las pasiones negativas, para acoger el don de la gracia y no ser, en cambio, arrollados por el «rumor» de la mundanidad. Es una invitación a custodiar el propio corazón para darse cuenta del paso de Dios, la que dirigió el Papa Francisco en la misa que celebró el lunes 15 de junio, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta.

«La semana pasada —recordó al inicio de la homilía— reflexionamos acerca del consejo de san Pablo y nuestra actitud cristiana. Y también sobre lo que Jesús aconseja a sus discípulos: dar gratuitamente lo que gratuitamente han recibido». Se trata, explicó, de la «gratuidad del don de Dios, la gratuidad de la salvación, la gratuidad de la revelación de Jesucristo como salvador». Y «esto es un don que Dios nos dio y nos da, cada día».

Hoy, destacó el Papa, «san Pablo vuelve sobre este tema y en la segunda Carta a los Corintios (6, 1-10) escribe: «Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios». He aquí «la gratuidad de Dios». Por lo tanto, insistió el Papa Francisco, no hay que «echarla en saco roto» sino «acogerla bien, con el corazón abierto». Añade san Pablo: «Dios, pues dice: en el tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé. Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación».

«El Señor nos escuchó y nos dio el don, gratuitamente», afirmó el Pontífice repitiendo las palabras del apóstol: «Ahora es el tiempo favorable». Así, pues, continuó, «san Pablo nos aconseja no dejar pasar el tiempo favorable, es decir, el momento en el que el Señor nos da esta gracia, nos da la gratuidad; no olvidar esto: nos la dio y nos la da ahora».

En efecto, explicó el Papa Francisco, «en cada momento el Señor nos vuelve a dar la gracia, vuelve a tener este gesto con nosotros, nos vuelve a dar este don: el don que es gratuito». Así, san Pablo exhorta a «no echar en saco roto» la gracia de Dios, «porque si nosotros la echamos en saco roto, daremos motivo de escándalo». Escribe, en efecto, el apóstol: «Nunca damos a nadie motivo de escándalo». Es precisamente «el escándalo del cristiano que se llama cristiano, que va incluso a la iglesia, que va los domingos a misa, pero no vive como cristiano: vive como mundano o como pagano». Y «cuando una persona es así, escandaliza».

Por lo demás, dijo el Papa, «cuántas veces hemos escuchado en nuestros barrios, en los negocios: «“Mira a ese o esa, todos los domingos va a misa y después hace esto, esto, esto, esto…”». Es así como «la gente se escandaliza». Precisamente a esto se refiere san Pablo cuando exhorta a «no echar en saco roto» la gracia de Dios.

Entonces, «¿cómo debemos acoger» la gracia? Ante todo, explicó el Papa Francisco citando una vez más a san Pablo, con la conciencia de que «es el tiempo favorable». En concreto, «debemos estar atentos para comprender el tiempo de Dios, cuando Dios pasa por nuestro corazón».

Al respecto, «san Agustín decía una hermosa frase: “Tengo miedo cuando pasa el Señor” — “¿Por qué tienes miedo si el Señor es bueno?”— “No. Tengo miedo de no acogerlo, de no comprender que el Señor está pasando en esta prueba, en esta palabra que he escuchado, que me conmovió el corazón, en este ejemplo de santidad, muchas cosas, en esta tragedia”». Así, pues, recordó el Papa, «el Señor pasa y nos da el don». Pero es importante «custodiar el corazón para estar atentos a ese don de Dios».

Y, «¿cómo se custodia el corazón?», se preguntó una vez más el Papa Francisco. «Se custodia —explicó— alejando todo rumor que no viene del Señor, alejando muchas cosas que nos quitan la paz». Y «cuando se alejan esas cosas, esas pasiones nuestras, el corazón está preparado para comprender que está pasando el Señor y para recibirlo a Él y la gracia».

Por lo tanto, es importante «custodiar el corazón, custodiar el corazón de nuestras pasiones». Y «nuestras pasiones son muchas». Pero «también Jesús en el Evangelio nos habla de nuestras pasiones». El Papa Francisco, en especial, repitió las palabras de san Mateo en el pasaje evangélico propuesto por la liturgia (5, 38-42): «Habéis oído que se dijo: «ojo por ojo, diente por diente». Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos».

Se trata, dijo el Papa, de «estar libre de las pasiones y tener un corazón humilde, un corazón manso». Y «el corazón se custodia con la humildad, la mansedumbre, jamás con las luchas, las guerras». En cambio, continuó, «esto es el rumor: rumor mundano, rumor pagano o rumor del diablo». Pero el corazón tiene que estar «en paz».

Por ello, continuó el Papa Francisco volviendo a proponer las palabras de san Pablo a los Corintios, es importante no dar «a nadie motivo de escándalo, para no poner en ridículo nuestro ministerio». Y añadió: «Pablo habla del ministerio pero también del testimonio cristiano, para que no sea criticado; y esto en paz y humildad “en las tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer”».

«Son cosas feas», comentó el Papa Francisco. Y precisamente de todo esto «yo debo custodiar mi corazón para acoger la gratuidad y el don de Dios». Pero, «¿cómo lo hago?» se preguntó. La respuesta está también en las palabras de san Pablo: «Con pureza, sabiduría, paciencia, con magnanimidad, con amabilidad; con el espíritu de santidad». En definitiva, dejar espacio a la «humildad, benevolencia, paciencia que sólo mira a Dios y tiene el corazón abierto al Señor que pasa».

Antes de continuar la celebración de la misa, el Pontífice pidió al Señor «no echar en saco roto la gracia de Dios, no echar en saco roto la gratuidad de Dios y, para ello, aprender a custodiar el corazón». E invitó sobre todo a «pedir a la Virgen la gracia de la docilidad, de la humildad, de la bondad que custodian tan bien nuestro corazón, para no dejar que el Señor pase de largo, para no echar en saco roto el don, la gracia, que el Señor nos da»."

(Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 25, viernes 19 de junio de 2015. Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 5 de abril de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2015/documents/papa-francesco-cotidie_20150615_custodia-corazon.html)