Día 80: Muerte de Moisés

INTRODUCCIÓN

Llegamos al final de este período tan interesante. Hemos recorrido el libro los Números, los diferentes censos, la preparación del pueblo y hoy definitivamente nos despediremos de alguien tan pero tan, tan importante, que no fue perfecto, que no era el mejor de todos, pero que supo escuchar a Dios y hacer su voluntad. Que supo guiar el pueblo.


Tenemos la muerte solitaria y extraña de Moisés. Tal vez tengamos muchas preguntas. Y es ¿por qué murió de esta manera? Pero bueno, el Señor le había dicho que iba a morir, que no iba a entrar a la Tierra Prometida. Nunca hemos sabido realmente cuál es el lugar donde se sepultó a Moisés. Vamos a seguir pues con este lindo momento, que es de mucho respeto para muchas personas, porque Moisés, sin lugar a dudas, nos dejó un gran legado, un gran testimonio. Nos da tristeza en cierta manera terminar este libro del Deuteronomio, pero ¡estamos entrando a la Tierra Prometida! ¡Tiene que haber alegría!


Estamos bajo la conducción de Josué ahora, quién nos va a llevar a esta tierra que el Señor prometió. Cualquier profeta que hubiera surgido antes hubiera anhelado estar aquí. Este es el día importante para el pueblo, este es el día en qué vamos a encontrar que las promesas del Señor se hacen realidad. Así que preparémonos, dispongámonos para disfrutar de estos últimos capítulos, porque estaremos leyendo los 2 últimos capítulos de Números el capítulo 35 y 36; el último capítulo del Deuteronomio, que es el capítulo 34; y también tendremos el Salmo 121.


Esto cada día más y más interesante. No sé si ustedes han inscrito sus nombres a cada uno de los programas, o si le están pasando sus programas a alguien más, pero por favor háganlo porque no podemos perdernos de estas historias tan hermosas. Hoy es el día 80 ¡Empecemos!


ORACIÓN INICIAL

Padre de amor y misericordia, Tú qué haces elocuente la lengua de los niños, educa también la mía e infunde en mis labios la gracia de Tu bendición, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y a ti te invito para que pidas al Espíritu Santo que abra nuestra mente y nuestro corazón para que podamos gozarnos de esta palabra de Dios para nuestras vidas el día de hoy.


PUNTOS CLAVES

  • ¡Cómo se nos han pasado los días! Esto está volando, el tiempo está pasando muy rápido ¡No puedo creer que estemos ya en el día 80, y que estemos terminando otro de los momentos importantes! Ya mañana tendremos algo nuevo con el P. Dempsey. Haremos la introducción y ya empezaremos el nuevo capítulo con nuevos colores. Ya mañana explicaré un poco más. Es un nuevo inicio y los días están pasando demasiado rápido. Todavía no lo puedo creer, pero vamos los textos por el día de hoy.

  • Tenemos el final del Deuteronomio, tenemos el final de los Números. Pero quisiera detenerme un poquito en Deuteronomio, porque hoy tenemos un acto final de Moisés. Antes de dejar a Israel antes de dejar este mundo ha dado la bendición tribu por tribu. Hay un cántico que veíamos en el Deuteronomio, en el capítulo 33, pero era un cántico muy similar al que había hecho Jacob para las tribus antes de su muerte, lo habíamos visto en génesis capítulo 49. Y ¿qué es lo interesante? Que Jacob es el padre biológico de las 12 tribus y mucha gente dice que Moisés es el padre espiritual de esta nueva nación, de estos que van a entrar a la tierra prometida. Así que hoy hemos visto como Moisés ya cumple toda su misión.


  • Mucha gente va a hablar de aquí en adelante de que Moisés es “El Siervo del Señor.” Y es un título muy humilde “eres siervo de Dios” es una manera de exaltarlo a él, es “El Siervo del Señor.” Y podemos decirlo, y lo decía al principio Moisés: No fue perfecto, pero tampoco lo ha sido el pueblo de Israel, no ha sido una nación perfecta. Aunque Moisés lo ha estado liderando no fue perfecto, pero podemos decir que Moisés ha hecho cosas muy grandes.


  • A pesar de sus errores pues no ha habido alguien como él es así como termina una de las lecturas del día de hoy. Parece que el trabajo y la obra que ha hecho Moisés y el mismo Moisés son irreemplazables.


  • Así que hoy veremos que el ya no está, o vimos que ya no está, pero Israel tiene que continuar y vendrán más lideres. Cada uno estos líderes tendrán éxitos, tendrán fracasos, igual que tú, igual que yo, que cualquier líder en cualquier compañía.Y a veces pensamos que somos irremplazables, pero no, ya Moisés murió. Ahora sale Josué, ya Josué morirá y tendremos otros líderes que van a venir; los jueces, los reyes y bueno, hasta que llega nuestro Señor Jesucristo. Nadie es eterno y nadie es irreemplazable, todos tenemos reemplazos, todos tenemos reemplazos.


  • Moisés, hoy vemos que no puede entrar a la tierra prometida. No, no puede entrar. Para algunos es un momento triste, bastante triste. Y podemos darnos cuenta de que Moisés es el conductor de este pueblo, que lo ha liberado de Egipto, que le entrega todas estas revelaciones que Yahvé hace. Es el único que habla con Yahvé cara a cara. Es el que conoce la tierra prometida desde la distancia, la ha divisado hoy.


  • Qué interesante, a mí siempre me llamó la atención eso, es el único que habla con Dios cara a cara, como quien habla con un amigo, como quien habla con un compañero.


  • Y Dios obra a través de Moisés, hace cosas que jamás se han olvidado, hasta el día de hoy las recordamos. Ha habido maravillas realizadas en Egipto. Hay la construcción de las tiendas, del Arca. Todo esto ¿para qué? para liberar la humanidad.


  • En Moisés vemos que se inicia esta obra de redención, que la va a terminar nuestro Señor Jesucristo en la cruz cuando muera y cuando resucite. Así que, hoy nos despedimos de Moisés, le damos la bienvenida a Josué, le damos bienvenida a la nueva etapa de Israel en la Tierra Prometida.


  • Vamos a ver que Dios sigue en su pacto de amor con su deseo de salvar al pueblo. ¿Y quién como Yahvé? Los veíamos hoy en los salmos ¿quién como Yahvé? que nos llena de tantas bendiciones porque Él es el guardián de Israel.


  • ¿Qué podemos hacer nosotros hoy? Levantar los ojos. ¿Por qué de dónde nos viene el auxilio? El auxilio nos viene de Yahvé, porque Él fue el que hizo el cielo y la tierra. Si nosotros nos encomendamos al Señor, como lo dice el salmo el día de hoy, Él no va a dejar que nuestro pie resbale. ¿Por qué? Porque él está siempre despierto. Él está en guardia. Él no se duerme. Él nos está guardando de que no caigamos. Pero para eso tenemos que adherirnos a Él, serle fiel.


  • ¿Cómo estás siendo fiel a Dios el día de hoy? Acuérdate que Él está guardando nuestras entradas y nuestras salidas desde ahora y para siempre. Pero para esto tenemos que decirle “Señor que no se haga mi voluntad sino la tuya. Queremos escuchar tu voz, queremos saber qué es lo que tú quieres de nosotros. Permítenos ser fieles y si nos equivocamos como Moisés se equivocó, perdónanos cómo lo perdonaste a él y darnos una nueva oportunidad. Muéstranos el camino que debemos seguir. Enséñanos a caminar siempre a tu luz y Señor que nuestra alegría nunca se acabe porque sabemos que cumple sus promesas. Lo que le prometiste a Abraham, a Isaac y a Jacob está llegando y queremos que las promesas que Tú nos has hecho, que sigan llegando. Que lleguen a nuestra vida pues queremos vivir en ti. Queremos vivir con paz, no queremos guerra, queremos paz, queremos paz. Que no digamos que nos guarde de todo mal, que guardes nuestra vida. Que nos ayudes a ser fieles y que nos ayudes a hacer tu voluntad.” Por eso es importante que oremos los unos por los otros.


ORACIÓN FINAL

Por eso insisto una y otra vez que tú por favor ores por mí, para que yo pueda ser fiel a este ministerio que se me ha confiado, para que pueda vivir con fe esto que estoy leyendo, esto que comparto con ustedes cada día. Para que siempre enseñe la verdad y para que yo pueda cumplir lo que he enseñado. Que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre ¡Qué Dios los bendiga!


PARA MEDITAR

  • Fray Sergio nos compartió hoy una hermosa oración pidiéndole al Señor que nos muestre lo que Él quiere. Utiliza esa oración para tu reflexión personal.

COMENTARIOS ADICIONALES


Papa Francisco. Angelus. Domingo 20 de marzo de 2022


[Necesidad de conversión contínua]


"Queridos hermanos y hermanas, ¡buen domingo!


Estamos a mitad del camino cuaresmal, y hoy el Evangelio inicialmente presenta a Jesús que comenta algunos sucesos. Cuando aún seguía vivo el recuerdo de dieciocho personas muertas a causa del derrumbamiento de una torre, le cuentan que Pilato había ordenado matar a algunos galileos (cfr. Lc 13,1). Y se plantea una pregunta que parece acompañar estas trágicas noticias: ¿quién tiene la culpa de estos hechos terribles? ¿Quizás aquellas personas eran más culpables que otras y Dios las ha castigado? Estos son interrogantes siempre actuales; cuando las noticias negativas nos oprimen y nos sentimos impotentes ante el mal, a menudo se nos ocurre preguntarnos: ¿se trata de un castigo de Dios? ¿Es Él quien envía una guerra o una pandemia para castigarnos por nuestros pecados? ¿Y por qué el Señor no interviene?


Hemos de estar atentos: cuando el mal nos oprime, corremos el riesgo de perder lucidez, y para encontrar una respuesta fácil a cuanto no logramos explicarnos, terminamos por echarle la culpa a Dios. Y muchas veces la costumbre fea y mala de las blasfemias viene de ahí. ¡Cuántas veces le atribuimos nuestras desgracias y las desventuras del mundo a Él que, en cambio, nos deja siempre libres y, por tanto, no interviene nunca imponiéndose, tan solo proponiéndose; a Él, que nunca usa la violencia, sino que, por el contrario, ¡sufre por nosotros y con nosotros! De hecho, Jesús rechaza y contesta con fuerza la idea de imputar a Dios nuestros males: aquellas personas que Pilato mandó matar y las que murieron bajo la torre no eran más culpables que otras y no fueron víctimas de un Dios despiadado y vengativo, que no existe. De Dios no puede venir nunca el mal, porque Él «no nos trata según nuestros pecados» (Sal 103,10), sino conforme a su misericordia. Es el estilo de Dios. No puede tratarnos de otro modo. Siempre nos trata con misericordia.


En vez de culpar a Dios, dice Jesús, tenemos que mirar nuestro interior: es el pecado el que produce la muerte; son nuestros egoísmos los que laceran las relaciones; son nuestras decisiones equivocadas y violentas las que desencadenan el mal. En este punto, el Señor ofrece la verdadera solución. ¿Cuál es? La conversión: «Si no os convertís -dice- pereceréis todos del mismo modo» (Lc 13,5). Se trata de una invitación apremiante, especialmente en este tiempo de Cuaresma. Acojámosla con el corazón abierto. Convirtámonos del mal, renunciemos a aquel pecado que nos seduce, abrámonos a la lógica del Evangelio: ¡porque donde reinan el amor y la fraternidad, el mal ya no tiene poder!


Jesús sabe que convertirse no es fácil, y quiere ayudarnos. Sabe que muchas veces volvemos a caer en los mismos errores y en los mismos pecados; que nos desanimamos y, quizá, nos parece que nuestro esfuerzo por el bien es inútil en un mundo donde el mal parece reinar. Y entonces, después de su llamado, nos anima con una parábola que ilustra la paciencia que Dios. Debemos pensar en la paciencia de Dios, la paciencia que Dios tiene con nosotros. Jesús nos ofrece la consoladora imagen de una higuera que no da frutos en el periodo establecido, pero cuyo dueño no la corta: le concede más tiempo, le da otra posibilidad. Me gusta pensar que un hermoso nombre de Dios sería “el Dios que da otra posibilidad”: siempre nos da otra oportunidad, siempre, siempre. Así es su misericordia. Así hace el Señor con nosotros: no nos aleja de su amor, no se desanima, no se cansa de darnos confianza con ternura. Hermanos y hermanas, ¡Dios cree en nosotros! Dios se fía de nosotros y nos acompaña con paciencia, la paciencia de Dios con nosotros. No se desanima, sino que pone siempre esperanza en nosotros. Dios es Padre y te mira como un padre: como el mejor de los papás, no ve los resultados que aún no has alcanzado, sino los frutos que puedes dar; no lleva la cuenta de tus faltas, sino que realza tus posibilidades; no se detiene en tu pasado, sino que apuesta con confianza por tu futuro. Porque Dios está cerca, está a nuestro lado. Es el estilo de Dios, no lo olvidemos: cercanía; Él está cerca con misericordia y ternura. Así nos acompaña Dios, es cercano, misericordioso y tierno.


Pidamos, por tanto, a la Virgen María que nos infunda esperanza y valor, y que encienda en nosotros el deseo de conversión."


(Tomado del sitio web del Vaticano. Accesado el 20 de marzo de 2022. https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2022/documents/20220320-angelus.html)